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Carlos Pérez Aguirre

Regreso de vacaciones, regreso a la realidad

 

Con más pena y sin gloria regresó el gobernador Aguirre de su periplo vacacional, en donde los corresponsales extranjeros y los empresarios turísticos se asombraban de la desconexión de la realidad del funcionario que teniendo tantos problemas como la galopante inseguridad en todos los municipios de la entidad –y fundamentalmente en aquellos de vocación turística–, con desenfado anunciaba que la violencia disminuía sensiblemente.

Su numeroso séquito de acompañantes regresó de nuevo a la cruda realidad, en donde el co-gobernante, secretario del “tesoro” o de Finanzas, según lo vean estos personajes, fue alcanzado de nueva cuenta por esa terrible violencia siendo víctimas otros de sus numerosos parientes incrustados en la administración pública.

Las cuentas vacacionales de lo “logrado” realmente es desastrosa para la entidad; tendremos que pedir a los diputados –no se ría usted amable lector– revisen los enormes gastos realizados, sin que además se hubiesen obtenido resultado alguno.

Pasando a otro tema, es importante llamar la atención en la pérdidas que se han generado en la actividad productiva y en ingresos a un numeroso grupo de campesinos de la Tierra Caliente y en específico de Cutzamala, ello derivado del otorgamiento de concesiones de explotación sin control y mucho menos planeacion. La historia es la misma que se repite en diversas comunidades: resulta que la empresa Comexhidro con autorización de dependencias federales genera energía eléctrica utilizando para ello el agua almacenada en la presa El Gallo, del sistema Cutzamala. En principio ahí existen dos anomalías, la primera que la presa El gallo fue concebida para almacenamiento de agua así como para riego y producción agropecuaria; esa función entra en evidente contradicción con el objetivo de la concesión otorgada de producción de energía eléctrica, pues para la operación de una hidroeléctrica se requiere para generar un continuo flujo de agua. Bajo ese esquema todas las empresas suman altas ganancias, pues es una inversión mínima la requerida en comparación con un rendimiento enorme, y mediante este procedimiento se establece un esquema de negocio con ganancias extraordinarias, puesto que la inversión de generación de esa energía es mínimo por existir toda la infraestructura de contención de agua que presenta la presa. Aquí es obvia la intención de realizar un gran negocio a costa de la producción agropecuaria y pesquera de las comunidades cercanas por que, repito, esa no era la función original del embalse.

Esta contradicción ha provocado que los productores no puedan sembrar y el ganado constantemente muera y por ello sufran cuantiosas pérdidas y se merme su ya de por sí raquítica economía familiar.

La irritación de los habitantes de esa zona es muy aguda pues como donadores originales de la tierra, la cedieron para el embalse con acuerdos de que se les serviría el agua para sus requerimientos productivos, algo medianamente cumplido; Sin embargo, con el otorgamiento de la concesión a la empresa que explota el agua para producir energía, esta condición se vino abajo.

El conflicto se puede desbordar pues representa la subsistencia de varios núcleos de población que ya no están dispuestos a ceder sus derechos. Mientras el gobierno del estado se va de vacaciones disfrazadas, las comunidades enfrentan el acecho de empresas sin que el campesino tenga respaldo alguno ante la voracidad; el problema es que esto genera explosividad en una región muy castigada y ahora abandonada por sus autoridades estatales y federales.

 

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