Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

Carlos Pérez Aguirre

División de poderes ficticia

 

 

 

De acuerdo con lo que establece el funcionamiento de un estado democrático, existen dos estructuras que lo definen, entre algunas más: una de ellas es la división de los poderes en Legislativo, Ejecutivo y Judicial, en donde cada uno de ellos es autónomo en sus decisiones respecto al otro, lo cual indica que ninguno de ellos debe estar subordinado.

El siguiente caso corresponde a la figura del jefe del ejecutivo estatal, quien ejerce su función administrativa a través de la estructura de gobierno, en donde cada funcionario exclusivamente realiza las funciones sustantivas para las cuales fue nombrado.

Pero en el estado de Guerrero la norma jurídica está totalmente trastocada, y no hablo solamente de la evidente ingobernabilidad y la actuación de un gobierno de ocurrencias que funciona a ritmo de zumba, sino en lo que acontece a diario en donde se evidencia para todos, de que en Guerrero la división de poderes, tan necesaria para un equilibrio de pesos y contrapesos, no existe.

La función de circo (no se le puede llamar de otra forma por que solo aquellos que son amaestrados reaccionan con tal docilidad) que se ha estado llevando a cabo últimamente entre los titulares de los tres poderes, se antoja grave. El hecho de que el Ejecutivo mande con retraso al Congreso del Estado su cuenta pública y apure a los mansos diputados a que la aprueben en una sola sesión, es realmente reprobable, pues en teoría la cuenta debe ser revisada a detalle porque corresponde a recursos públicos que, de acuerdo a su aplicación, propician el desarrollo o el atraso de la entidad.

Pero no, la consigna del día fue “firmen sin ver” y ella fue acatada sin sonrojo por la mayoría de los diputados locales de todos los partidos y aprobada fast track. Con ello no sólo se evidenció una vez más la falta de compromiso de estos personajes con el ciudadano de Guerrero, sino también su falta de respeto por la legislación, con la Cámara y sobre todo con ellos mismos –aunque sería mucho pedirles.

El otro caso y poder correspondió el honor al Presidente del Tribunal Superior de Justicia del Estado, quien se vio reducido a lo que seguramente es: un empleado de tercera, que acata con gusto lo que se le asigne no importando se violen las garantías del poder que “representaba”; así, se le destituye –renuncia para seguir con el montaje acordado– y se le otorga la Secretaría de Gobierno que en los hechos funciona ya como ofícialía de partes del verdadero secretario de nombre Humberto. No por nada de manera previsora y sensata renuncio a esa mascarada el ex secretario de Gobierno Florentino Cruz.

El movimiento mostró que la división de poderes es una mentira, que el nuevo responsable de la política interna es un peón intercambiable y prescindible, que las cuentas pendientes del ahora coordinador de gobierno respecto al asesinato de los estudiantes de Ayotzinapa pueden volver a cimbrar al gobierno de Aguirre y por eso se evita asignarle el verdadero cargo que el ejecutivo quiere que desempeñe en palacio.

Aquí puedo entrar en el siguiente punto que es: gobierno estatal compartido, y no me refiero a una posible borrachera democrática en donde el gobierno del estado pudiese compartir con los ciudadanos la información como el monto de los contratos asignados y su costo real o de las nóminas con sus largas e interminables listas de familiares de Aguirre, Salgado y Salgado que cobran en las distintas dependencias de la administración gubernamental.

Tampoco me refiero a el cogobierno de facto que tienen con la delincuencia, no. Me refiero al cada vez más evidente cogobierno entre Angel Aguirre, Humberto Salgado y Jorge Salgado, en donde los intereses de todo tipo se entrelazan, por ello no importa el tamaño de las incapacidades, atrocidades y errores, siempre se les reincorpora o se les asigna la conducción de la entidad, mientras el titular vacacióna. Puro priista de los más atrasados y antidemocráticos, pero ahora se pretenden “renovar”, vía sus hijos, al más puro estilo feudal, pero ello, claro, si los guerrerenses nos dejamos.

 

[email protected]

468 ad