Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

Las noches, las playas, la vida es más sabrosa en el mar… y la cruda también

Salvador Serna

 

 

Dice una canción que la vida en el mar es mucho más sabrosa…y la cruda también.

Durante el segundo fin de semana de las vacaciones veraniegas, especialmente este domingo, a cientos de turistas nacionales se les vio en las playas más populares de Acapulco, curándose la cruda, ya sea dormidos o empinando el codo con una cerveza tras otra, como si se tratara de los juegos olímpicos del dios Baco.

 

Carabalí

 

Pero vayamos por partes. O mejor dicho, por playas. En la populosa y pequeña franja de arena de la playa Carabalí, tapada en casi su totalidad, por las viejas y abandonadas instalaciones de El Golfito, que hoy sirven de hotel Camarena y baños públicos gratuitos, y por ende, sucios y pestilentes, se observó a uno que otro trasnochado, que durmiendo plácidamente sobre la arena, protegido con un viejo toldo, trataba de recuperar las horas no descansadas.

“Todo iba bien, hasta que me fui a una discoteca de esas que cierran hasta las 12 del día. Allí me puse una cruzada alcohólica que hoy me hace sufrir. Todo aquel que presuma de ser buen bohemio o borracho, pues sabe a lo que me refiero. Uno se promete a sí mismo que no lo volverá a hacer, pero la tentación y claro, el gusto, pues siempre nos gana. Aquí estoy gustoso pagando mi penitencia con una buena dormida y un buen caldo de camarón bien pero bien caliente”, dijo ayer el turista del Distrito Federal, Pablo Contreras Garzas, quien reposaba, vigilado por sus familiares.

 

Papagayo

 

En el tradicional balneario de playa Papagayo hubo doble fiesta. Desde muy temprano, se efectuó una carrera de bicicletas, natación y atletismo que terminó casi a las 11 de la mañana. Algunos visitantes desvelados llegaron desde las 8 de la mañana para presenciar el inicio de esa competencia y al ver que estaban regalando bebidas hidratantes, el turista Rogelio Torreblanca, originario de Cuernavaca, aprovechó para tomarse uno de los grandotes, y de inmediato, junto con sus amigos, buscó refugio en un toldo rentado de a 200 pesos.

“Amigo por favor no me estés molestando, fíjate que me duele mucho la cabeza todo por culpa de las bebidas de los antros de la Condesa. Yo estaba bien tomando mis cervecitas pero se me antojó un vodka, y uno tras otro, uno tras otro. Por favor amiguito, déjame dormir un rato, con decirte que ni hambre tengo, mejor quiero un buen par de alkaseltzers para curarme un poco”, explicó el turista su negativa a conversar.

 

La Bocana

 

Más adelante, en la playa La Bocana también se localizó a un grupo de individuos que medio dormitaban a placer. Por minutos tomaban la siesta, luego se despertaban, intercambiaban frases, y otra vez a dormir. Uno de ellos se paró y mejor se dirigió a la orilla para acostarse en pleno paso de los turistas que caminaban, obligándolos a darle la vuelta, y uno que otro, especialmente los niños, mejor se lo brincaban. Cuando el agua le tocaba la espalda, al estar boca arriba, el turista se confortaba. Se ve que sentía rico, pero solo aguantó 15 minutos de sol, porque se volvió a parar y se regresó debajo de la palapita.

 

El Morro

 

Y para no variar, pues más trasnochados en la famosa playa El Morro, antes preferida por el turismo internacional, y hoy, de las consentidas por el turismo nacional. Bien escondidos debajo de una palapa privada, perteneciente a un condominio de lujo, que inexplicablemente, por medio de una cadena metálica le robo un buen pedazo de franja de arena a la zona federal marítimo terrestre, descansaban unos juniors de Ipad y teléfonos Smart, que entre bostezos, una cubetota repleta de cervezas, botana y hielera del Oxxo con quién sabe qué cosas, hacían como que dormían, pero a la hora buena, se despertaban para burlarse de las fotos de las redes sociales.

“Hermano aquí estamos, disfrutando del Acapulco Rock. A la cruda se le hace frente con una buena chela, ya almorzamos el típico caldo de pescado y camarón. A mí, ya se me fue el dolor de cabeza y ganas de vomitar. Estoy como nuevo listo para otra batalla nocturna con cigarros, vino y bellas acapulqueñas. Ándale, preséntanos unas, porque las del Tabares, pues ya nos desplumaron”, soltó el turista Adolfo Barranco, quien dijo ser poblano y con mucha experiencia en parrandas.

A final de cuentas, se quedó dormido, vencido por los rayos del sol de la una de la tarde, que bondadoso, se ocultó a las 15 horas para dejar un cielo nublado por completo.

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