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Caleta y Caletilla, las playas preferidas de los niños y de sus papás en Acapulco

Salvador  Serna

Las playas favoritas de las niñas y niños residentes y turistas son Caleta y Caletilla.
Ayer se dio un casi llenazo en los dos balnearios más viejos y famosos del puerto, donde más de 3 mil turistas se apostaron en la franja de arena para disfrutar del segundo lunes de las vacaciones de verano.
Casi, casi no cabía ni un bañista más, hasta hubo casos en que pasado el mediodía varios visitantes tuvieron que irse a otras playas como Tlacopanocha, Dominguillo y La Angosta.
Caleta y Caletilla, dos piscinas gigantes de agua salada con un oleaje amigable, permiten que los pequeñines se diviertan de lo lindo, mientras sus familiares los vigilan, o para desaburrirse se “entierran” vivos para tomarse la fotografía con su teléfono “inteligente”.
Lógicamente, al ser mayoría, los chavalillos son los consumidores más buscados por los vendedores y prestadores de servicios acuáticos.
Además, en todos los viajes en la popular banana acuática para 10 personas, dicho artefacto gigante de plástico es el preferido por los infantes, quienes, de paso, también convencían a sus papás para comprarle las palas y cubetas para jugar con la arena, salvavidas de plástico en forma de tortugas y delfines gigantes, chalecos para nadar, pelotas y aros de plástico, además de las famosas llantas negras que son rentadas a 20 pesos la hora.
El comercio ambulante sigue posando sus reales a lo largo y ancho de las playas de Caleta y Caletilla. El sector de turistas que no traen mucho dinero para gastar opta por la fácil y se inclinan por la quesadilla placera, mariscos, fritangas, mangos y hasta camarones en bolsa. También hay plátanos fritos, nieves, ostiones, raspados, cazuelitas, cazuelotas, llaveros, zapatos y hasta le toman a uno la presión arterial. Por supuesto, que allí también anda el señor del dulce congelado que está muy de moda, conocido como Bon Ice.
También, para no perder la costumbre de tener sus “veladoras” prendidas a distancia por si las dudas, cientos de mujeres usaban los teléfonos celulares para chatear y enviar mensajes, tal vez del galán o admirador empedernido que dejaron en la ciudad de México, Cuernavaca, Querétaro, San Luis Potosí, Ecatepec, Ixtapaluca, Guadalajara e incluso Acapulco.
Por supuesto que no faltaron aquellos “comerciantes marítimos” que ofrecieron tatuajes, zapatos, cigarros, sabritas, ropa, sombreros y anteojos para cubrirse del sol.
Al principio mostraban precios de hasta 200 pesos, pero si el turista tiene resistencia y no se vence a la primera, cualquier artículo que le haya gustado se lo puede llevar hasta en 30 pesos. Sólo es cuestión de hacerse del rogar.

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