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Es egresado de Ayotzinapa y maestro en la sierra de Coahuayutla el cetegista que en abril encaró al comandante federal Espartaco

*Mario Zamora, que estuvo encargado de la organización y la logística, incluso cuando tomaron la Autopista del Sol y destruyeron los edificios de los partidos, dice que no tenía miedo, a pesar de las amenazas que recibían, porque estaba seguro de lo que hacía

Lourdes Chávez

Chilpancingo

(Tercera parte y última)

En el momento más intenso del Movimiento Popular Guerrerense contra la reforma educativa, los secretarios de Organización,  municipales y regionales, de la Coordinadora Estatal de Trabajadores de la Educación (CETEG), hicieron un complejo trabajo de logística y el maestro de primaria Mario Zamora Maldonado estuvo al frente de las operaciones.
Este líder magisterial encaró un tenso diálogo con el jefe de la Dirección General de Traslados y Apoyo Penitenciario de la Policía Federal (PF), José Luis Solís López, conocido como el comandante Espartaco, que llegó a Guerrero con numeroso grupo de antimotines equipados con tanquetas con cañones lanza agua, vehículos aéreos no tripulados, conocidos como drones, helicópteros y perros adiestrados para disuadir posibles disturbios sociales, en las amplias movilizaciones de abril y mayo.
Los organizadores calcularon en la marcha más grande 100 mil manifestantes, entre maestros, padres de familia e integrantes de organizaciones sociales y sindicales, –en este diario publicamos que fueron 80 mil–, pero sin duda han sido las acciones masivas más nutridas y genuinas en el estado.
Al final, el gobierno federal celebró el saldo blanco de las protestas y bloqueos de hasta diez horas en la Autopista del Sol, pero Mario Zamora aclaró que en el movimiento siempre se privilegió la integridad de los manifestantes, incluso, señaló que los secretarios de Organización no dormían vigilando los campamentos que inicialmente instalaron durante un mes en el Palacio de Gobierno y en el Congreso a partir del 25 de febrero, porque no sólo los dirigentes estaban en riesgo, también las miles de personas amenazadas cada noche de un posible desalojo.
El maestro que impartía segundo grado de primaria antes de incorporarse a la dirección de la CETEG en 2010, destacó el apoyo solidario de la población, porque en esta expresión sindical –oposición a la representación oficial a la sección 14 del SNTE–, “todo se hace con recursos propios, se deja a la familia, y uno entiende que lo que se logre no es para una  persona, sino para todos”.

Egresado y dirigente de Ayotzinapa

Mario Zamora también fue dirigente y egresado de la Normal Raúl Isidro Burgos de Ayotzinapa, en la generación de 1997 que se movilizó por primera vez –y a partir de entonces todos los años–, por plazas para todos los aspirantes.
Recordó que entonces, el gobierno federal enviaba plazas para los egresados de las dos escuelas federalizadas, y las autoridades locales tomaban de ahí para las normales estatales, aunque hasta ese año no había tocado las claves con presupuesto federal que le correspondían a Ayotzinapa.
Hace 16 años, para la distribución de esos espacios, el gobierno intentó meter a los egresados de la Normal Rural una lista de escalafón de calificaciones con las nueve escuelas normales de la entidad, pero los jóvenes de Ayotzinapa se opusieron, y al final del movimiento estudiantil sólo se integró un escalafón interno, para entregar las primeras plazas liberadas a los mejores promedios y poco a poco a los demás.
Explicó que se negaron a entrar a un escalafón general porque mientras el egresado de Normal Rural tenía un promedio de 8.7, el mínimo de las demás escuelas era de 9, porque el nivel de exigencia es distinto, no obstante, aseguró que la escuela destacaban en los concursos académicos.
Pero contrario a toda lógica, los primeros 20 de la lista de escalafón fueron enviados a la sierra de Coahuayutla, el municipio más grande del estado, con las poblaciones más dispersas, sin servicios y sin gobierno, donde era común que todos los hombres de la población, desde los 14 años, estuvieran armados.
Así llegó a un poblado de la sierra de Coahuayutla, a 11 horas de la supervisión escolar en Teloloapan, como único maestro de una escuela multigrado de 60 estudiantes, a una estructura de palma y barro, equipada con mesa bancos rústicos construidos por los padres de familia.
A los dos años se consiguió otro docente, la construcción de un aula y de las únicas dos letrinas que había en la comunidad, que ni siquiera contaba luz eléctrica, a pesar de que en el municipio se encuentra la presa El Infiernillo de la Comisión Federal de Electricidad (CFE).
La escuela se encontraba en una una zona institucional de la sección 14, donde, cuando iba el supervisor, se organizaban grandes borracheras y al siguiente día se pedía cooperación a todos los maestros de la zona para cubrir esos gastos, reconoció que ante la inconformidad encabezada por los egresados de Ayotzinapa, pronto eligieron a otro supervisor, con carácter de encargado.
Después llegaron las elecciones de delegado para renovar la dirigencia de la sección 14, y Mario Zamora fue electo para participar en la asamblea donde quedó como secretario general José Ángel Bolívar Galeana, con un comité plural donde la CETEG obtuvo una de las carteras más importantes: la de Finanzas.
Tres años después, recordó que los institucionales nombraron delegados de forma clandestina, y tras el rompimiento con la CETEG, se conformó el comité democrático alterno, donde Zamora incursionó por primera vez en la dirigencia estatal como comisionado del municipio de Coahuayutla.
Pero en Coayutla, luego de tres años de servicio en El Aguacate, recordó que pidió su cambio a la población de Zoyatlán, más cerca de la supervisión, a tres horas de distancia, donde todos los docentes habían abandonado la escuela.
Ahí regresó cuando concluyó su primera comisión en la CETEG, porque lo que han cuestionado en la sección 14 es que los dirigentes, cuando llegan a una comisión sindical ya no regresan a las aulas; por ejemplo, señaló el caso del actual secretario general, Hilario Ruiz Estrada, quien ya se encontraba comisionado en el SNTE cuando Zamora ingresó al servicio; “así se olvidan del grupo, se vician y se crean compromisos”, aseguró.
De Zoyatlán, recordó que había cuatro claves docentes, pero  tres maestros, uno tenía doble plaza a pesar de que sólo había un turno, “tuvieron problemas con los pobladores y los maestros dijeron que les balacearon la escuela y dejaron la comunidad”.
Recordó que el supervisor de la zona escolar pidió resguardo de la policía municipal para ir a presentar a los maestros con los padres de familia, pero después de cinco años de trabajo, aseguró que todo transcurrió con tranquilidad. Ahora, su centro de trabajo se encuentra en el valle de Chilpancingo, en el poblado rural de Inscuinatoyac.
De esa región agreste, dijo que le  parecía “el viejo oeste”, donde es normal que la gente ande armada, porque no hay policías, no hay gobierno, “los  militares subían una vez al año, los pueblos no tienen calles, sólo caminos, pero la gente es muy noble, y todo lo que da lo entrega de corazón”.

La movilización sin precedente

Zamora estimó que no hay un precedente igual del Movimiento Popular Guerrerense ni en el movimiento magisterial de 1989, cuando se fundó la CETEG, según las discusiones que han sostenido con sus compañeros de mayor trayectoria, “porque en esta ocasión se desnudó a las entidades de gobierno, se confirmó que no hay soberanía ni división de Poderes y se rompió la expectativa de participación”.
Como antecedente, recordó que hace dos años lo nombraron coordinador de los Comisionados de Organización de todas las representaciones regionales y municipales que integran el Comité de la Coordinadora.
Aceptó que este trabajo no se notaba mucho porque en la jornada de lucha de 2012 la mitad de los activistas de las regiones se trasladaron a la Ciudad de México, y cuatro representaciones se quedaron en la entidad para oponerse a la Evaluación Nacional del Logro Educativo (ENLACE), cuando retuvieron la paquetería e impidieron su aplicación.
En la ultima jornada, tomaron el Palacio de Gobierno y el Congreso durante casi un mes con un plantón, antes de trasladarse a la avenida Ruffo Figueroa frente a las oficinas de la CETEG; realizaron marchas multitudinarias en la capital y en Acapulco, bloquearon la Autopista del Sol, al mismo tiempo que se instalaron varias mesas de negociación con el gobierno del estado y con diputados del Congreso local, sin alcanzar los resultados esperados.
Finalmente destrozaron las sedes de los partidos políticos y lanzaron piedras a distintas oficinas públicas, para concluir las acciones en la entidad.
Se calcula que el gobierno federal envió más policías federales a contener a los maestros que los que tenía en el programa Guerrero Seguro, mientras la prensa y televisoras nacionales hacían un linchamiento mediático contra el movimiento y sus dirigentes, entre ellos contra este personaje blanco, rubio y de origen campesino.
Zamora consideró que algunas televisoras, más que informar, hacían un trabajo policiaco, “comenzamos a darnos cuenta que no sólo daban la información de los hechos en tiempo real, también denostaban y calificaban, sin permitir que el público se formara una opinión objetiva”.
Mario Zamora habla en particular de la actuación durante los destrozos a las sedes estatales de los partidos políticos, donde los integrantes del grupo de avanzada, observados por cientos de manifestantes, arremetieron hasta contra el busto de Plutarco Elías Calles.
“Creemos que inevitablemente se tenían que enfocar en algunas personas, y por seguridad muchos activistas se cubrieron la cara. Otros no lo hicimos, y nos preguntaban si no teníamos miedo, y así es, no lo tenemos porque estamos seguros y convencidos de lo que estábamos haciendo”.
Cuenta que las amenazas fueron permanentes; en los campamentos habría rumores de desalojo que los obligaba a hacer rondines cada noche, y en la víspera del segundo informe de trabajo del gobernador en Acapulco, hubo mayor agresión, “hicieron patrullajes con las sirenas encendidas, que tuvo en zozobra a todos hasta la madrugada”.
A los bloqueos a la Autopista del Sol en Chilpancingo “mandaron a un buen número de federales con perros y pistolas de balas de goma, el helicóptero sobre la multitud, eran para intimidar, incluso en el plantón. Había personas ajenas al movimiento en todos accesos de la protesta, y el mismo hecho de focalizar a algunas personas en los medios también era intimidación”.
Sin embargo, que era demasiada gente la que dependía de los organizadores, “no dormíamos, era mucha responsabilidad, no tener solo que cuidarte tú, sino a los compañeros, hacíamos mucho énfasis en la disciplina, antes de hacer cualquier actividad, se planeaba, se hizo uso de la táctica y de la estrategia”.
Destacó el respaldo del pueblo, de los alumnos de la Universidad Autónoma de Guerrero (UAG), de las organizaciones sociales que de alguna forma les brindaron protección, “porque no es lo mismo atacar a estudiantes, que a un movimiento de organizaciones” .

El origen

Aclaró que no necesariamente los egresados de la Normal Rural de Ayotzinapa mantienen los movimientos magisteriales, porque han observado que los institucionales ponen atención en los estudiantes que encabezan el comité de alumnos para incorporarlos a sus filas.
Estimó que en promedio, 60 por ciento de quienes han participado en el Comité de la Sección 14, egresaron de la Normal Rural, y muchos maestros de la Normal Rafael Ramírez o de la Centenaria Normal del Estado, comparten la ideología de la CETEG.
Además, la vida misma marca a cada persona. Dio a conocer que nació en una familia de campesinos, a su abuelo paterno lo mataron en la Revolución; y el papá de su mamá también se involucró en su juventud al final de esa lucha. “Así, es algo natural que alguien se interese en el bienestar común”.
Originario de la localidad de Buenavista de la Salud, municipio de Chilpancingo, también fue el primero de su pueblo en ingresar a la Normal Rural, donde reforzó su vocación social. “Yo no había salido de mi pueblo, y llegar a Ayotzinapa es enfrentarse a tu responsabilidad como adulto, ya no tienes cerca a tus papás, tienes que enfrentarte a la vida”.

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