Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

Despiden entre llanto, llovizna y copal a tres de los cinco asesinados en Atlixtac

*Sabemos que los atajaron, que pudieron escaparse y más adelante los alcanzaron y los agarraron, eso nos dijeron los familiares de allá”, relatan parientes de las víctimas. Exigen que se atrape a los responsables y se haga justicia

Carmen González Benicio

Tlatlauquitepec, Atlixtac

El cielo se nubló. Eran las 5 de la tarde cuando inició el trayecto al panteón. Se escucharon los truenos e inició una ligera llovizna que se confundió con las lágrimas de los familiares y de los policías comunitarios que acompañaron a los asesinados Martín Mora Regino, de 25 años, su compañero de institución, y Carlos Mora Rodríguez, de 18 años, su hermano.
Antes de subir los cuerpos al carro, fue ahumado con copal. Una mujer lo llevó en sus manos durante el trayecto que duró más de media hora, en tanto unas jóvenes tiraban flores para señalar el camino. Hombres, mujeres y niños llevaban en sus manos flores silvestres y de ornato, rosas, bugambilia y velas amarillas, algunos lloraban.
En tanto, los integrantes de la Coordinadora Regional de Autoridades Comunitarias- Policía Comunitaria (CRAC- PC) con Casa de Justicia en El Paraíso, del municipio de Ayutla, formaron filas y encabezaron el contingente que pese a la lluvia siguió a paso lento, rezaban.
Metros adelante unos policías comunitarios con guitarra en mano se acercaron entonando El muchacho alegre y varias canciones más. El contingente recorrió casi el mismo camino que cuando se creó la  Policía Comunitaria en la comunidad.
Al llegar al entronque con la carretera federal Tlapa-Chilapa se unió el cuerpo de Fernando Hidalgo Casarrubias, el otro indígena nahua asesinado. La llovizna era más fuerte. Inició el descenso al panteón donde ya estaban las tres tumbas. De los tres féretros, uno llevaba sobre él una bandera nacional, la playera de la comunitaria y una gorra.
Los policías comunitarios formaron filas por fuera del panteón, mientras los sepultaban; al concluir hicieron disparos al aire.  Eran las seis de la tarde. Frente a ellos, en el albergue, estaban elementos del Ejército que establecieron su base para su campaña de “labor social”.
Horas antes del sepelio, los familiares exigieron que se atrape a los responsables y se haga justicia porque los asesinados no tenían problemas, sin embargo consideraron que puede deberse a la integración de la Policía Comunitaria en el poblado y que justo el día de su creación se detuvieran a 13 presuntos responsables de secuestro, del Comisariado de Bienes comunales.
Contaron que de Tlatlauquitepec salieron tres: Martín y Carlos Mora y Fernando Hidalgo Casarrubias, que iban a visitar a sus familiares a San Juan Bautista Coapala, pero antes iban a pasar por otros familiares a Xalpizahuac, los otros dos asesinados.
Dijeron que salieron como a las 10 de la mañana del lunes, llegaron al poblado de San Juan Bautista Coapala y de ahí un grupo ya no los dejó salir “sabemos que los atajaron, pero que pudieron escaparse y más adelante los alcanzaron y los agarraron, eso nos dijeron los familiares de allá”, contaron.
Agregaron que al enterarse de que habían sido perseguidos y de que no llegaban salieron a buscarlos, pero no los encontraron, hasta el martes.
La madre de los asesinados sólo habla náhuatl, pero permitió que se contara que sus dos hijos, que yacían tendidos en su casa, fueron encontrados el martes y sacados a las 9 de la mañana de un barranco de 20 metros de profundidad, cerca de la comunidad de Cuixilotepec.
Martín Mora no portaba el uniforme de la Policía Comunitaria porque iban a un asunto familiar en compañía de su hermano Carlos y de Fernando, por lo que desconocen quién o quiénes los asesinaron amarrándoles las manos a la espalda; les quitaron las camisas que usaron para amordazarlos, el calzado y los machetearon, porque así lo mostraron las huellas encontradas en los cinco cuerpos, algunos cortados de los pies, con golpes que daban muestra de que fueron torturados antes de ser ejecutados.
Reconocieron que sus dos familiares, de los 5 muertos, fueron torturados antes de ser acribillados y tirados en la barranca, donde también quedó la camioneta en la que viajaban.
Ante el homicidio los familiares dijeron que confían más en el sistema de la CRAC-PC que en el Ejército que no los apoyó y que si antes tomaban con buenos ojos su conformación, ahora estaban seguros que es lo mejor para su comunidad porque desde que se creó, el 23 de junio, bajó el robo a casa habitación y dejaron de levantar a la gente para golpearla y luego soltarla.

468 ad