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Chocan policía y manifestantes cerca del lugar donde la presidenta de Brasil recibió al Papa

*Detona la policía militarizada una bomba casera en un baño del santuario de La Aparecida antes de la llegada de Francisco

EFE / DPA

Río de Janeiro / Sao Paulo

El papa Francisco llegó ayer a Río de Janeiro para presidir la Jornada Mundial de la Juventud y en su primer acto con las autoridades brasileñas dijo que no trae “ni oro ni plata, sino lo más valioso, Jesucristo”, a la vez que afirmó que la juventud es “el ventanal por donde entra el futuro en el mundo”.
“No tengo oro ni plata, pero traigo conmigo lo más valioso: Jesucristo. Vengo en su nombre para alimentar la llama de amor fraterno que arde en todo corazón y deseo que llegue a todos y a cada uno mi saludo. La paz de Cristo esté con vosotros”, afirmó Francisco en la ceremonia de bienvenida ante la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, en el Palacio de Guanabara.
El Pontífice agregó que su visita a Brasil va más allá de las fronteras, ya que se debe a la celebración en Río de Janeiro de la XXVIII Jornada Mundial de la Juventud y a su deseo de encontrarse con los jóvenes de todo el mundo.
Francisco manifestó que sabe que dirigiéndose a los jóvenes habla también a sus familias, comunidades eclesiales y naciones de origen, “a los hombres y mujeres de los que depende en gran medida el futuro de estas nuevas generaciones”.
“La juventud es el ventanal por el que entra el futuro en el mundo y por tanto nos impone grandes retos. Nuestra generación se mostrará a la altura de la promesa que hay en cada joven cuando sepa ofrecerle espacio, tutelar las condiciones materiales y espirituales para su pleno desarrollo, darle una base sólida sobre la que pueda construir su vida”, subrayó.
El primer pontífice latinoamericano también pidió a los adultos que garanticen a los jóvenes la seguridad y educación, le transmitan valores duraderos “por los que vale la pena vivir”, le aseguren un horizonte trascendente “para su sed de auténtica felicidad y su creatividad en el bien”.
El papa Francisco dio ayer una gran muestra de acercamiento al pueblo latinoamericano a su llegada a Río de Janeiro, donde se dio un baño de masas por las calles del centro de la ciudad brasileña, sin importarle descuidar su seguridad.
El líder de la Iglesia católica, que permanecerá en Brasil hasta el próximo domingo para presidir la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), fue recibido por la mandataria Dilma Rousseff en el aeropuerto internacional de Río y a continuación emprendió un paseo en papamóvil por el centro, donde le aguardaba una multitud.
Al comenzar el trayecto, decenas de jóvenes invadieron los jardines de la catedral, mientras que los fieles apostados en primera fila se estiraban para rozar los dedos del sonriente líder de la Iglesia católica.
Algunos curiosos se subieron a árboles o a farolas y otros muchos prefirieron ver la comitiva desde la moderna sede de la petrolera estatal Petrobras.
La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, defendió ayer una acción conjunta con el Vaticano en favor de una “amplia alianza global para el combate del hambre y la pobreza”, al recibir en Río de Janeiro al papa Francisco, quien liderará hasta el domingo la JMJ.
Por otra parte, la Policía Militarizada (PM) del estado de Sao Paulo detonó una bomba de fabricación casera encontrada en uno de los baños del Santuario Nacional de Nuestra Señora de Aparecida, que sería visitado por el Papa Francisco el miércoles, informaron ayer fuentes policiales.
Así también, un herido y dos detenidos es el saldo inicial de un enfrentamiento entre policías y manifestantes cerca del Palacio de Guanabara, donde tuvo lugar la ceremonia oficial de bienvenida del papa Francisco, en la que participaron la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, y otras autoridades.
Un policía sufrió quemaduras en el tórax tras recibir el impacto de un coctel molotov y fue trasladado “con urgencia” a un hospital, según informó la Policía Militarizada de Río de Janeiro por su cuenta de Twitter.
Dos personas fueron detenidas, una por llevar un coctel molotov y otro por desacato, de acuerdo con la misma fuente.
La policía dispersó con balas de goma y gas lacrimógeno a los  manifestantes tras el enfrentamiento, ocurrido en una de las calles bloqueadas por los efectivos para impedir la llegada al Palacio, que es la sede del gobierno regional, según testificó un periodista.
Según la red Globo de televisión, uno de sus vehículos fue destruido por manifestantes violentos, que en otras protestas también han atacados coches de grandes medios de comunicación.
Los participantes en la protesta, que congregó a unas  mil 500 personas según la policía, gritaron consignas contra el gobernador de Río de Janeiro, Sérgio Cabral; quemaron un muñeco que lo representaba e hicieron otras hogueras en la calle.

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