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Humberto Musacchio

Fox: mariguana, hipocresía  y negocio

Para quienes abogamos por la despenalización de las drogas, representa un éxito que prominentes políticos se incorporen al debate. En días recientes han abordado el asunto el jefe de gobierno de la ciudad de México, Miguel Ángel Mancera; el ex presidente Vicente Fox, el ex secretario de Salud Julio Frenk; el ex canciller Jorge Castañeda y otros personajes.
La causa de la despenalización se abre a la sociedad y su discusión permite abundar en argumentos y echar por tierra los planteamientos prohibicionistas, mantenidos por beneficiarios de la ilegalidad en que se hallan las drogas, pues se trata de jefes policiacos, titulares de organismos contra la drogadicción, consultores y otros especímenes que medran con la prohibición.
Entre los que abogan por mantener la prohibición y, en consecuencia, continuar con el baño de sangre que alegremente desató Feli-pillo, se cuenta Fernando Cano Valle, quien se ostenta como “comisionado nacional contra las adicciones” y afirma que desde el punto de vista de la salud “no hay justificación para despenalizar la mariguana, cuyo consumo en México no es grave”. A lo que se puede responder que si no es grave el consumo, ¿qué caso tiene mantener la prohibición?
El mismo funcionario, como muchos otros, se atreve a lanzar aseveraciones sin base alguna y miente abiertamente, por ejemplo, cuando declara que nadie que consuma alcohol y mariguana “se queda ahí”, sino que “empieza a buscar otras (sustancias) más duras”. Si fuera cierto lo que afirma ese funcionario, todo bebedor de alcohol o consumidor de mejorales acabaría de heroinómano, pero afortunadamente no es así.
Otro vividor de la política, un tal Jesús Sesma, asambleísta del DF por el partido mercancía conocido como PVEM, asegura que de legalizarse la mariguana se colapsaría el sistema de salud de la ciudad de México, pues no se tendrían los recursos suficientes para atender adicciones. ¿No? ¿Ni siquiera si lo que hoy se gasta en policías se destina a la Secretaría de Salud?
Rafael Camacho Solís, quien encabeza uno o más de los membretes que reciben dinero de fundaciones internacionales y aun del gobierno mexicano para perseguir a los fumadores de tabaco y para combatir la legalización de otras sustancias, declaró que “el Distrito Federal supera la media nacional en el consumo de todo tipo de drogas”. ¿Per cápita o por entidad? Este profesional del prohibicionismo –de eso vive– no lo aclara, pero poco importa. Así actúan estos apóstoles de la moralina.
Una nube de prejuicio y tontería rodea el asunto de la legalización, que tendría que ser reglamentada para evitar el desgarriate en que se desenvuelve la producción, venta y consumo de bebidas alcohólicas, que están al alcance de los niños como hoy sucede con otras sustancias que alteran la percepción, sean legales o prohibidas.
Por eso hay que celebrar que el asunto se ventile públicamente y que, frente a las mentiras e intereses que manejan los prohibicionistas, se abra el debate para que la sociedad escuche los argumentos en pro y en contra. Ésa es la posición de Armando Ahued Ortega, secretario de Salud del DF, quien se opone en lo personal a la despenalización, pero llama a no tenerle miedo al intercambio de ideas.
Con su habitual desfachatez, Vicente Fox, quien nada hizo como presidente por despenalizar las drogas, confiesa que pretende sacar raja de la legalización. Aún así, debemos celebrar que contribuya a ventilar un asunto de interés público. El pueblo mexicano ya está grandecito para escuchar argumentos y decidir en consecuencia.

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