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Relega la sociedad y el estado a los skaters, se quejan jóvenes practicantes de este deporte

Rosendo Betancourt Radilla

Chilpancingo

Juan LG vuela metro y medio por encima del suelo, aterriza sobre su patineta que sale disparada y después cae sobre su espalda, lo que provoca un fuerte y hueco sonido, seguido por el quejido del joven de 17 años.
Respira hondo y se reincorpora, luego asegura que “el skate es como la vida, caes, aprendes y te levantas para seguir”.
El LG es parte de un grupo de skaters o patinetos que se integran en lo que denominan el Big Team que se ha abierto espacios a costa de los oídos sordos del gobierno del estado y el municipio y que tiene que lidiar también con el estigma que la sociedad les ha clavado: son vándalos. Y con ello la persecución policiaca.
En una charla en las instalaciones del Instituto del Deporte de Guerrero (Indeg), el joven es designado por otros ocho de sus compañeros para que sea quien se encargue de explicar de qué se trata el movimiento skate en la capital y cómo es que se practica.
Montados en una patineta estos jóvenes logran volar, por unos segundos al día, más allá de la violencia, la falta de empleo, la falta de espacios para estudiar y de los problemas intrafamiliares que cada uno podría tener, explica.
En cuanto al hostigamiento de los elementos de la Policía Municipal contra ellos asegura que “es normal que la policía nos persiga y nos corran los vecinos, pero mientras tenga uno ganas de patinar, eso es suficiente, lo demás es lo de menos, lo único que necesitas es una patineta”.
Mientras él charla con el reportero, algunos más realizan trucos en barandales, escaleras y en general el espacio al que tiene acceso en un pasillo de dos metros de ancho por unos 30 de largo.
Pasan 10 minutos y un hombre que no se identifica como trabajador ni porta uniforme, les exige a los jóvenes que no se deslicen por el barandal metálico de las gradas pues podrían dañarlo. Ellos hacen caso y siguen en lo suyo.
Mientras, el LG da cuenta de que el parque Benito Juárez es el punto de reunión más común para los skaters, “pero el Ayuntamiento les dio el espacio a comerciantes del mercado y nos desplazaron”.
Eso parece no importarle mucho “porque nosotros siempre buscamos un lugar, por ejemplo ahorita nos juntamos aquí en el Crea (como también se le conoce al Indeg), luego nos vamos a la colonia del PRI o buscamos lugares donde haya spot chido (spot es un lugar donde hay escalones, rieles, rampas para sortearlas a bordo de la patineta)”.
Pero da cuenta de cómo se les aísla, “en el zócalo y la alameda ya no podemos estar, nos corren los policías o la gente que pasa, se molestan por el ruido que hacemos con las patinetas, nos regañan”.
Ante la pregunta, recuerda que han buscado gestionar espacios para poder patinar “ya buscamos la forma de tener un espacio, nos juntamos todos los skates, firmamos y fuimos al Ayuntamiento para pedirle al presidente municipal que nos dejara un espacio, nos dijeron que sí pero todavía no nos resuelven nada”.
Juan LG se refiere a una cita que hicieron el 23 de enero al Palacio Municipal donde entregaron un documento con 500 firmas de respaldo para que el municipio les done un terreno en el que puedan construir un parque para practicar el skateboarding.
Para evitar la polarización con la sociedad y las autoridades, ese día pidieron que se les donara un terreno y que el equipamiento del mismo para hacerlo apto para la patineta sería gestión de ellos con empresas privadas y la Organización de la Naciones Unidas (ONU).
A la fecha no hay respuesta y el joven entrevistado cuenta “en Chilpancingo somos alrededor de 60, 70 skaters. No es que estemos organizados pero la mayoría nos juntamos en el Big Team, es como nos identificamos, nos juntamos y salimos a patinar”.
Mientras transcurre la charla, uno de los jóvenes despega del suelo un metro y aterriza de manera aparatosa sobre su patineta y la parte en dos. Eso le costará, al menos, 350 pesos que es el precio de la tabla. Una patineta completa, la más barata cuesta en la capital 1300 pesos.
De vuelta con el entrevistado, éste asegura que hay mucho talento entre los que se juntan “de los más rifados están el Splare, El Cossis y  la Ardilla, que andan entre 17 y 22 años, pero con nosotros patinan chavos desde 10 años, hasta 25, para esto no hay edad”.
El LG ahora no estudia, prefiere guardarse las explicaciones.
Luego de la entrevista, acelera sobre su patineta y salta seis escalones. Cae al suelo de espaldas, vuelve a intentarlo y vuelve a caer y vuelve a intentarlo…

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