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Explotan a niños indígenas en campos agrícolas de Zacateca

*Este año llegaron a la región siete mil de Oaxaca, Chiapas, Chihuahua, Nayarit, Guerrero y Sinaloa, según el DIF municipal

Agencia Reforma

Fresnillo

Durante el verano, niños y adultos indígenas trabajan por igual en los campos agrícolas de Fresnillo, donde las jornadas son de hasta 12 horas diarias y el pago es mínimo, sin derecho a seguridad social.
Con sólo 9 años, Carlos Razo trabaja como un adulto, carga 60 kilos de tomatillo en cinco cubetas y por cada una recibe 3.50 pesos.
“Tengo que ayudar a mi mamá”, expresó el pequeño, quien trabaja de 8 a 10 horas diarias, según las necesidades del patrón.
Un contratista que se identificó como Cirilo, de origen sinaloense, refirió que en su cuadrilla laboran 60 jornaleros en un campo ubicado a seis kilómetros de la comunidad de San José de Lourdes.
“En el campo niños adultos y mujeres valen lo mismo, se les exige igual y se les paga lo mismo. Vivimos en tiempos del Porfiriato, con los pobres la democracia no existe y la justicia social menos”, admitió.
“Me da tristeza ver a los niños haciendo trabajo tan pesado, pero ni modo”.
De acuerdo con estimaciones del DIF municipal, este año llegaron a la región 7 mil indígenas de Oaxaca, Chiapas, Chihuahua, Nayarit, Guerrero y Sinaloa para levantar la cosecha de riego y al menos la mitad son menores.
“El trabajo es muy pesado, venimos contratados por tres meses, no tenemos seguro ni nada, venimos a la buena de Dios”, dice el nayarita, Erogan Avendaño.
Un supervisor contabiliza en una libreta el número de cubetas acarreadas por cada trabajador para pagarles al final de la jornada.
“En promedio llenan 70 cubetas”, dice Salomón, encargado de supervisar la cosecha.
La mayoría de los jornaleros andan descalzos en los campos expuestos a los fertilizantes y a las picaduras de animales sin protección.
“Es duro pero nos acostumbramos, no hay trabajo más que esto”, dice Alfonso, originario de Guerrero.
Otro jornalero, de nombre de Horacio, señala que su hijo de dos años murió hace apenas unos días.
“Se me enfermó y no lo pudieron salvar”, explicó. Sigue en shock, pero no puede dejar de trabajar.
Datos de la Procuraduría de Zacatecas indican que en 2011 murieron siete bebés, hijos de jornaleros indígenas en la comunidad Río Florido, mientras que en 2012 se registraron los decesos de Griselda Vicario, de 11 meses, y Faustino García, de cinco días de nacido, a causa de desnutrición.
Mientras recolecta tomatillo, Rocío, una indígena tarahumara de 20 años, no le queda más remedio que dejar a su bebé entre los surcos y hojas enraizadas, luego lo levanta, se lo cuelga en la espalda con su reboso para acarrear las pesadas cubetas.
En la ciudad, los jornaleros viven hacinados en cuartos que comparten hasta 30 personas, sin agua potable y con un solo baño.
“Estamos en condiciones muy difíciles, pero tiene uno que sobreponerse porque no hay de otra”, dice Mercedes que llegó a Fresnillo para trabajar junto con su hija de 15 años, quien está embarazada.
“Mi hija recolecta el tomatillo y yo me llevo las cubetas cargando al camión, pero a veces ella también carga”, dice.

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