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Eduardo Pérez Haro

Todos crecen y reducen la pobreza menos México

Para Guillermo Knochenahuer.

Alguna vez expresé que no es lo mismo azuzar al caballo que traer la rienda. Cierto estoy de que asumir la investidura de presidente de la República no es tarea simple en ningún caso sino todo lo contrario. Empero, los indios yaquis al tomar el mando consignan un juramento que reza: Para ti ya no habrá sol / Para ti ya no habrá muerte / Para ti ya no habrá dolor / Para ti ya no habrá calor / Todo ha concluido para ti, excepto una cosa: el cumplimiento del deber / En el puesto que se te designe allí quedarás / Por la defensa de tu nación, de tu pueblo, de tu raza, de tus costumbres, de tu religión / ¿Juras cumplir con el mandato divino?
Con estas palabras los capitanes yaquis otorgan la investidura de los nuevos oficiales que bajando la cabeza responden: ¡Ehui! (Sí). “No vengo a administrar sino a transformar”, expresó Enrique Peña Nieto.
El régimen está en curso, el mundo no se detiene. El presidente ha colocado su iniciativa de reforma energética como su carta mayor haciendo una apuesta de ganador. La suerte está echada. ¿Transita la reforma o será frenada en la inconformidad y la protesta callejera? A pesar de que en esta ocasión el Ejecutivo no se hizo acompañar de los firmantes del Pacto por México, no parece encontrar barreras infranqueables en el recinto del Congreso. Los partidos de oposición son flagrantemente débiles y proclives a la negociación de su supervivencia; su distancia es táctica, de reposicionamiento que puede ser atendida, está en la cábala.
La oposición que tuvo la propuesta de reforma energética en el 2008, estuvo en la calle, en la plaza pública. Fue Andrés Manuel López Obrador quien lideró la movilización que obligó los procesos de discusión y éstos los que despuntaron los ímpetus del planteamiento para dejarlo en una reforma que no entró a fondo, desde ninguna perspectiva, y ahora se vuelve otra vez al intento. Nadie tiene elementos para adivinar si la reforma pasará o volverá a atascarse. Se dice que las condiciones de aceptación que reúne Peña Nieto en contraste con el desgaste de López Obrador, en esta ocasión, dibujan un cuadro definitivo para hacer caminar la reforma sin mayor dificultad.
Sin embargo también es cierto que las rebeliones y protestas no se planean, en los últimos tiempos, las hemos visto surgir en aparente espontaneidad en Medio Oriente, en Europa, en África, en el Lejano Oriente, en América, en México también. Lo sabe la clase gobernante y no está exenta de temores. El “pasto está seco y es muy fácil de prenderse”. Las cosas no se han acomodado del todo, cual fuera el cálculo de los primeros días del desenlace electoral y los momentos iniciales de la asunción del poder; existen riesgos y hay temores pero nadie espera ver a los promotores de la reforma energética titubear ante las cámaras ni doblar el discurso. La actitud cuenta, lo saben y la mantienen. El Banco de México advierte que México crecerá menos de lo esperado. Al otro día, la Secretaría de Hacienda sostiene que México sí crecerá al 3.1% como ya lo había expresado cuando al cierre del primer trimestre del presente año tuvo que modificar su proyección original de que México crecería al 3.5%. Se sabe que hay dificultades pero los políticos no muestran duda en los momentos decisivos.
El Banco de México modificó a la baja el pronóstico de crecimiento económico para colocarlo entre 2.0% y 3.0%. El mismo Agustín Carstens que se hizo famoso cuando siendo secretario de Hacienda señaló que la economía mexicana era tan pero tan sólida que la crisis en Estados Unidos si acaso nos repercutiría en un “catarrito y no en pulmonía” como solía advertirse… y el año siguiente México registró el impacto más severo entre los países de la OCDE y de la mayoría de los países del mundo con una caída estrepitosa de (-6.9% del Producto Interno Bruto) que después desde el INEGI fue disminuyéndose hasta quedar en (-6.0% para evitar ganar el record de la peor caída de las últimas décadas) con una pérdida de un millón 700 mil empleos (2009). El mismo Carstens que hace un año ya siendo Gobernador del Banco de México declaró que si hubiera olimpiadas en economía “la mexicana ganaría medalla de oro”. Cuál será la fuerza de los hechos que es el mismo Carstens quien ha salido a decir que México no crecerá como lo habían imaginado desde el gobierno federal y que se generarán 200 mil empleos menos de los que se habían supuesto, ello como consecuencia de la desaceleración de la economía de Estados Unidos.
El presidente de La Confederación de Cámaras Industriales (Concamin), Francisco Funtanet Mange, consideró que al término de 2013, la industria manufacturera estará creciendo en 2.4 por ciento y el sector de la construcción 2.1 por ciento. Explicó que a nivel nacional sólo se crearán de 500 a 550 mil empleos, cuando en 2012 se generaron 700 mil. La Inversión Fija Bruta (IFB) en México continuó presentando un débil desempeño en mayo. El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) informó que este indicador retrocedió 0.9 por ciento anual en ese mes (…), se confirma la tendencia negativa de la inversión productiva, ya que en mayo retrocedió 0.19 por ciento, frente al mes previo, con lo que acumuló tres meses consecutivos a la baja. Entre enero y mayo el gasto productivo avanzó apenas 1 por ciento, muy por debajo del 8.3 por ciento registrado en igual periodo de 2012.
Marco Oviedo economista en jefe de Barclays (tercer grupo bancario del mundo por activos gestionados) afirma que la expectativa de que la Reserva Federal (Fed) de Estados Unidos comience a disminuir la compra de activos en septiembre reduce la posibilidad de un recorte en la tasa de interés de referencia en México en lo que resta del año. (El Financiero 080813). El trimestre abril-junio anticipó que a partir del dato de julio, la inflación general se ubicará cerca de 3.5 por ciento anual, esto es por arriba del objetivo de 3.0 por ciento. En fin estos indicadores se suman a los que mostramos la semana pasada… y confirman un entorno económico complicado y distante de la expectativa que se dejó ver al arranque del régimen de gobierno que a pocos días después de que la Comisión Nacional de Evaluación de la Política Social (Coneval) informará sobre la evolución de la pobreza en México destacando que esta se había reducido en una unidad porcentual pero que había aumentado en 500 mil pobres en números absolutos entre el 2010 y el 2012. A su vez días después de que el presidente Peña Nieto relanzara la Cruzada contra el hambre con el anuncio de que ya no serían 400 municipios en la primera fase sino que los esfuerzos se concentrarían en 80 municipios algo así como el 3.3 por ciento de los municipios del país. El paso siguiente será el aumento del IVA en alimentos y medicinas, una medida que tiene el propósito de compensar la contribución fiscal que dejará de percibir de Pemex y CFE como producto de la reforma energética que ha sido sometida a la consideración del Congreso.
¿Tendría que no hacerse una reforma en el sector energético? ¿Podrá ser frenada en la movilización social más allá de la postura de los congresistas? Hemos mencionado que las reformas estructurales por lo que hace al cambio de las estructuras en que se funda el desarrollo son necesarias en grado urgente e imprescindible, pero nos referimos a reformas progresivas por cuanto se resuelven con criterios de integración de los excluidos en la base social del país y con una orientación de carácter eminentemente productivo donde la producción se resuelve como columna vertebral de la modernización competitiva con un basamento de reproducción ampliada del capital y el empleo como factor distributivo del ingreso. Pero no reformas regresivas que se alinean a poderes preexistentes y premodernos que son detentados por élites que han dado prueba de que pueden crecer desmesuradamente sus fortunas sin generar empleos ni acortar las brechas de la desigualdad pero tampoco potenciar la capacidad nacional de competencia y del crecimiento económico.
En los últimos diez, doce años según cifras del Banco Mundial, mientras México creció a un ritmo de 2.0 por ciento Argentina lo hizo a 4.5 por ciento con una reducción del 11.8 por ciento de la población en condiciones de pobreza y del 15.7 por ciento de la población en pobreza extrema; Bolivia crece al 4.0 por ciento reduciendo 1.7 por ciento la pobreza y 5.3 por ciento la pobreza extrema; Brasil crece económicamente al 3.3 por ciento y reduce la pobreza en 3.4 por ciento en tanto que la pobreza extrema se disminuye en 6.3 por ciento: Chile crece al 4.3 por ciento, reduce la pobreza en 3.5 por ciento y la pobreza extrema en 7.5 por ciento; Ecuador crece al 4.5 por ciento, reduce la pobreza en 5.4 por ciento y la pobreza extrema en 14.0 por ciento; Perú crece al 5.8 por ciento, reduce la pobreza en 3.5 por ciento y la pobreza extrema en 8.9 por ciento; Venezuela crece al 3.4 por ciento, reduce la pobreza al 2.3 por ciento y la pobreza extrema en 3.6 por ciento; Turquía al 4.1 por ciento, reduce la pobreza en 4.8 por ciento y la pobreza extrema en 3.9 por ciento; Sudáfrica crece económicamente al 3.4 por ciento, reduce la pobreza en 1.5 por ciento y la pobreza extrema en 6.2 por ciento; Rusia crece al 4.6 por ciento y reduce la pobreza en 7.9 por ciento y la pobreza extrema en 31.5 por ciento; la India crece al 7.1 por ciento no reduce la pobreza más que en 2.4 por ciento en sus grados extremos, mientras que China crece al 10.1 por ciento reduciendo la pobreza en 2.5 por ciento y la pobreza extrema en 8.4 por ciento.
Las cifras contrastan, pero en cualquier caso dan prueba de que en el escenario de las economías emergentes sus resultados son, por mucho, muy superiores a los alcanzados por México, lo cual tiene varias explicaciones y particularidades, pero dos son verdades definidas en grado alguno: la primera es que han crecido y que lo han hecho con disminución de la pobreza; y la segunda es que lo han hecho sin una dependencia tan elevada de Estados Unidos y con la introducción de cambios tecnoproductivos que les dan sustento para colocarse en vías del desarrollo. Ninguna de estas características está en el caso de México de la última década.
La discusión ya no es si pasa o no la reforma energética y el aumento del IVA con la inclusión de alimentos y bebidas sino que el presidente Peña Nieto se está arriesgando a un enfoque que no integra la población nacional, ni moderniza la planta productiva y no redefine en condiciones más equitativas la relación con Estados Unidos, señales inequívocas de que México como país no será más competitivo; tal vez lo sea Pemex. El periodista Carlos Mota afín a la reforma energética propuesta dice que ésta define la Presidencia de Peña Nieto y lleva razón, y más aún. Todo apunta a que el tren en el que se ha subido no tiene reversa.

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