18 septiembre,2020 4:08 am

Ariana Harwicz: la literatura como un exorcismo

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Adán Ramírez Serret

 

La literatura puede ser, como decía Octavio Paz, un punto de escape, de encuentro, de estar sólo o acompañado; una caída en el vacío o una consolidación con el presente. También puede ser una forma de volverte loco, ahí está el Quijote, o de curarse definitivamente.

Pienso, por ejemplo, en el extraordinario escritor Francisco Hinojosa, quien cuando escribió Migraña en racimos, quizá el único libro que ha hecho en donde no hay sentido del humor, se curó de esa terrible dolencia que atormentaba su vida. Una vez que puso punto final al libro en donde contaba su enfermedad, nunca más volvió a sufrir migraña.

Lo pienso a partir de la lectura de la ópera prima de Ariana Harwicz (Buenos Aires, 1977) Matate, amor que salió en 2012 y que en México la editó el año pasado la hermosa editorial independiente Dharma Books.

Tras la publicación de este libro, Ariana Harwicz junto a Samanta Schweblin se ha consolidado como una de las escritoras jóvenes argentinas más escalofriantes y apasionantes. Incluso, este mismo libro que con el que debutó, la llevó a ser finalista del Man Booker en lengua extranjera.

Sobre Harwicz escribió Samanta Schweblin, “Existen libros verdaderamente originales, esos que traen algo nuevo, algo que abre puertas y ventanas y permite que la brisa entre y se lleve las telarañas del mundo literario. Matate, amor es, definitivamente, uno de esos libros”.

Se trata de una novela que según cuenta la autora, le salió como una especie de respuesta a un sentimiento oscuro que la atormentaba.

Harwicz, vive desde hace mucho tiempo en Francia, pero no en París, sino en el campo, que es un elemento fundamental en esta novela. Es una especie de William Faulkner, en donde a partir de diferentes focalizaciones, la naturaleza se expresa de manera salvaje.

Tuvo que huir de Buenos Aires porque no podía escribir desde allí. Desde las primeras páginas de la novela nos damos cuenta que estamos ante una autora y un libro particular. Pues no se sabe bien quién narra desde el principio. Hay que estar atentos todo el tiempo al cambio de voces y de registros que se van distinguiendo y contando la trama en fragmentos.

También es una autora muy singular porque está llena de odio. Un coraje profundo hacia lo que usualmente el mundo expresa amor: la familia, las mascotas, las parejas.

Así, se interna en temas tabúes como la maternidad; escribe sobre el cliché que todas las mujeres embarazadas son felices y aman a sus hijos. Esto es fascinante y abre una nueva vertiente en la literatura, porque ya no son los hombres interpretando lo que sienten las mujeres para que ellas luego lo lean y quizá se identifiquen.

Lo que sucede en esta novela –y se vislumbra cada vez más su objetivo si se piensa en el título del libro, Matate, amor– es que es una mujer yendo de su mente y luego la de su esposo, en busca de una salida de aquello que la destruye: estar embarazada, tener una pareja, estar viva.

Es una novela que demuestra que ya habitamos otro mundo, que siempre estuvo allí, el de las pesadillas y los malos pensamientos, pero que ya no podemos obviar. En Harwicz la literatura es como un exorcismo. La escritura como un ejercicio liberador, que por momentos, es una hermosa y cruel obra de arte.

Ariana Harwicz, Matate, amor, Ciudad de México, Dharma Books, 2019. 162 páginas.