3 junio,2019 4:28 am

Asedian bacterias a hospitales del país, alertan especialistas

La desinfección ambiental hospitalaria requiere de conocimientos profundos, pero es tan deficiente que hasta las bacterias más inocuas pueden persistir, señala Lilia Cote Estrada, experta en seguridad del paciente.
Ciudad de México, 3 de junio de 2019. La empleada de la limpieza lava con sus guantes rojos la taza del baño de la habitación de un reconocido hospital privado.
“Después, con esos mismos guantes, mojó una franela, la exprimió y limpió la mesita donde se le da de comer a los pacientes.
“Llevó los gérmenes del baño a la mesita y llega el médico y toca la mesita y no se hace higiene de manos. Las bacterias se las pasa al paciente o el propio paciente pone sus manos ahí y se las lleva él”, explica Lilia Cote Estrada, experta en seguridad del paciente.
La coautora de “Buenas Prácticas en Calidad y Seguridad en la Atención Médica del Paciente”, quien, literal, con ojo clínico, observa la labor de la persona del aseo, concluye que México no está preparado para combatir no sólo las bacterias multirresistentes, sino tampoco las habituales.
La desinfección ambiental hospitalaria requiere de conocimientos profundos, pero es tan deficiente que hasta las bacterias más inocuas pueden persistir, señala.
“No es barrer y trapear una casa. (Debe haber) gente que determine cómo se deben de hacer las cosas. No es lo mismo limpiar una unidad de cuidados intensivos a limpiar una sala de un paciente que no está infectado, a limpiar un aislado que sí está muy infectado; a limpiar una oficina del director o un auditorio (…) Y eso no lo sabe o no lo hace el personal de intendencia, de limpieza”, señala.
La ex asesora de la Dirección de Prestaciones Médicas en el IMSS señala que el problema es que esta labor queda en “terreno de nadie”.
El grupo médico considera que debe resolverlo intendencia; enfermería no vigila eso y las personas de limpieza no son preparadas para entender el problema y realizar la labor de la forma indicada.
Otra problemática, detalla, es que al personal de limpieza se le da la indicación, pero no siempre cuenta con los recursos o indicaciones precisas.
Usar cloro, por ejemplo, es una medida adecuada, pero no se emplea en las concentraciones correctas.
“Al personal de limpieza se le dice: ‘Se requieren 850 centímetros de agua con 250 de cloro’, pero cuando hace su actividad hay que preguntarse si tendrá lo necesario para hacer la medición”, indica.
La técnica de limpieza también es incorrecta.
“Observe cómo trapean un hospital. Utilizan una cubeta y tienen que ser dos. Con una se moja y se limpia y con la otra se enjuaga para volver a hacer el trapeado final”.
Detalla que a nivel mundial se promueve el uso de guantes de colores.
“Aquí todo mundo tiene guantes rojos o azules. Los rojos son para la limpieza de las áreas altamente contaminadas, los amarillos para las áreas intermedias y los azules para las menos contaminadas. Entonces, el personal (de limpieza) debería limpiar el quirófano con guantes azules y los baños con guantes rojos, y esto no sucede”.
Alerta que se carecen de estudios sobre desinfección ambiental hospitalaria en el país, por lo que actualmente desarrolla una compilación para que se tenga el conocimiento básico de lo que es la desinfección hospitalaria.
Ante ello, no es casual que en México con mucha frecuencia haya brotes. De acuerdo con la experta, son comunes los provocados por la acinetobacter baumanni, una bacteria muy resistente y difícil de eliminar.
“Un gran reservorio (de esta bacteria) pueden ser los colchones de los pacientes y se perpetúa por la humedad. A veces a los pacientes les tienen que hacer baño de esponja, sobre todo los que están en terapia intensiva, y se utiliza agua, y se humedece el colchón y eso hace que se perpetúe”.
La experta, quien como asesora del IMSS fue líder del Modelo Institucional para Prevenir y Reducir las Infecciones Nosocomiales y de la Campaña Institucional de Higiene de Manos, advierte que, además, la mayoría de hospitales emplea dispositivos que son desechables, pero se rehusan por falta de recursos; el problema es que la esterilización de éstos no se realiza adecuadamente.
Explica que los pacientes que más se infectan son quienes requieren de estos dispositivos; es decir, aquellos que son intervenidos quirúrgicamente, se intuban o requieren de catéter y sonda.
“Los que más se complican y más se mueren son los que están intubados”.
Cote Estrada afirma que los dispositivos que más se reutilizan son los circuitos de ventilación; es decir, los tubos que conectan al paciente con el respirador.
La especialista señala que la esterilización del instrumental tampoco se realiza de manera correcta y a veces la cloración del agua en hospitales tampoco es efectiva y puede tener bacterias.
El más reciente informe de la Red Hospitalaria de Vigilancia Epidemiológica, con datos de 2014 a 2015, registró un incremento de 30 por ciento en el número de brotes.
En 2015, se originaron 122 brotes de Infecciones Asociadas a la Atención a la Salud (IAAS), 30 por ciento más en comparación con 2014, los cuales afectaron a 467 pacientes.
Según el estudio, los servicios de ocurrencia donde se presentaron brotes de IAAS con mayor frecuencia fueron la Unidad de Cuidados Intensivos Neonatales, de Cuidados Intensivos de Adultos y Medicina Interna.
Apenas la semana pasada, la Secretaría de Salud detectó un brote por la bacteria Leclercia adecarboxylata que contagió a 62 personas en nueve hospitales de la Zona Metropolitana de Guadalajara.
La dependencia encontró que a todos los pacientes contagiados se les administró nutrición parenteral total con bolsas de NPT fabricadas por la empresa SAFE, subsidiaria de PISA.
Denis Santiago Hernández, titular de la Cofepris de Jalisco, dijo que ante la evidencia de que la fuente de infección es la alimentación parenteral, y como una medida preventiva, se suspendió la NPT en todos los hospitales del Estado, los 67 casos están aislados y se hacen cultivos de control.
Falta aplicar estrategia
Por otra parte, Alfredo Ponce de León, titular del Laboratorio Clínico de Microbiología del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición, indica que todos los hospitales deberían de contar con el programa de optimización de antibióticos, pero en la práctica pocos lo tienen por sus altos costos.
“En teoría si no cumples con la norma deberías ser sancionado. Hay intentos importantes (de implementación de estos programas) en los institutos nacionales de salud; en el IMSS. No sé el alcance. Se están haciendo esfuerzos”, menciona.
Con base en estos programas, los hospitales deberían saber qué tipo de antibióticos emplear, según las tasas de susceptibilidad de las bacterias, por ejemplo.
Entrenar al personal de salud y contar con sistemas de informática que permitan establecer guías de manejo de estos fármacos para cada centro también es fundamental.
Los microbiólogos, explica, deberían informar a los clínicos qué opciones tienen para que no desperdicien antibióticos en gérmenes que probablemente no deberían usar.
“Parece un mundo sencillo, pero es extremadamente complejo”, advierte el epidemiólogo.
Ponce de León precisa que este plan de acción de optimización de antibióticos en cada centro hospitalario del país responde al programa global impulsado por la Organización Mundial de la Salud.
Texto: Natalia Vitela / Agencia Reforma / Foto: Jessica Torres Barrera – Archivo