30 mayo,2022 8:51 am

Atlas, bicampeón

Édgar Contreras / Agencia Reforma

Pachuca

El Atlas es un auténtico Titán, nada menos que el bicampeón de México. Las siete décadas de sufrimiento hoy son una simple anécdota porque de la mano del técnico Diego Cocca y liderados por Camilo Vargas, Aldo Rocha, Luis Reyes, Julián Quiñones y Julio Furch los Rojinegros viven la etapa más dulce y hegemónica de su historia tras el 3-2 global (pese a la derrota 2-1 en el estadio Hidalgo) sobre Pachuca.
Porque hoy ser del Atlas es sinónimo de orgullo, de resiliencia, de éxito. El bufón de la corte durante siete décadas ahora es el monarca del palacio.
Esa afición tantas veces maltratada, incluso físicamente por lo ocurrido este torneo en Querétaro, desgastó la garganta al son del “¡daaaleee, bicampeóóón!” tras el último silbatazo.
Porque el Atlas supo sufrir cuando Romario Ibarra anotó al 8’ tras superar a Javier Abella y Anderson Santamaría, después se salvó de milagro cuando el árbitro Fernando Hernández marcó un fuera de lugar de Romario Ibarra en vez de un claro penal de Santamaría sobre Érick Sánchez, antes de que otra vez Julio Furch anotara de penal en una final, luego de una inocente mano de Daniel Aceves.
Los Tuzos marcaron en el último minuto de la compensación, al 45’+9’, un cabezazo de Nicolás Ibáñez que prometía un vertiginoso segundo tiempo, con un Hidalgo que era un pandemonio, pero a Cocca y sus Rojinegros les sobra oficio y apagaron cualquier insurrección, pese a la expulsión de Aníbal Chalá al 83’ y a un par de jugadas peligrosas de Luis Chávez y Érick Sánchez, de lo mejor de los locales.
Pachuca se esfumó conforme el reloj avanzó, no le puso drama al cierre, ni siquiera amontonó gente adelante como si lo hiciera Tigres cuando remontó ante Atlas en la Semifinal. El juego se secó y la línea adormecedora de los Zorros en el segundo tiempo se comió a los Tuzos.
Tras el final, una de las cabeceras del Hidalgo parecía una sucursal del Jalisco, mientras en Guadalajara la gente celebraba ya en la Glorieta de los Niños Héroes y Édgar Zaldívar alistaba sus pasos de break dance, los primeros de muchos bailes en una noche de insomnio auténtico para la comunidad rojinegra,
Además, algunos maldosos en la cancha ya preparaban el baño que habría de recibir Cocca con una bebida energética, al estilo de la NFL.
Los aficionados del Atlas lloraron durante muchos años, a lo largo de siete décadas, y hoy aún derraman lágrimas, sólo que esta vez por los motivos correctos.