24 agosto,2024 9:54 am

Atrae el museo Acuérdate de Acapulco del hotel Amares un nuevo tipo de turismo, afirman

Curado por empleados del museo Soumaya de la Ciudad de México –el recinto que fue el Calinda y en los 70 Holiday Inn–, fue abierto el pasado 5 de julio y hace un repaso de las antiguas glorias del puerto como destino turístico

Acapulco, Guerrero, 24 de agosto de 2024. Auspiciado por el nuevo hotel Amares –otrora hotel Calinda–, finalmente Acapulco cuenta con un museo que recuerda varias de sus antiguas glorias como destino turístico; desde sus años mozos cuando en los 1920 la gente de la capital del país tardaba días en llegar a playas como Caleta o Caletilla, hasta los 1990, la última etapa dorada de un puerto que se niega a perecer.

Se trata del museo Acuérdate de Acapulco que, curado por empleados del Museo Soumaya de la Ciudad de México, abrió sus puertas al público el pasado 5 de julio “y a mes y medio, la gente ha respondido muy bien”, aseguró la coordinadora de Grupos y Convenciones del hotel Amares Katia Abarca, quien destacó que incluso el nuevo tipo de turismo que ahora atraen –pasó de ser un hotel de 4 a 5 estrellas– está bastante interesado.

En entrevista, recordó que a los pocos días del impacto del huracán Otis sobre Acapulco en octubre del año anterior, se iniciaron los trabajos no sólo para recuperar el edificio inaugurado como Holiday Inn en 1971 por el arquitecto norteamericano Leonard J. Lundgren sino también para renovarlo.

Dicha renovación incluyó el cambio de nombre pues el icónico edificio circular de arquitectura modernista ubicado en la zona Dorada del puerto de Acapulco dejó de ser el hotel Calinda para convertirse en el hotel Amares, igualmente bajo la tutela del empresario mexicano Carlos Slim y su Ostar Grupo Hotelero.

Así, en el espacio que ahora ocupa dicho museo y que antes del huracán era una tienda Samborn’s “relatamos principalmente un poco de los años dorados de Acapulco con el propósito de compartir esta historia con quienes vienen al puerto y la conozcan, reconozcan todos los cambios que ha sufrido el puerto y (conozcan) la historia que tales cambios ha generado hasta este momento”.

Al ser parte de Ostar Grupo Hotelero, indicó, “vino gente del museo Soumaya de la Ciudad de México para colaborar con la planeación y edificación de este museo, con su museografía”.

De hecho, destacó que la idea de mostrar la historia de Acapulco se salió del museo y se extendió a las 359 habitaciones del hotel; “es un hotel renovado, un hotel con decoración vintage, modernizada por decirlo así, y traída al 2024 para nuestros clientes”.

Hay incluso, una pared decorada en su totalidad con las famosas sillas Acapulco y otra que es acompañada con los restos de una ceiba arrancada por el huracán.

Acapulco rock

Pero antes que otra cosa, es difícil sustraerse a la imagen del Dodge Valiant Acapulco de principios de los años 60 que con sus tonos champagne recibe en la entrada a quienes llegan al hotel.

Convertible, con emblemas Acapulco por todos lados, tanto afuera como adentro, con palanca al piso y un motor de seis cilindros de 225 pulgadas cúbicas (3.7 litros) capaz de producir 145 Hp, tenía una potencia más que digna en su época y suficiente para los jóvenes de espíritu rocanrolero.

Al lado de Alberto Vázquez, César Costa, Manolo Muñoz y otras estrellas de la época lo vimos protagonizar varias películas donde se interpretaban canciones como El Acapulco Rock.

I, u, i, u, i / El Acapulco ya está aquí / Aquí bailan la plaga / El rock de la prisión / Pero el Acapulco / Es purito corazón, dice la canción de 1962.

El museo

A lo largo de los aproximadamente 300 metros cuadrados, que se pueden recorrer sin algún tipo de orden, quienes acudan al hotel pueden disfrutar de obras de gente como el artista plástico mexicano Juan Soriano, amante del Acapulco viejo, de las calandrias y las palmeras y que, traída del museo Soumaya, precisamente ilustra en una pintura de gran tamaño que decora una de las paredes a un costado de la recepción.

Fotografías antiguas de los años iniciáticos de este paraíso –Caleta, Caletilla, Papagayo y hasta Revolcadero– comparten espacio con otras pinturas y dibujos aún más antiguos como un facsímil de una ilustración de 1671 del historiador y geógrafo neerlandés Arnoldus Montanus quien conoció el puerto.

Más adelante, se muestran algunos afiches de películas grabadas en Acapulco tales como Acapulco 12-22 (México, 1975) y que comparten lugar con algunos ejemplares de libros extranjeros que tienen al puerto como escenario: Acapulco Moonlight de Marjorie Lewty, de 1985 y Acapulco Rampage (Executioner) de Don Pendleton, de 1976.

En ese sentido, se extraña por ejemplo y sin duda, algún ejemplar (¿primera edición?) de la icónica Se está haciendo tarde (final en la laguna) de José Agustín de 1973, una de las grandes novelas mexicanas de fin de milenio, aunque está Tarzán en Acapulco de Marcos Ordóñez de 2001.

Del mismo modo, existe un ejemplar del libro fotográfico Acapulco en el sueño de Francisco Tario y Dolores Álvarez Bravo.

A lo anterior se suma una copia de la partitura de la canción In Acapulco escrita a mediados de los años 40 por Mack Gordon con música de Harry Warren y copias de discos de gente como Neil Diamond que tiene a Acapulco como tema.

Afiches de la Reseña Mundial de Cine de 1965, mapas de la época, equipo antiguo para bucear –algunos de 1914–, cañas de pescar, tablas de surf también están en exhibición.

Calzado, gorras, juguetes, todo tipo de memorabilia sobre Acapulco se reparte en una y otra de la docena de paredes que compone este museo abierto al público de manera gratuita.

Mención aparte merece la pared dedicada a Elvis Presley, quien grabó la cinta Fun in Acapulco en 1963 y que la historia oficial afirma nunca estuvo en el puerto al tiempo que el empresario Miguel Alemán Velasco, hijo del expresidente Miguel Alemán y desarrollador del puerto, asegura que sí estuvo en Acapulco, contradiciendo incluso a quienes filmaron con él (El Sur, edición del 28 de enero, 2014).

Bustos, fotografías, afiches, disco, incluso una pequeña pantalla interactiva, dan cuenta de esta película que contribuyó en su momento a engrandecer la ya de por sí grandeza de la llamada Perla del Pacífico.

Trajes de baño, femeninos y masculinos, de diferentes épocas, así como uniformes cuentan la historia de la moda de aquellos tiempos y a los que se suman sombreros y gafas de sol.

De hecho, incluso, se encuentra exhibido un bikini similar a los utilizados por la actriz francesa Brigitte Bardot, quien popularizó esta prenda en 1953 al posar con uno en el Festival de Cine de Cannes.

Un área sobre los principios de Acapulco, de cuando los viajes duraban seis días, y otro sobre la historia del propio hotel también están presentes.

No podía faltar el merchandising; tazas, cerillos, y otros elementos publicitarios de lugares como Armando’s o Baby’O.

Tampoco, la mención a productos locales como el refresco Yoli e incluso, al famoso VW Sedán o escarabajo utilizado aún como taxi.

En los años 80, dice un pequeño texto a un costado, “en las calles de Acapulco se hacían filas de bocho taxis que día a día llevaban a los turistas a Revolcadero o a Barra vieja a comer un pescado a la talla y por la noche al Baby’o, mientras que los más arriesgados iban a La Huerta”.

Así, resalta una frase del escritor Julián Herbert colocada en un rincón, “Acapulco es un lujo derritiéndose al sol; es todos los episodios de su historia al unísono”.

El cambio de concepto

Sin duda, aceptó la coordinadora de Grupos y Convenciones del hotel Amares, este museo no sólo brinda una oferta cultural tanto a turistas como locales, sino que complementa el cambio de concepto del mismo hotel que además cuenta ya con elementos de protección contra huracanes.

“Todas nuestras instalaciones tienen temática, el museo incluso es interactivo donde nuestros clientes pueden obtener información en sus teléfonos; teníamos dos centros de consumo y ahora vamos a tener ocho centros en los que el cliente podrá disfrutar al máximo”, siendo que al momento están disponibles el lobby bar, el pool bar, el snack bar, el restaurante Gran Bahía “y próximamente vamos a inaugurar el restaurante El Mirador que tendrá una vista impresionante”.

Lo anterior comentó, ha permitido que pasen de ser un hotel de 4 estrellas a uno de 5 cambie y que incluso cambie el tipo de turismo que reciben.

“Anteriormente lo fuerte con nosotros eran los grupos, los camiones de excursión, pero venimos trabajando ya con huéspedes de otro nivel que vienen de manera individual, clientes que llegan directo a recepción”, celebró sin cerrarse a la opción de seguir recibiendo a los grupos.

Luego de la remodelación que incluyó elementos tales como vidrios reforzados y eliminación de materiales peligros en las habitaciones tales como plafones, con la idea de sobrevivir los huracanes, “el huésped, incluso nosotros como trabajadores, nos podemos sentir seguros y satisfechos”, por lo que invitó no sólo al turista sino al acapulqueño a darse una vuelta y ver no sólo el museo sino también el hotel y darle una oportunidad a este nuevo concepto.

Texto: Óscar Ricardo Muñoz Cano