29 mayo,2024 6:24 am

Aún viven militares que saben de la guerra sucia, pero AMLO no pide la información, señala ex guerrillero del PP

Segunda parte

Atoyac, Guerrero, a 29 de mayo de 2024.- Lucio Cabañas Barrientos pensó que los campesinos se iban a sumar al foco guerrillero y el error fue no haber consolidado “una organización político-militar combativa”, afirmó el integrante de la dirección de la Brigada Campesina de Ajusticiamiento-Partido de los Pobres, Pedro Martínez Gómez.

El líder guerrillero concibió el secuestro de Rubén Figueroa Figueroa para negociar el retiro del Ejército, pero para esta institución no había autoridad y “dominaba totalmente”, y aún viven los “viejos militares” que saben de estos crímenes, pero el gobierno de Andrés Manuel López Obrador no les pide entregar la información, dijo a El Sur.

Cincuenta y siete años después de los hechos, el ex guerrillero consideró que el grupo armado “no tenía el músculo” para desarrollar un secuestro de tal magnitud, además hubo una “subestimación” del poder del Ejército e incluso “hubo una confianza de que íbamos ganando”; y nunca hubo una “reconciliación” con Genaro Vázquez Rojas porque veía a este último como un priista buscando un puesto y Genaro fue crítico del Partido Comunista Mexicano con el que Lucio mantuvo la relación.

En 1972, la guerrilla que encabezó Lucio Cabañas realizó dos emboscadas contra el Ejército, una el 25 de junio y otra el 23 de agosto, ambas son consideradas de los mayores logros de la Brigada Campesina de Ajusticiamiento-Partido de los Pobres, pero también causaron el recrudecimiento de la represión contra las comunidades, como en El Quemado.

Ahí fueron detenidos 91 hombres, siete de ellos murieron por tortura y otros siete están desaparecidos, de acuerdo con el informe de la Fiscalía Especializada para Movimientos Sociales y Políticos del Pasado (Femospp), y 24 fueron sentenciados a 30 años de cárcel en Acapulco, aunque fueron amnistiados cuatro años después.

De un posible arrepentimiento, Pedro Martínez dijo: “yo pienso que la guerra es la guerra y van a suceder muchas cosas de lo que sucedió de la represión, pueblos arrasados; sin embargo, si hay un movimiento fuerte y que resiste todo esto, una población consciente y politizada, yo creo que muchos campesinos, en lugar de huir o quedarse en sus pueblos a esperar a que los detengan, se iban a incorporar a la lucha armada, pero con una orientación clara”.

Algunas de las familias de los guerrilleros también fueron detenidas y “tú hablas de la represión, pero fue en el periodo en el que más jóvenes campesinos se integraron, o sea, no les importó toda esta situación; eso es parte de la guerra, que aun cuando se dan estas condiciones, la gente le entra o le agarra incluso más coraje al Ejército”.

La mayoría de los guerrilleros eran jóvenes, los más chicos tenían 15 o 16 años, y el promedio de edad era de 25 años; llegaron a ser 103 combatientes, pero eso también fue un problema, “tener ese grupo tan grande y no poder desplazar a grupos pequeños, de 30 o 40.

En uno de los capítulos de su libro de 414 páginas, Desde la trinchera Brigada Campesina de Ajusticiamiento-Partido de los Pobres, Pedro Martínez habla sobre la expulsión en 1973 de Carmelo Cortés Castro de la guerrilla, y los cuestionamientos sobre su relación con Aurora de la Paz Navarro del Campo, con quien formó después las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR).

Con la seguridad de haberlo conocido en la juventud comunista, –“tuvimos un vínculo muy estrecho en la militancia”–, Pedro Martínez dijo que lo que en verdad pasó fue que “Carmelo lo que aspiraba más, lo que yo percibo, es el movimiento urbano, estar en la ciudad; él fue de extracción campesina, pero desde muy joven se mantuvo en lo urbano, por un lado estudiando, estuvo en la Normal de Ayotzinapa, pero no terminó ahí, sino que se pasó a la Universidad de Guerrero”.

Señaló que el cuestionamiento a la relación entre Carmelo y Aurora parte de una “visión moralista de las cosas” y de la supuesta confrontación por el liderazgo respondió que “ni la Liga (23 de Septiembre), ni Carmelo, ni nada ni nadie, podía sustituir a Lucio, Lucio tenía raíces profundas en el campesinado y ya tenía toda una serie de prestigio”.

En otro capítulo, Pedro Martínez relata brevemente cuando el luchador social Rosendo Radilla Pacheco, desaparecido el 25 de agosto de 1974, visitó el campamento cerca de San Martín de las Flores para reencontrarse con Lucio Cabañas muchos años después, pero el líder guerrillero no estaba.

El autor del libro recuerda que en alguna fecha posterior a la masacre de Tlatelolco el 2 de octubre de 1968, una vez habló con Rosendo Radilla, quien fue padrino de Pedro Martínez y le dijo que fueron “malos entendidos” las diferencias entre Genaro Vázquez y Lucio Cabañas

–¿Por qué nunca se unieron?

–Yo creo que en cierta manera ahí sí estaban los liderazgos y, por otro lado, las diferencias que venían desde la lucha contra Caballero Aburto, que Lucio decía que lo llamaron a consolidar la ACG, pero que Genaro se fue al PRI buscando un puesto.

“Pero incluso Lucio fue más flexible, Lucio hubiera permitido por lo menos una coordinación, yo creo que el más renuente fue Genaro porque le tiraba mucho al Partido Comunista Mexicano y Lucio mantuvo esa relación con el partido, entonces nunca hubo una reconciliación”.

La acción culminante de la Brigada fue el secuestro del entonces senador Rubén Figueroa Figueroa y futuro gobernador del estado (1975-1981), quien llegó a la Sierra el 30 de mayo de 1974 para negociar con Lucio Cabañas, pero luego fue declarado secuestrado.

Lucio Cabañas pensó que con el secuestro de Figueroa se podía negociar el retiro del Ejército de la Sierra y Pedro Martínez dice en su libro que era “muy aventurado pensar confiar en liberar la zona con un secuestro, y así trazar la estrategia para desarrollar el trabajo político, cuando la bestialidad del Ejército no tiene parangón”.

Y ahondó en la entrevista: el “Ejército dominaba totalmente, para el Ejército no había autoridad municipal, para el Ejército no había un procurador, para el Ejército no había un gobernador, ninguna autoridad que ejerciera una acción como autoridad, sino que era el Ejército el que dominaba”.

Afirmó que en la “cúpula” de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) hay “militares viejos” que saben de los crímenes de la guerra sucia, de los Vuelos de la Muerte, pero “si López Obrador teme a que lo derriben, a que haya un golpe de Estado, no va a exigirle al Ejército, entregar esto”.

El 26 de julio de 1974 Pedro Martínez y Lucio Cabañas se vieron por última vez, el primero se fue a la columna que mantuvo cautivo a Figueroa, aunque ya estaba en Acapulco cuando el político fue rescatado por soldados el 8 de septiembre, y el segundo se fue en una columna de 13 guerrilleros a combatir al Ejército y murió el 2 de diciembre del mismo año.

–Cincuenta años después, ¿considera que fue un error de la guerrilla haber secuestrado a Figueroa?

–Yo digo que fue un error el no haber construido una organización político-militar combativa, yo digo que ése fue el error porque de todos modos, si hubiera tenido una organización fuerte, entonces tenía que hacer acciones incluso más complicadas y esto fue el producto de que no se prepararon las condiciones.

Lucio Cabañas pensó que “la gente se iba a sumar como el foco guerrillero que planteaba el Che, entonces yo creo que en ese movimiento no debería ser el propósito que se planteaba, sino que el problema era consolidar una organización, consolidar la propia Brigada Campesina de Ajusticiamiento, consolidar el Partido de los Pobres”.

La base social estaba con la guerrilla, pero ésta “no tenía el músculo para la acción que se hizo del secuestro de Figueroa y mucho menos desarrollar una guerra de guerrillas de combate a las columnas del Ejército e ir consolidando la cuestión armamentística”, afirmó.

Pedro Martínez consideró que “hubo como una subestimación al Ejército, de que nosotros teníamos hasta cierto punto la capacidad de combatirlo” y “hubo una confianza de que íbamos ganando y que el Ejército no le entraba a buscarnos por el monte”.

El embarazo de la pareja de Pedro Martínez fue otra de las razones para salir de la Sierra y el acuerdo era que iba a recibir una parte del dinero del rescate de Figueroa, “para que nosotros pudiéramos movernos en la ciudad”.

Su compañero Pedro Hernández Gómez fue detenido y quiso acreditar su situación legal de residencia en un domicilio en Cuautla, Morelos, donde también estaba Pedro Martínez, con su pareja y su hija recién nacida, pero no los delató y así los salvó; “fue un buen compañero, él fue de la Dirección de la Brigada y yo sí lamento su detención, su desaparición”.

Pedro Martínez fue parte de la Organización Marxista por la Emancipación Proletaria (OMEP), donde confluyó con Jesús Zambrano, actual presidente del PRD, “pero se fue derechizando”.

Se estableció en la Ciudad de México y luego en Tultitlán, Estado de México, también estuvo en la Unión Soviética; en 1982 obtuvo su amnistía, tardó unos 10 años en regresar a Atoyac por cuestiones de seguridad y fue trabajador de empresas privadas, en las que participó en sus grupos sindicales.

La Brigada Campesina de Ajusticiamiento tuvo cuatro direcciones, sólo quedan tres integrantes vivos, recientemente falleció Humberto Rivera Leyva. En su libro dice que hay mucha literatura sobre la guerrilla de Lucio Cabañas que “no es confiable”, lo que lo motivó a que su testimonio fuera publicado el año pasado, y también lo impulsó que su hija escribe actualmente su tesis de licenciatura en Historia en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) sobre la guerrilla.

Texto y foto: Ramón Gracida Gómez

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