22 enero,2021 4:51 am

Bernardine Evaristo: el activismo y el humor

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Adán Ramírez Serret

 

El virtuoso y polémico escritor irlandés John Banville, autor de obras únicas y perfectas como El intocable o Antigua luz, dijo hace poco que a él ya nunca le van a dar un premio literario, porque es varón, blanco y heterosexual. Que el mundo está plagado de personas “bien pensantes”, que no harían nada –además de ir a una marcha–, para detener la homofobia, la misoginia y el racismo.

Creo que Banville toca un tema muy importante: la estrategia de salvarse el pellejo curándose en salud y hacerse defensor de las causas arriba mencionadas, tan sólo como una moda, porque todo mundo lo hace y para quedar bien a los ojos del mundo, sin que les interese ni remotamente la discriminación.

En lo personal, estoy de acuerdo en que se den los premios literarios ahora a mujeres, a personas no blancas y con orientación sexual no hetero. Retomo las palabras de Banville, porque mientras leía la novela Niña, mujer, otras, de Bernardine Evaristo (Londres, 1959), recordé lo refrescante que es la ironía, el lenguaje sin tapujos y, sobre todo, la crítica. El momento en que el activismo se transforma en humor y crítica. Todos somos culpables.

Bernardine Evaristo es una mujer que antes que nada se ha dedicado al teatro (en 1982 cofundó la primera compañía de teatro de mujeres negras de Gran Bretaña), y, además, ha escrito poesía, ensayo, crítica literaria y casi todos los géneros que se nos ocurran.

También es activista y ha dedicado una buena parte de su vida a difundir la literatura africana, la nigeriana en particular, de donde tiene ascendencia.

Hasta antes de esta novela, Evaristo era poco conocida fuera del círculo literario de Londres –y sin duda casi nada en castellano–, pero Niña, mujer, otras es una novela tan extraña –está escrita en verso– y tan potente –trata sobre ocho mujeres negras– que le valió el Premio Booker 2019, que compartió, nada más y nada menos, que con Margaret Atwood; y fue una de las diecinueve novelas que recomendó Barack Obama en 2019 (al lado, por cierto, de la exitosa escritora mexicana Valeria Luiselli).

Niña, mujer, otras cuenta la historia de ocho mujeres negras que viven el Londres –como lo hacen alrededor de 800 mil mujeres en Gran Bretaña–; está situada en esta capital, una de las ciudades más cosmopolitas –y hipsters– del mundo.

Cada capítulo se centra en una mujer diferente, una dramaturga, una activista, una ama de casa… lo particular y nuevo, es que la novela nunca tiene un tono melodramático o solemne, sino que vemos a personas de carne y hueso que habitan este mundo. Es decir, mujeres que se ríen de sí mismas y que no están tan contentas con quiénes son. Llenas de contradicciones y que detestan en muchos casos a las defensoras de la humanidad.

Bernardine Evaristo cuenta que para construir sus personajes recurrió a la técnica actoral de entrar al personaje, de encarnarlas, vivir dentro de ellas para construir su voz y sique.

El mosaico de personajes muestra un Londres que antes que otra cosa, es frívolo; personas que viven con modas y para quiene la ideología de las minorías es mera frivolidad y sacan provecho de ser discriminadas al grado que compiten sobre a quién desprecian más.

No es usual leer novelas con tal autocrítica; obras que encarnan una causa a través de los defectos que encarna.

De manera paradójica, nunca es tan fuerte una ideología, como cuando se analizan sus carencias y los personajes son honestos, egoístas e hipócritas, y así, curiosamente, se puede creer en algo: en los breves momentos que el activista tiene humor y se convierte en un ser humano.

Bernardine Evaristo, Niña, mujer, otras, Ciudad de México, Alianza, 2020. 491 páginas.