13 julio,2024 5:15 am

Bienvenidos al Piroceno

Octavio Klimek Alcaraz

 

El reconocido científico y autoridad sobre la historia del fuego el profesor emérito Stephen J. Pyne de la Universidad Estatal de Arizona, acuñó el neologismo Piroceno como un eslogan en un ensayo de 2015 titulado La era del fuego publicado en Aeon (https://aeon.co/essays/how-humans-made-fire-and-fire-made-us-human). Desde entonces comenzó a usarlo con regularidad y en 2019 comenzó a proponerlo como un principio informativo (en un sentido literario) mediante el cual entender el mundo que ha creado nuestro pacto con el fuego. Durante mucho tiempo había considerado todo el Holoceno como un Antropoceno. Desde la perspectiva del fuego, Pyne considera el Antropoceno como un Piroceno de los últimos 10 mil años.

Así, Pyne ha criticado la propuesta de la época del Antropoceno por enfatizar el dominio de una sola especie sobre el medio ambiente. En cambio, aboga por una “época del Piroceno” definida por el uso del fuego por parte de la humanidad, opuesta a la Edad de Hielo de la época del Pleistoceno.

Básicamente, el concepto dice que estamos en una Era del Fuego de escala comparable a las Edades de Hielo del Pleistoceno. Su premisa central es que hicimos una alianza con el fuego nos llevó a la cima de la cadena alimenticia, y ahora amenaza con desquiciar el planeta.

Desde que el hombre utilizó el fuego, el fuego también ha dado forma a su entorno. Ecosistemas como los bosques templados de coníferas y las sabanas han evolucionado para depender de incendios recurrentes. Esto no incluye sólo todas las áreas desarrolladas para la caza, el cuidado de pastos y el cultivo mediante agricultura de tala y quema. El progreso tecnológico e industrial de la humanidad se basa en la combustión primordial de hidrocarburos, que modifican el clima. Y esto, a su vez, conduce a condiciones climáticas extremas que dan a los incendios una potencia desenfrenada: las olas de calor, las sequías y las tormentas aumentan el riesgo de incendios forestales devastadores.

El papel del fuego en los ecosistemas es muy diverso y esta complejidad es el tema de la ecología del fuego. Examina el fuego como influencia en diversos ecosistemas, pero también considera su importancia cultural, histórica y agrícola para los humanos y evalúa sus efectos sobre el medio ambiente y el clima. Los investigadores de la ecología del fuego también analizan el papel del ser humano como causante, combatiente y agente de la prevención de los incendios forestales.

No son sólo los grandes incendios que acaparan los titulares en México, Brasil, Canadá, California o Australia los que hacen que estas preguntas sean cada vez más importantes a medida que avanza el cambio climático. La interacción que se refuerza a sí misma entre el calentamiento global y los incendios forestales también agrava la situación de peligro en el planeta. De hecho, en el 2013, un grupo de 50 miembros de renombrados científicos internacionales encabezados por el profesor Pyne advirtió en un libro blanco dirigido a las Naciones Unidas sobre el aumento de los incendios en un entorno global que cambia rápidamente (https://gfmc.online/wp-content/uploads/Vegetation-Fires-Global-Change-UN-White-Paper-GFMC-2013.pdf).

Es una realidad, que un bosque que ha sido afectado por un largo y caluroso período seco se incendiará más rápidamente y provocará incendios violentos y difíciles de extinguir. Por otro lado, en algunos lugares el riesgo de que los rayos provoquen incendios aumenta a medida que aumentan las tormentas. Sin embargo, en nuestros bosques y selvas se producen incendios principalmente porque la gente provoca incendios. Pocos incendios se atribuyen a causas naturales, es decir, a rayos. La mayor parte de los incendios forestales en México son causados por el hombre, principalmente son incendios provocados o simple negligencia.

La historia de la humanidad está entrelazada con la del fuego, que se encendió con nuestros primeros intentos de controlarlo. En los siguientes miles de años, aprendimos a manipular con éxito el fuego para impulsar el progreso, al tiempo que hemos intentado eliminar los incendios forestales incontrolados de nuestro paisaje modificado por el hombre. Es importante indicar que diversos pueblos indígenas se adaptaron a los ecosistemas donde vivían, desarrollando prácticas de gestión que transformaron los paisajes propensos a incendios en otros más seguros y productivos. Los pueblos aborígenes de Australia utilizaron prácticas de quema cultural para promover la salud de las plantas deseables y limpiar la tierra, lo que resultó en un paisaje de mosaico más resistente y diverso. En muchas partes del África subsahariana se utilizaron ampliamente pequeños incendios para apoyar la agricultura. En México, la tala selectiva y la eliminación de combustible por parte de los pueblos indígenas ayudaron a mantener los incendios forestales más pequeños y menos destructivos. Durante gran parte del Piroceno, el fuego del paisaje ha sido un componente esencial de las comunidades humanas sostenibles y la renovación ecológica.

Sin embargo, el irracional crecimiento de la era industrial en el siglo XX y XXI ha visto cómo el uso humano de la tierra se extendía e intensificaba rápidamente, con consecuencias complejas para los incendios. De hecho, para proteger los recursos naturales y los crecientes asentamientos humanos, a principios del siglo XX las políticas de manejo del fuego en tierras forestales en Europa y América del Norte defendieron estrategias de prevención y extinción de incendios forestales, que resultan no ser tan exitosas como se pensaba. Décadas después, la acumulación de combustible vegetal ha hecho que en muchos casos estos ecosistemas forestales sean aún más catastróficamente inflamables en tiempos de cambio climático. Mientras tanto, el crecimiento de las áreas urbanas y suburbanas se ha extendido aún más, poniendo en riesgo a más comunidades cuando los incendios forestales arden sin control. Es decir, no sólo nuestros esfuerzos han fracasado a menudo, sino que las obras y actividades humanas han aumentado la probabilidad y el riesgo de incendios, así como su potencial destructivo. Se debe discutir en la sociedad si se persiste en mantener los costosos esfuerzos por controlar y suprimir esta fuerza de reacción elemental, que es el fuego, o adaptarnos y ajustarnos, cambiando la forma en que se manejan nuestros bosques y selvas, así como las tierras agropecuarias. Hasta ahora, el aspecto destructivo del fuego sigue presente. El cambio climático antropogénico y la modificación del paisaje están cambiando los regímenes de incendios hacia estados nuevos y desconocidos. En el Piroceno, la pregunta es: ¿Qué se necesita para escribir una historia más sostenible para las personas y el fuego de nuestros bosques y selvas en los territorios donde se encuentran?