16 noviembre,2019 5:15 am

Bosques con comunidades

Ruta de Fuga
Andrés Juárez
 
En una jugada a dos bandas, diputados locales y federales han presentado sendas propuestas en contra de la apropiación y control territorial por parte de ejidos y comunidades en las zonas forestales del Estado de México. Los legisladores los culpan de la deforestación y hasta de la tala ilegal, de manera implícita. Se busca, desde la Legislatura mexiquense, declarar una veda forestal para los bosques de la entidad. Esta veda significa que no se podrían extraer volúmenes de madera durante el periodo determinado. Por otro lado, se busca, desde la Legislatura federal, hacer una recategorización del área natural protegida Nevado de Toluca para que vuelva a ser Parque Nacional y con ello prohibir los aprovechamientos forestales que se hacen mediante el manejo forestal comunitario.
El diputado local promovente del exhorto a las autoridades federales para que declare la veda forestal asegura que “no ha existido alguna política o estrategia ecológica que permita su conservación (de los bosques), en la actualidad dicha zona (el Nevado de Toluca) se encuentra invadida por la actividad humana, como muchas de las áreas naturales protegidas en el país”.
En esta declaración se exhibe ignorancia en varios aspectos. Por ejemplo, la política de Áreas Naturales Protegidas y lo que implica en términos de marco regulatorio, como las subzonificaciones que componen las ANP y los reglamentos que se deben seguir para las actividades dentro de sus perímetros. Pero en particular deja ver el desconocimiento –que se comparte con buena parte de la población– sobre el manejo forestal comunitario. Ignorancia de la que se aprovechan este tipo de legisladores para condenar socialmente actividades que no sólo dejan beneficios económicos y ambientales en lo local, sino que permiten el mantenimiento saludable de los bosques en el país.
Los bosques bajo manejo forestal comunitario son sometidos a extracción de recursos forestales –árboles, principalmente–, es verdad. Sin embargo, el manejo forestal que hacen las comunidades implica muchas cosas además de la extracción de árboles: chaponeos (sacar ramas y arbustos que pueden convertirse en combustible para incendios), aclareos (sacar los árboles más débiles para que los mejores tengan espacio, luz y nutrientes suficientes para crecer mejor), regeneración natural y reforestación, obras de conservación de suelos, saneamiento contra plagas y enfermedades, implica capacitaciones a las personas de la comunidad.
De los bosques bajo manejo se extrae madera en rollo, sí, lo cual deja beneficios económicos en las comunidades, pero eso no significa deforestación –como se hace creer–, ya que los árboles que se extraen primero son siempre los dañados, lastimados, feos, torcidos, plagados, enfermos, y al final los de constitución más sana. Así, el aprovechamiento bajo manejo es una forma de ir mejorando la composición del bosque. Y con las nuevas normas, se deja un porcentaje de esos árboles dañados para conservar la diversidad de fauna y hongos que están asociados en los árboles podridos. Por otro lado, el volumen que se autoriza para extraer de un bosque será siempre menor al que se puede extraer, con lo cual la autoridad se asegura de que no se deforeste más de la cuenta.
Un programa de manejo forestal está revisado por la autoridad federal y autorizado por ella, con el visto bueno de la autoridad estatal y, en algunos casos, por la municipal. El programa debe estar empatado con los programas de Áreas Naturales Protegidas y con programas de desarrollo municipal. Entonces, ¿por qué se asegura que el manejo forestal implica tala clandestina? Por simple desconocimiento o mala fe. Faltando a toda lógica, ya que al implementar una veda forestal se ata de manos a quienes dependen del bosque y hacen buen manejo forestal, mientras que los taladores clandestinos seguirán con su actividad ilícita de cualquier forma. No es una veda lo que se requiere contra la tala clandestina sino una mejor regulación, menos impunidad y mayores capacidades comunitarias para inspección y vigilancia.
La historia forestal en México no se puede leer a corto plazo. Durante décadas existió una política de concesiones privadas al estilo de la minería que extrajo los mejores volúmenes de masa forestal sin procurar la regeneración. Luego vinieron las concesiones gubernamentales. Y desde hace apenas 20 o 30 años las comunidades están rescatando su autonomía forestal y desarrollando sus capacidades para ir perfeccionando el manejo. No es momento de cortarles las manos y condenarlas una vez más a la desapropiación de sus territorios.
Un buen manejo forestal incluye zonas de restauración y zonas de conservación donde la biodiversidad puede persistir. Un buen manejo forestal incluye protección de cuerpos de agua y mitigación de los impactos ambientales derivados de la misma extracción de árboles. No todas las comunidades con bosque hacen manejo forestal y no todas las que hacen manejo forestal lo hacen del modo más óptimo. De ahí la importancia de no prohibir sino de empujar para que se haga aún mejor, conservando el bosque siempre.
La caminera
La Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales lleva ocho meses de retraso en el cumplimiento de su obligación de publicar el Reglamento de la Ley Forestal, poniendo el marco regulatorio del manejo forestal en incertidumbre. A ver cuándo.