17 noviembre,2021 5:34 am

Brasil, una vez más en la encrucijada

Gaspard Estrada

 

Como dice el dicho, “la política brasileña no es para amateurs”. La semana que acaba de pasar ha sido nuevamente muestra de ello. En primer lugar, el acuerdo espurio llevado a cabo por el presidente de la Cámara de Diputados, Arthur Lira, con el presidente Jair Bolsonaro, para permitirle ejercer el control de buena parte del presupuesto federal a través de la distribución confidencial de recursos a miembros del Congreso a cambio de votos a favor del gobierno, parece haber llegado a su fin.

Después de un amparo acordado por una jueza de la Suprema Corte de Justicia de ese país, Rosa Weber, el pleno de la Corte decidió por ocho votos contra dos que el sistema llamado por los medios de “presupuesto paralelo” es inconstitucional y por ende, debía suspenderse de inmediato.

Desde entonces, varios voceros del presidente en el Poder Legislativo han atacado la decisión de la Suprema Corte en los medios, amenazando con una “crisis institucional” en caso de que esta medida no tenga marcha atrás. Sin embargo, es poco probable que suceda. Con la amplitud del resultado, los magistrados dejaron claro que están dispuestos a cortar de tajo con esta práctica que en los hechos corrompe la relación entre Ejecutivo y Legislativo. Desde el regreso a la democracia, en 1988, esta relación siempre ha sido problemática.

En efecto, la instauración en la Constitución de un régimen político sui generis –el “presidencialismo de coalición”– hace que, si bien el presidente de la República dispone de numerosas prerrogativas, propias de un régimen presidencialista, las atribuciones del Congreso también son extensas, teniendo en cuenta que su composición es extremadamente fragmentada. Es esta combinación, explosiva la que hace que Brasil sea un país tan difícil de gobernar, y en el cual la construcción de mayorías políticas tarda mucho (a veces demasiado). Actualmente, más de treinta partidos se encuentran representados en la Cámara de Diputados, lo que constituye un récord mundial de fragmentación partidaria. Sin embargo, para resolver este problema y avanzar en su agenda de destrucción de las instituciones democráticas construidas con el regreso de la democracia, en 1988, Bolsonaro y Lira decidieron montar un esquema de corrupción sofisticado, y que además tenía todos los tintes de legalidad necesarios. En vez de tratarse de pagos en efectivo a miembros del Parlamento, el presidente del Congreso creó una nueva forma de transferir fondos públicos de manera anónima, sin que sea necesario reportar el destino ni el beneficiario de los recursos. Gracias a esta fórmula opaca, Bolsonaro ha evitado que el Congreso abra los más de cien procesos de destitución en su contra. Pero ahora todo indica que los próximos meses serán complicados para el presidente, tanto en el Congreso como en el plano económico y frente a las acciones de la oposición.

En efecto, el ex presidente Luiz Inacio Lula da Silva, tiene la intención de capitalizar los des-aciertos del gobierno actual, en particular en materia de política exterior. Es la razón por la cual el líder del Partido de los Trabajadores (PT) emprendió esta semana un viaje a Europa, que lo llevará a Alemania, Bélgica, Francia y España. En todos estos países, el ex presidente se encontrará con políticos, empresarios, académicos, estudiantes y medios de comunicación para debatir el presente y el futuro de Brasil, y de esta manera dejar en evidencia su oposición a Bolsonaro.

Como parte de esta estrategia Lula se encontró el viernes pasado con el futuro canciller de Alemania, Olaf Scholz, y se reunió el pasado lunes con el vicepresidente de la Comisión Europea, Josep Borrell. Y ayer, Lula regresó al anfiteatro histórico de la Universidad Sciences Po, en París, diez años después del otorgamiento de su doctorado honoris causa, cuya ceremonia fue reportada oportunamente por El Sur en noviembre del 2011, y hoy recibirá el premio al Coraje Político, que solo recibieron tres personalidades en la historia (los ex presidentes y premios Nobel de la Paz Anuar Al Sadat de Egipto y Frederik De Klerk de África del Sur, así como el papa Juan Pablo II). De nueva cuenta, Lula vuelve a hacer historia. Y la historia de Brasil, sigue dando vueltas.

 

* Director Ejecutivo del Observatorio Político de América Latina y el Caribe (OPALC), con sede en París.

 

Twitter: @Gaspard_Estrada