10 septiembre,2021 5:12 am

Brenda Navarro y el vacío

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Adán Ramírez Serret

Brenda Navarro (Ciudad de México, 1982) ha escrito una novela que, en muchos sentidos, me parece sublime, una obra de arte. Casas vacías, es una mezcla de sabiduría y poesía, pues, por un lado, comprende una parte de la realidad mexicana de los últimos veinte años: desapariciones, secuestros y una violencia ubicua, a la vez que los transforma en una historia de maternidades terribles que, por extraño que parezca, contienen una gran cantidad de poesía, pues exploran el deseo, el amor materno y la soledad, desde un punto tan profundo, que podemos ver las entrañas humanas, la cual, siempre está cargada de poesía. De esa extraña sensación de terror y belleza que experimentamos siempre que se exploran los sentimientos humanos como el amor.

Casas vacías cuenta la historia de dos mujeres mexicanas de clases sociales diferentes, una, de clase media, quien tiene un hijo, rubio de su esposo español, Daniel sufre autismo y eso le crea una terrible culpa a su madre, tanto por haberlo querido abortar, como por lamentarse cada día de su vida de tener que atender un niño con este trastorno. En el monólogo/confesión/corriente de la conciencia interna, cuenta su vida que es totalmente clasemediera, no sabe si está cómoda en su relación, si está enamorada o no, si vive su vida plenamente, y si debe tener hijos y cuál es la razón de desearlos o no.

Mientras que la otra mujer, de clase trabajadora, lo único que desea en la vida, es tener un hija con su esposo a quien mantiene y quien la golpea, pero está con ella, y la puede embarazar, lo cual para ella es más que suficiente. El monólogo de esta mujer, es de lo más brillante que he leído en los últimos tiempos, en cuanto a verosimilitud y el talento para definir una identidad mediante el ritmo, el caló y el pensamiento. Es desgarrador, es crudo, es violento a un grado que alcanza la poesía.

Se trata, pues, de dos mujeres muy diferentes, que comparten la posibilidad o necesidad de ser madres, y vivir en una sociedad brutalmente machista como la mexicana en la cual ser mujer implica la sobre exposición a la violencia física y sicológica.

La mujer de clase media lidia con los problemas de la familia de su esposo y se mantiene ausente, escribiéndose con un hombre mientras su hijo juega en un parque. En un abrir y cerrar de ojos, su hijo desaparece y en ese instante, se conecta con la otra cara del país, quizá con la más real y sin duda la más terrible: la de las personas a quienes les ha sido arrebatado alguien. Todo pierde sentido, nada vuelve a ser lo mismo; la vida misma, se transforma en una atormentada y profunda incertidumbre que llega a vaciar la existencia.

Mientras que la mujer de clase trabajadora, al conseguir por la fuerza al hijo que la vida no le da, descubre que su felicidad es imposible siendo quien es y por haber nacido en donde nació.

Casas vacías es una obra de arte porque logra algo que muy pocas personas pueden hacer: la metáfora es tan potente como aquello que dimensiona. Al grado que, la historia de la novela es tan potente y profunda, como terrible y dolorosa es la realidad de México. Brenda Navarro, logra aquello que es dado a un reducido grupo de personas: tocar el vacío y transformarlo en una maravillosa novela.

Brenda Navarro, Casas vacías, Ciudad de México, Sexto Piso, 2019. 164 páginas.