15 agosto,2018 6:55 am

¡Cácaro!…/ (Segunda parte)

José Gómez Sandoval
Pozole Verde
 
 Nosotros los pobres

  1. Dirigida por Ismael Rodríguez y actuada por Pedro Infante, Blanca Estela Pavón y Evita Muñoz Chachita, no sólo es una película emblemática, sino la más vista del cine mexicano. Película coral, con temas y personajes populares, en ella la vecindad es “un microuniverso dinámico donde conviven personajes irreconciliables en el orden moralino y social, como la prostituta y la noble esposa”, es un “espacio humano y sentimental en el que se borran las fronteras entre lo público y lo privado”, aunque luego sabremos que “lo único privado en el territorio de los pobres es el secreto de un ‘pecado’”: la hermana de Pepe El Toro, ha sido seducida y abandonada por uno de los ricos, simbolizando así que la seducción de la riqueza representa el pecado innombrable de la pobreza”.

Ahí Pedro Infante silba y canta la de Amorcito corazón, en el papel de Pepe El Toro. Durante muchos años la gente aplicó la frase “¡Pepe El Toro es inocente!” para esgrimir exculpaciones personales.
Una familia de tantas

  1. Director: Alejandro Galindo. Con Fernando Soler, David Silva y Martha Roth. Al terminar la Segunda Guerra Mundial en México se dieron altas tasas de crecimiento y “los cachorros de la Revolución, ejemplificados en el presidente Miguel Alemán”, sustituyeron a los militares “en la conducción de los asuntos públicos de México. Aquella fue la época de un gobierno abiertamente pro estadunidense y modernizante que sin embargo se proclamaba nacionalista y revolucionario”.

El film “captura los efectos de aquel milagro mexicano en el ámbito de una familia de clase media urbana de la capital del país que se presume típica. La recreación de la ideología familiar y sus costumbres a través de la puesta en escena de cuadros de la vida doméstica es muy convincente. Las comidas con padres e hijos reunidos en torno a la mesa aparecen como sádicas sesiones de tortura, en las que el padre, Fernando Soler, despliega su autoritarismo moralista ante una progenie sumisa, respetuosa y aterrada”. Un enamorado vendedor de aspiradoras recrea las promesas de la modernidad estadunidense y cuestiona la autoridad patriarcal. Supuestamente, del ajuste de cuentas “surgirá la nueva familia mexicana, más comprensiva y tolerante”, alejada del “tufo porfiriano”.
El comentarista inscribe la película en el proyecto modernizador alemanista y a su director, Alejandro Galindo, lo pone, al modo de Emilio García Riera, como el “regañador de la juventud”, pues en películas posteriores (Tu hijo debe nacer, la edad de la tentación, Mañana serán hombres y Ellas también son rebeldes), “la desintegración familiar del alemanismo se atribuye al descarrilamiento de los hijos de la clase media y a la debilidad del patriarcado en su forma moderna”.
El rey del barrio

  1. Director: Gilberto Martínez Solares. Con Tin Tan, Silvia Pinal y Vitola. Tin Tan se erige como rey de la parodia en esta cinta que “se burla de casi todos los lugares comunes del cine urbano” de la época hasta dejar casi cualquier género sin cabeza. Dice bien Urrecoechea que, tratándose de una parodia de temas o escenas del cine mexicano, “la parodia sólo adquiere sentido en su relación con su referente”, pero exagera al afirmar que “la gracia de El rey del barrio es directamente proporcional al conocimiento del cine mexicano de su audiencia”. Afirma que en la cinta hay parodias de Madre querida, María Candelaria y Nosotros los pobres, entre otras, y que con ellas el director y el actor ofrecieron a los espectadores la oportunidad de reírse de sus propios gustos y emociones, conduciéndolos al ejercicio de “la autocrítica humorística y a desmitificar la tradición cinematográfica convencional”.

Para el comentarista, “quizá” la escena más cómica de nuestro cine es aquella en la que Tin Tan… da lecciones de canto a la espiritifláutica Vitola con el objetivo de robar sus joyas. A otros nos gusta la escena en que el rey del barrio se reúne en una especie de billar con su carnal Marcelo, Ramón Valdés, Borolas y algún otro disque mafioso para “instruirlos” y darles órdenes disque severas.
Aventurera

  1. Dirige Alberto Gout, con Ninón Sevilla, Andrea Palma, Tito Junco y Rubén Rojo. Primera vez que el comentarista no minirreseña el argumento y, por lo mismo, no lo enmarca en el ámbito social. Destaca la actuación de Ninón Sevilla, y dos de las escenas de su vida inocente y aventurera. La segunda es cuando conoce a la madre de su novio, un “inconcebible personaje que es a la vez una conservadora madre de una familia pudiente y la madrota del burdel” en el que baila. Si el guionista, Álvaro Custodio, era malicioso, el director Gout evadió los excesos y truculencias del género, pero el meollo del filme es Ninón, “la estrella más singular del cine de rumberas”. Escribió (ora sí) Monsiváis: “A fines de los 40, la novedad es la presencia de las mujeres que, a diferencia de la legendaria Santa, ya no se avergüenzan de sus movimientos ‘libidinosos’ ni toman tan en serio la noción de pecado… Ninón Sevilla, con ese rostro en donde se vuelven indistinguibles inocencia y astucia, la Vamp que el cine mexicano no produjo en la época muda… es la sirena de cabaret cuya lascivia lleva al parroquiano al odio instantáneo a su mujer legítima”. Jorge Ayala Blanco enumera sus defectos físicos como para encumbrar “la belleza de esas piernas largas y perfectas” y ceder “al imperio de esos enormes ojos de alienada, a la sexualidad animal de esas sólidas caderas… a la desafiante vulgaridad de sus movimientos”. Y Emilio García Riera: “Condenada por estar buena a no poder trabajar de mecanógrafa, dependiente o mesera… soberbiamente vulgar, sarcástica, más poderosa que nadie, Ninón se burlaba de los niños bien, humillaba a una madre réplica de la suya propia (la que traicionó a su padre y la dejó en el desamparo)…”.

Los olvidados

  1. Luis Buñuel. Con Stella Inda, Miguel Inclán, Alfonso Mejía y Roberto Cobo. “Acusada de denigrar al país… sólo tras su triunfo en Cannes venció las resistencias chovinistas y sería reestrenada y premiada” en México. “Aclamada… fue declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad en 2004”. Documenta la crudeza de la pobreza que Nosotros los pobres enaltece e idealiza. De la ardua comparación de las dos películas “paradigmáticas” del cine mexicano entresacamos que, aunque caminan por caminos diferentes, “tan truculenta es la trama de una como la de la otra”. Y hablando de coincidencias, a modo de chisme, “el habla popular de los personajes de Los olvidados se debe a la adaptación de los diálogos de Pedro de Urdimalas, el guionista de Nosotros los pobres… y algunas de las escenas más surrealistas del cine mexicano no provienen de Los olvidados, dirigida por un surrealista confeso, sino de Nosotros los pobres, como aquella en que dos crueles mecapaleros “embargan” la silla de la madre paralítica, dejándola tirada en el suelo; o aquella otra en que la misma… madre recibe una paliza despiadada por parte del mariguano don Pilar, personificado por Miguel Inclán, actor que también hizo el papel del perverso ciego que odiaba a los niños y añoraba los tiempos de don Porfirio Díaz en la cinta de Buñuel”.

En ambas películas “está ausente la explotación del trabajo por el capital como causa de la pobreza, pero mientras en el melodrama de Ismael Rodríguez la salida está en el corazón, en la presentación de Los olvidados se afirma que la película ‘basada en hechos reales… no es optimista y deja la solución a las fuerzas progresistas de la sociedad”.
2 tipos de cuidado

  1. Ismael Rodríguez, director. Con Jorge Negrete y Pedro Infante. Ayala Blanco considera esta cinta, en que se reunieron Pedro Infante y Jorge Negrete, como “la obra maestra de la comedia ranchera. Al mismo tiempo es su parodia más graciosa: la celebración majestuosa del macho mexicano y su sátira. Todo revuelto”.

El cácaro revisa los enredos sentimentales de los protagonistas y opina sobre el papel de las mujeres en la provincia machista, pero el chisme que, en letras chiquitas, aclara la caricatura de Rocha que aparece en este Pozole Verde, es más sabrosa:
“En 1952 Jorge Negrete y Pedro Infante eran los máximos ídolos del cine nacional. Juntar a los dos en una misma película se antojaba un éxito inigualable de taquilla, pero también era un reto enorme. El arrogante Jorge ya empezaba a decaer y temía acercase mucho ante la ascendente fama de Pedro. El humilde Pedro a su vez, temía juntarse a Jorge de quien lo separaba una clase social y a quien envidiaba por su potente voz de “Charro cantor”. Ambas estrellas no paraban de ponerse sus moños ante las peticiones del director Ismael Rodríguez, artífice del pryecto quien, luego de muchos intentos, no le quedó de otra que acudir ante la única persona ante quien no podrían negarse: el presidente de la república Miguel Alemán Valdés. Éste prometió convencerles (sic) y lo hizo, pero el favor no sería de gratis; a la hora en que Ismael Rodríguez se aprestó a dirigir la película con su productora Hermanos Rodríguez el presidente le informó que la película se haría desde la compañía Televoz, la cual había sido creada para la ocasión y la dirigiría su hijo Miguel Alemán Velasco en sociedad con Jorge Negrete”.