14 mayo,2024 6:07 am

Carlos Wieder: piloto y poeta de las dictaduras

TrynoMaldonado

METALES PESADOS

Tryno Maldonado

La búsqueda detectivesca a través de la literatura es el elemento dominante en la obra de Roberto Bolaño (Santiago de Chile 1953-Barcelona 2003). Bolaño construyó, además, una mitología en torno a sí mismo. El núcleo de esta mitología es su juventud como poeta de vanguardia en Ciudad de México. Hay que pensar que la actitud de Bolaño como escritor público se la diseñó él mismo en un lapso muy breve de visibilidad, pues fue “un escritor sumergido y casi secreto hasta 1997 o 1998”, como afirma el crítico literario Ignacio Echevarría. El mito que él se construye es “el mito de la juventud perdida, aguerrida, una juventud valiente, ligada a la literatura como experiencia total”.
Abrevando de este mito que se extiende a los personajes bolañianos, el artista oaxaqueño Efraín Constantino acaba de inaugurar el pasado 11 de mayo la exposición Estrella distante en la biblioteca Andrés Henestrosa de la ciudad de Oaxaca. Las piezas se despliegan a partir de la obra, vida y relación con el poder del poeta y personaje de Bolaño: Carlos Wieder.
Afirma Walter Benjamin que la experiencia del horror provoca una crisis en las posibilidades de intercambiar y transmitir discursivamente lo vivido. Esta crisis de incomunicabilidad está problematizada –como paradoja– en la poesía del piloto militar Carlos Wieder. La palabra, la imagen, su vida antes y durante un régimen dictatorial latinoamericano, se des-dice discursivamente ante la experiencia del desarraigo y la brutalidad del Estado. Queda desapalabrado.
El lenguaje colonial implica por fuerza un sistema de relaciones de poder. En el orden colonial las palabras de los poderosos sirven para mentir. Sirven para dominar. De igual forma, en las imágenes de Estrella distante de Efraín Constantino nos encontramos sin palabras –sin poesía– ante las necropolíticas y los necrolenguajes de los que su obra da constancia. Y es allí donde la palabra y la imagen –tal como ocurre en la poesía de Carlos Wieder– son ya insuficientes para dar cuenta del horror: es justo donde se pierde el sentido de la realidad. Esa laguna, esa fractura en la continuidad del tiempo lineal y en el sentido, es lo que clínicamente se reconocería como el nacimiento de un trauma: un feminicidio, una desaparición forzada, un asesinato doloso, una dictadura.
El lenguaje del poder no sirve para enunciar. El lenguaje del poder sirve para ocultar. Para mentir. Esta retórica global de las guerras del capitalismo incluye un paquete de palabras, imágenes y conceptos que ya de antemano contempla minimizar las bajas de civiles por asesinatos, desapariciones forzadas y ejecuciones extrajudiciales. Sin embargo, más allá de esa colateralidad de las víctimas, dentro de este nuevo escenario y las nuevas estrategias de esta guerra, esos cuerpos vulnerables, esos cuerpos no-violentos, han cobrado centralidad; lo que Rita Laura Segato refiere como la instauración de una “pedagogía de la crueldad”.
Dice Harold Bloom que es la extrañeza lo que hace canónico a un autor y su obra; es decir, “una forma de originalidad que o bien no puede ser asimilada, o bien nos asimila, de tal modo que dejamos de verla como extraña”. Bolaño fue así también al momento de elegir sus afinidades como lector, un lector que fincó su propio canon desde el mismo sitio desclasado que él habitaba y desde donde no tenía más remedio que escribir para sobrevivir; es decir, los márgenes y la extrañeza en relación a un centro geográfico y literario.
Bolaño murió justo antes de poder vivir enteramente su canonización. Su centralidad. Eso lo salva. Ajeno a toda influencia de la vieja guardia del boom –a millas de distancia del último canon fallido propuesto por Carlos Fuentes antes de morir y donde Bolaño ni siquiera es mencionado por error–, los autores del canon bolañiano y sus compañeros de viaje son todos aquellos que ahora leemos quienes podríamos considerarnos sus deudores, pero que el centro patriarcal, donde lo haya, había relegado al mismo sitio desde donde Bolaño, Wieder y Constantino trabajaban: las orillas.
En Estrella distante de Efraín Constantino atestiguamos cómo, en un contexto global de biopolítica, los cuerpos englobados en esas redes son el nuevo objetivo en disputa. Territorios en disputa. Los cuerpos frágiles y de los no-combatientes y sus representaciones en la colectividad se han convertido en el “bastidor en donde la estructura de la guerra se manifiesta” (Segato).