11 septiembre,2020 5:26 am

Carrizalillo

 

 

Jorge Camacho Peñaloza

 

Al parecer, la dignidad de la vida humana no estaba prevista en el plan de globalización.

Ernesto Sábato.

 

 

Carrizalillo es hoy sinónimo de oro, porque ahí está asentada una de las minas que más oro se extrae en México propiedad de la empresa extranjera Equinox Gold, pero es una comunidad de poco más de mil habitantes, es un ejido, ubicado en el municipio de Eduardo Neri, que tiene rentadas más del 80 por ciento de sus alrededor de mil hectáreas de tierras a la empresa Equinox Gold y antes a Gold Corp, a un precio hasta octubre del año pasado de alrededor de 13 mil 500 pesos anuales por hectárea, es decir, a mil 125 pesos al mes.

De acuerdo con información abierta las empresas que han explotado la mina obtienen alrededor de 999.24 dólares por cada mil dólares de oro vendido de los cuales las comunidades se quedan solamente con 0.74 centavos, aunque esta parte haya ya aumentado a 5.87 dólares. De 2007 a 2017 la empresa que ha explotado esa mina obtuvo ganancias por 350 millones de dólares, es decir, 7 mil 700 millones de pesos, poco más de 32 millones de pesos al mes al precio actual del dólar, 385 millones al año.

En la tesis Impacto socio-territorial de la minería a cielo abierto: caso Mezcala, Guerrero que para obtener el grado de Maestro en Ciencias, José Luis Ramírez Macedonio, en el Centro de Investigación y Posgrado en Estudios Socio Territoriales, CIPES, de la Universidad Autónoma de Guerrero se menciona que Gold Corp “En el año 2016 está transnacional arrojó una ganancia de 2.873 millones de onzas de oro. Con un valor en el mercado de 856 dólares por onza”, es decir, cerca de 2 mil 500 millones de pesos.

No obstante estas estratosféricas ganancias de las empresas mineras, según el informe Las Actividades Extractivas en México: Minería e Hidrocarburos Hacia el Fin del Sexenio. Anuario 2017 presentado por Fundar, Centro de Análisis e Investigación A.C., de 2010 a 2014, sólo el 1 por ciento de los ingresos fiscales del país provinieron de esta actividad, mientras que en Chile, Perú y Bolivia la proporción fue de 13.8 por ciento, 6.4 por ciento y 2.8 por ciento, respectivamente, ello debido a “la evasión fiscal, la existencia de privilegios e incentivos fiscales injustificados, o la ausencia de políticas tributarias que graven de manera efectiva la riqueza de personas y empresas”.

Asimismo, en el informe se lee que en el país durante el periodo de 2006 a 2015 las mineras en su conjunto obtuvieron ingresos por el orden del billón 714 mil 342.7 millones de pesos, pero solo pagaron de impuestos el 1.3 por dinero, es decir, 22 mil 397 millones de pesos.

En un momento de tensas protestas de los habitantes de Carrizalillo por incumplimientos de la empresa con los habitantes del pueblo, conocí un alto directivo de Gold Corp, no canadiense, un mexicano pero de ojos azules, nacido en Santa María la Ribera en la Ciudad de México, que le va al América, hablaba perfectamente el inglés con sus superiores, echaba pestes contra los de Carrizalillo, les explicaba a los CEO (Chief Executive Officer) del corporativo con llamadas desde su celular hasta Canadá que los pobladores amenazaban con cerrar la mina, hablaban, obvio con total tono despectivo y racista, de que no podían ceder a sus exigencias porque la empresa incurriría en pérdidas, que ya tenían programado un calendario de producción, calculada su TIR y que no podían dar respuesta a sus demandas, además que en la bolsa de valores en Wall Street corría peligro la cotización de las acciones de la empresa, noté que para personas como él, que se la pasan en sus oficinas en rascacielos de lujo en Ottawa, Montreal o Quebec, su imperativo son sus ganancias financieras, sus estados de resultados contables, el precio de sus acciones, no las necesidades de los pobladores de Carrizalillo, un pueblo que antes de la llegada de la mina vivían de sembrar maíz, su poco ganado y de la venta de semillas de calabaza.

Es decir, además de que pagan muy poco de renta a los dueños de las tierras, de que no pagan impuestos como deben, de que no cumplen con los convenios con la población, encima de eso, creen que pueden tratar con la punta del pie a los habitantes de los pueblos como en la haciendas porfiristas, ¡hey!, toc toc, que alguien les avise que estamos ya en el tercer milenio, siglo XXI, que hoy en día no hay nada más valioso que los derechos humanos, que ya no estamos en los tiempos del capitalismo salvaje, que el oro no vale más que la dignidad humana.

Vuela vuela palomita y ve y dile: A don Pablo Amílcar Sandoval, que no pos sí que ya anda en campaña con porras, cadenas de cempasúchil y lonas con su foto, dando entrevistas por aquí y entrevistas por allá, sentándose y riéndose como si fuera ya el candidato de Morena a la gubernatura, maniobrando encuestas cuchareadas, que si eso no es con creces andar en campaña, que me perdone, pero está ofendiendo la inteligencia de los guerrerenses.

 

 

 

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