20 abril,2019 4:30 am

Casi en secreto, erige Ai Weiwei templo de la memoria en el MUAC

En el Museo Universitario de Arte Contemporáneo  se encuentra erigido el Salón ancestral de la familia Wang, una estructura de 400 años de antigüedad que Ai rescató del olvido y que, ahora, se pronuncia con su existencia contra el asesinato de la memoria.
Ciudad de México, 19 de abril de 2019. A inicios de abril, durante 15 jornadas completas que transcurrieron casi en secreto, quien pasara por el costado izquierdo del Museo Universitario de Arte Contemporáneo (MUAC) podía toparse con una imagen inesperada: un grupo de seis maestros carpinteros de las provincias Zhejiang y Jiangxi tomando el té o fumándose un cigarro, en la terraza.
Eran los momentos de esparcimiento entre una labor titánica, de precisión, que ahora ya puede ser contemplada en la sala 9 del museo y que representa una de las piezas fundamentales de la exposición Restablecer memorias, del artista y disidente político chino Ai Weiwei.
Es ahí donde, hasta el 6 de octubre, se encuentra erigido el Salón ancestral de la familia Wang, una estructura de 400 años de antigüedad que Ai rescató del olvido y que, ahora, se pronuncia con su existencia contra el asesinato de la memoria.
“Hasta ahora, es la intervención más significativa en tamaño, pero también en términos simbólicos de Ai Weiwei, en relación a la intervención de objetos culturales, de objetos patrimoniales, de objetos del pasado”, según explicó el curador de la muestra, Cuauhtémoc Medina.
Para traer la estructura de 247 metros cúbicos a México, vía marítima desde Beijing, se requirieron 7 contenedores que soportaron sus 60 toneladas de peso.
Una vez acá, correspondió a los 6 maestros carpinteros, con ayuda de grúas, pero sobre todo echando mano de su conocimiento ancestral, para ensamblar las mil 500 piezas sin un solo clavo.
Según explica el curador independiente Cui Cancan en el catálogo de la exposición, la historia de la edificación puede trazarse hasta la Dinastía Ming (1368 – 1644), cuando fue construida por la acaudalada familia Wang.
“En la sociedad china tradicional, los salones ancestrales se utilizaban no sólo para hacer sacrificios a los ancestros, sino también como lugar de celebración de bodas, funerales, cumpleaños, ceremonias y reuniones de negocios importantes”, explica Cui.
El destino del salón ancestral pareció sellado cuando, en 1949, se puso en marcha la reforma agraria del régimen comunista y, con ella, la ofensiva maoísta contra los “Cuatro viejos”: “las viejas ideas, la vieja cultura, las viejas costumbres y los viejos hábitos”.
Para Ai Wewei, quien ofreció una charla colectiva con algunos medios durante los primeros días de apertura de la muestra, la decisión del régimen de entregar las tierras al proletariado y campesinado chino trajo consigo una consecuencia funesta.
“Esto se ve como un acto correcto y justificado, así que la revolución se volvió muy poderosa, pero ese acto tuvo un costo tremendo, porque todos estos ricos heredaban la cultura china. Eran cultos, no necesariamente malos y casi todos eran casi académicos, porque en China se cree que simplemente tener dinero no te da estatus”, detalló.
El salón ancestral de la familia Wang, que fue relegado al olvido, desmantelado y adquirido por Ai en pedazos en 2014, es un símbolo de todo aquello que se perdió durante la Revolución Cultural.
“Los comunistas simplemente los barrieron, en todo el país. Como consecuencia, China todavía batalla por encontrar su propia cultura, porque esa cultura ha sido borrada”, lamentó el artista, quien ha sido víctima de la violencia del Estado chino por su actividad política.
Originalmente expuesto en 2015, en dos galerías contiguas en Beijing, como un regreso a su país natal después de año de ausencia, el Salón ancestral de la familia Wang se muestra en México como un contrapunto del retablo que Ai realizó con los rostros de los 43 normalistas de Ayotzinapa, para él, una denuncia contra el asesinato del futuro.
“En una conexión que, precisamente, está planteada como un corte y una interrogación, Ai Weiwei también está mostrando un proyecto que reflexiona sobre el fenómeno equivalente, simétrico, en espejo: el intento de asesinar el pasado”, según explica Medina.
Un testigo cercenado de la historia de China, devuelto al mundo a través del arte, interroga a los miles de asistentes a la exposición de Ai Weiwei, en un diálogo espejo con México.
“La estructura realmente ensambla el entendimiento moral y político de la sociedad humana, es un lenguaje muy profundo, muy claramente definido, que fue totalmente destruido; es como si una gran tormenta hubiera destruido todo”, concluyó Ai Weiwei sobre la importancia de rescatar el salón ancestral de los Wang.
Texto: Francisco Morales V. / Agencia Reforma / Foto: Cortesía MUAC / © Ai Weiwei Studio