15 junio,2018 7:11 am

Caso Iguala: verdad y reconciliación

Ángel Aguirre Rivero 
La política es así
Hoy me referiré a la resolución emitida recientemente por un tribunal en el estado de Tamaulipas para crear una comisión investigadora de la verdad y la justicia en torno al caso Iguala, derivado de algunos señalamientos sobre posibles casos de tortura.
Más allá de la polémica que se ha generado sobre la legalidad de esta determinación, considero necesaria la creación de una comisión de la verdad que se apegue a los lineamientos legales y no sea sujeta a una posible controversia constitucional.
Desde este espacio reitero mi respaldo a los padres y madres de los normalistas en su exigencia de la verdad, porque es el único camino para la reconciliación. La verdad nos hará libres del rencor y la confrontación .
El caso Iguala es un símbolo de injusticia. Me indigna lo que ocurre y coincido en el irrenunciable derecho de acceso a la justicia y de conocer qué sucedió realmente con los jóvenes normalistas.
La conciencia colectiva y mi vida quedaron marcados por la herida aún abierta que dejó la tragedia. No acepto el rol que se me pretende asignar, cuando en lo que estuvo en mi mano, apoyé a la Normal de Ayotzinapa y hay constancia de ello.
Desde las primeras horas en que acontecieron los hechos, dispuse la presencia en la ciudad de Iguala del entonces procurador de Justicia Iñaki Blanco; del secretario general de Gobierno, doctor Jesús Martínez Garnelo, y del secretario de Seguridad Pública, Leonardo Vázquez. Ello permitió que iniciáramos la indagatoria y la detención de 30 policías municipales que hoy se encuentran recluidos. Gracias a esta intervención logramos rescatar a un importante número de jóvenes normalistas quienes se encontraban escondidos para no correr la misma suerte que sus compañeros desaparecidos.
De inmediato notifiqué a las máximas autoridades militares en nuestra entidad, lo mismo que al gobierno federal, de lo que estaba sucediendo en esa lamentable noche.
Iniciamos una campana de búsqueda y rescate en todos aquellos lugares en donde se nos había informado de su posible localización; brindamos el auxilio médico necesario y contratamos a expertos internacionales en derechos humanos para que coadyuvaran con la investigación.
Decidí solicitar una licencia al Congreso del Estado para no ser obstáculo en la investigación que condujo el gobierno federal y acudí voluntariamente a rendir mis declaraciones ante la Procuraduría General de la República.
Lamento que la lucha de los padres no haya logrado traer de vuelta a los 43 o les dé certeza de saber lo que ocurrió.
Por mi parte, seré coadyuvante para que se disipen las dudas que existen en torno a la actuación de mi gobierno. Yo estoy en paz y tengo la conciencia tranquila.
Del anecdotario
Mi decisión estaba tomada: me voy a México a estudiar mi preparatoria y luego ingresaré a la Facultad de Medicina para ser médico como mi hermano Rafael, quien me había inspirado a seguir sus pasos.
Era el año de 1970, tenía 15 años. Gracias a la intervención de mi tío, don Heladio Aguirre López (Papa Layo), logré ingresar a la Secretaría de la Presidencia como auxiliar de intendencia.
Pregunté cuáles serían mis funciones, y me entregaron una escoba y un trapeador para limpiar los patios del Palacio Nacional.
Finalmente decidí estudiar economía en la UNAM y al concluir mi carrera, me vinculé con el entonces senador Alejandro Cervantes Delgado, quien a la postre llegó a gobernador, y quien me abriera las puertas para mi crecimiento político.
En 1996 fui designado gobernador interino y recuerdo haber sido convocado a una reunión de gobernadores con el presidente Ernesto Zedillo; cuando llegué al evento, no pude evitar que en mis ojos aparecieran unas lágrimas y sólo alcancé a decirme:
–Un día barriste los patios de este lugar y hoy regresas con la mayor representación de tu estado… La política es así.