7 diciembre,2018 7:45 am

Cdmx: estas ruinas que ves

Humberto Musacchio
La llegada de Claudia Sheinbaum al gobierno de la Ciudad de México despierta grandes expectativas, pero supone retos y obstáculos inmensos. La capital del país, tradicionalmente, ha sido residencia de sectores sociales críticos y promotores de importantes cambios sociales. Ahora no será diferente.
Quienes votaron por Andrés Manuel López Obrador y Claudia Sheinbaum serán sus más severos vigilantes, pues cuando el electorado opta por un cambio que se supone radical, los gobernantes afrontan los más variados problemas para concretar sus promesas de campaña. De la respuesta que sepan dar dependerá su futuro.
En la Ciudad de México la inseguridad no era un problema mayor, pero el nefastísimo gobierno de Miguel Ángel Mancera, con su autocomplacencia, su corrupción y su ineptitud permitió que las mafias se apoderaran de la capital y que hoy represente un peligro salir a la calle.
Por supuesto, hay que limpiar, capacitar y mejorar en diversos aspectos las corporaciones policiacas, pero sin olvidar que la mejor medicina para una urbe enferma por la criminalidad es la ocupación. En su discurso de toma de posesión, la doctora Sheinbaum prometió abrir a los jóvenes opciones de trabajo, pero también culturales y educativas. Es entre la juventud donde las mafias reclutan a sus sicarios porque la miseria, la falta de escolaridad y de otras actividades reduce a los muchachos a la desesperanza o, peor aún, a la desesperación.
Debemos suponer que existen proyectos grandes para crear empleos en forma masiva. Por lo pronto, la jefa de gobierno anunció que se abrirán más preparatorias y se mejorará el financiamiento para la Universidad Autónoma de la Ciudad de México, proyecto más que generoso hoy abandonado por las autoridades capitalinas que en algunos momentos han tratado incluso de aniquilar esa casa de estudios.
Otra buena noticia es que se duplicará el presupuesto de la Secretaría de Cultura local que comanda José Alfonso Suárez del Real, un hombre de ideas y de gran capacidad para llevar adelante sus iniciativas. En suma, para la chamacada se abrirán puertas hacia una vida más interesante.
Junto a la inseguridad están y estarán presentes otros problemas que la nueva administración deberá atender. Uno de ellos es la movilidad, para el cual anunció Claudia Sheinbaum la adquisición de autobuses, tranvías y trolebuses, la construcción de teleféricos y la rehabilitación del Metro, al que se destinará una millonada.
La recolección de basura no podrá seguir manejada por las mafias, que dan preferencia a las zonas donde los vecinos pagan al chofer del respectivo camión. La industrialización de la basura a bordo de los camiones es otro negociazo de particulares que entorpece el servicio. Muchas cosas tendrán que cambiar en este renglón.
El pavimento es propio de una ciudad bombardeada, lo que causa accidentes a transeúntes y automovilistas, lo mismo que pérdidas materiales, pues además del daño que sufren los vehículos se propician desastres que serían evitables simplemente con mantener transitables.
Antes los ladrones hurtaban las placas de bronce de los monumentos. Ahora también se roban las esculturas en el mismísimo Paseo de la Reforma, lo que ocurre por la indolencia y la corrupción policiaca. No se trata sólo del valor de mercado que puedan tener placas y esculturas, sino del indispensable respeto que merecen los próceres, lo que es básico para estimular el sentido de pertenencia y los ejemplos históricos.
El ambulantaje es consecuencia de la economía neoliberal, que inhibe la creación de empleos y lanza multitudes a la informalidad. Desde luego, no se trata de reprimir a esos trabajadores que tan difícilmente se ganan la vida, sino de ordenar una actividad económica, que hasta ahora ha servido para dotar de poder a sus líderes a cambio de los consabidos moches que se pagan a las autoridades.
En fin, para no hacer la lista más larga, hay que mencionar la captación, distribución y cobranza del agua, elemento escaso en grandes zonas del valle de México e inconscientemente desperdiciado en otras. El problema se ha visto agravado por la edificación de medianos y grandes inmuebles, negocio que es altamente propicio para el lavado de dinero, tanto del narco como de funcionarios ladrones. Quizá haya que convencer a los constructores de irse a edificar a otro lado, lo que se hará necesario si avanza el proyecto de descentralización de López Obrador. Y todo eso nada más para empezar…