20 junio,2023 5:23 am

César vive

 

Arturo Martínez Núñez

El pasado domingo un grupo de compañeras y compañeros decidieron conmemorar el natalicio de mi tío, el profesor César Núñez Ramos.
César vive en el recuerdo de sus compañeros. Su recuerdo y su ejemplo siguen gravitando sobre la política guerrerense. César vive porque solo mueren aquellos que dejan de ser recordados. César vive como el ejemplo de un actuar ejemplar, honesto y tenaz. César vive porque aún hoy sigue dando ejemplo de lo que debe de ser la lucha política. César vivió para la política pero nunca vivió de la política. César vive porque nos enseñó que los principios no se negocian ni se venden. César vive porque los que hicimos política a su lado sabemos que era incapaz de hacer algo contrario a lo que saliera de su boca. César vive porque siempre honró su palabra, porque conversaba con todos pero a nadie le firmaba un cheque en blanco.
César vive y por lo tanto no puede ser estatua de mármol sino ejemplo de vida. Su obra y su actuar merecen ser estudiados y conocidos. Ningún grupo y ninguna facción se pueden arrogar el legado de un hombre único que siempre vivió libre e indomable.
César es la última etapa de su vida pero también es la lucha estudiantil de los años sesentas y la magisterial de los ochentas y noventas; la lucha electoral en la Costa Grande al lado de su querida “hermanita” María de la Luz y el encuentro y posterior hermandad con Andrés Manuel López Obrador.
César vive. No debe ser únicamente homenaje o conmemoración cívica sino que su vida debe ser estudiada y divulgada.
A mi tío le molestaban el culto a la personalidad y el caciquismo. César trabajaba todos los días no porque pensara que estaba haciendo una hazaña sino simplemente porque estaba cumpliendo con su deber y su responsabilidad. Estaba desempeñando la “tarea”.
La vida de César es la historia de la izquierda en Guerrero en la segunda mitad del siglo XX y las dos primeras décadas del XXI. César era un hombre metódico que todo anotaba en cuadernos y libretas que existen por decenas.
El legado de César Núñez Ramos no puede ser letra muerta ni corriente política. Su nombre no debería ser utilizado a la ligera por nadie. César no le pertenecía a un grupo ni a una familia. César consagró su vida a la lucha social en sus distintas facetas y formatos. Era obsesivo y minucioso. No le interesaban ni el poder ni el dinero. Nunca buscó cargos sino que se dedicaba a cumplir los encargos.
César era amable y respetuoso pero también exigente y riguroso.
Sus amigos, compañeros, familiares y seguidores debemos de impedir que su recuerdo sea conmemoración hueca o pasarela política.
César vive y vivirá en la medida en que honremos, día con día, su manera de hacer política.
La política es el arte de sumar y de multiplicar nunca de restar ni de dividir. La política es estrategia y es táctica. Es pensamiento y es práctica. Es teoría y es acción. Es ser coherente y tenaz. Es colaborar con todos pero no bajar la cerviz ante nadie. Es hacer equipo con los menos favorecidos pero nunca subyugarse ante los poderosos.
En política los cargos son pasajeros y el poder va y viene. Lo único que permanece es la integridad y la verticalidad; la solidaridad y los principios; la tranquilidad de poder verse al espejo sin tener remordimientos y la necedad de vivir sin tener precio.
César vive, la lucha sigue…