6 junio,2023 5:04 am

Chiapas al borde del estallido

TrynoMaldonado

Metales pesados

Tryno Maldonado

 

“Este día, en este momento, México está al límite, a ese límite que parece siempre lejano hasta que una bala que llega de arriba detona la rabia del México de abajo”. Con esta frase contundente inicia el Pronunciamiento nacional e internacional firmado por más de 800 organizaciones y más de mil personalidades de todo el mundo ante la agresión armada efectuada por paramilitares contra la comunidad Moisés Gandhi y las bases de apoyo del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN). En el ataque fue baleado el compañero Jorge López Santiz. Los perpetradores, de nueva cuenta, fueron miembros de la Organización Regional de Cafeticultores de Ocosingo (ORCAO).

En el pronunciamiento se hace la convocatoria “A los pueblos de México y el mundo, a las personas, colectividades y pueblos que defienden la vida, a quienes sienten la urgencia de actuar ante un sureste mexicano en llamas”, para realizar acciones locales como parte de una Jornada Internacional de Protesta este 8 de junio de 2023 ante la situación límite en Chiapas.

“El Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), que ha mantenido la paz y ha desarrollado su proyecto autonómico en sus territorios y que ha tratado de evitar el choque violento con paramilitares y otras fuerzas del Estado mexicano, es hostigado, agredido y provocado constantemente”, señalaron en el comunicado público las organizaciones, colectivos y personalidades como el lingüista y crítico Noam Chomsky.

Y sentencian que, tras las evidencias de estos ataques continuos, “Chiapas está al filo de la guerra civil con paramilitares y sicarios de los diversos cárteles que se disputan la plaza y grupos de autodefensas, con la complicidad activa o pasiva de los gobiernos de Rutilio Escandón Cadenas y Andrés Manuel López Obrador”.

En esta columna se han denunciado y se ha hecho énfasis en varios de los graves episodios de esta guerra informal que no le ha dado tregua a las comunidades zapatistas a lo largo de los recientes años. En Chiapas se lleva a cabo desde hace mucho una guerra de baja intensidad. Sin embargo, no es un “conflicto entre comunidades”, como en su tiempo lo quiso caracterizar Carlos Salinas de Gortari en un afán contrainsurgente –tal como lo hace hoy también López Obrador–. Es una estrategia sistemática de contrainsurgencia que abarca la complicidad del Estado y los grupos criminales contra las comunidades originarias que construyen otros modos de vida dignos, que trabajan en el desarrollo de sus autonomías y ejercen su libre determinación.

¿Por qué el silencio absoluto de AMLO ante el incendio creciente en Chiapas? Por que le conviene. La violencia y el río revuelto le abrirá la puerta a su gobierno para la entrada de su proyecto hipermilitarista y sus megaproyectos neoliberales en los pueblos del sureste en resistencia como joya de su corona.

En mayo de 2019, a escasos cinco meses de iniciada la administración de López Obrador, se hizo pública la denuncia por parte de organizaciones de derechos humanos sobre el incremento de la militarización en territorios zapatistas, especialmente en la región de la Selva Lacandona. Recién habían transcurrido cinco años de la ejecución extrajudicial del maestro zapatista Galeano en la comunidad de La Realidad durante una incursión paramilitar armada. El Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de las Casas (Frayba) responsabilizó de dicho ataque a grupos vinculados con el entonces partido en el gobierno estatal, el Partido Verde.

El grado de democratización de los gobiernos capitalistas que se hacen pasar por izquierdas hoy en día, puede medirse por su respuesta ante los brotes de estos dignos ejercicios de autonomías desde los muchos abajos. Y está claro que en este sexenio tenemos un gobierno que lleva por estandartes megaproyectos neoliberales de despojo y en beneficio de capitales extranjeros –como el mal llamado Tren Maya y el Corredor Interoceánico– y que actúa con un doble rasero: coopta los símbolos de los pueblos indígenas ante los grandes públicos, pero reprime y solapa la violencia contra ellos una vez que los espectadores y las cámaras se fueron.

Por todo esto, exigimos un alto a la guerra sistémica contra las comunidades indígenas y zapatistas que construyen cotidianamente otros modos de vida bajo su libre derecho de autodeterminación.