24 noviembre,2021 5:26 am

Chile ante el peligro de la extrema derecha

Gaspard Estrada

 

El pasado domingo los chilenos fueron a las urnas para elegir a su próximo presidente de la República. Y para sorpresa de muchos, el resultado de la primera vuelta arrojó una victoria del candidato de la extrema derecha, José Antonio Kast, a poco menos de tres puntos porcentuales por arriba del segundo colocado, el joven ex líder estudiantil Gabriel Boric. Este resultado inusitado en un país hasta entonces conocido por su estabilidad política, económica y social, se vio reforzado por el hecho de que el candidato que llegó en tercer lugar, Parisi, con un poco más del 12 por ciento de los votos, ni siquiera vive en Chile, sino que hizo campaña desde Estados Unidos (su residencia está en Alabama) apostando a un discurso en contra de los migrantes, y respaldando políticas de mano dura en contra de la delincuencia.

Al llevar a Kast y a Boric a la segunda vuelta, los chilenos mandaron una clara señal de rechazo hacia la clase política tradicional y los partidos de las dos coaliciones que han gobernado este país desde el fin de la dictadura militar de Augusto Pinochet: la Alianza por Chile y la Concertación por la Democracia. En este sentido, el fracaso de la candidatura de Sebastián Sichel, que encabezaba la candidatura presidencial del partido oficialista Renovación Nacional, dio la muestra de la impopularidad del actual presidente, Sebastián Piñera. Pero lo más grave de los resultados electorales del pasado domingo está ligado al hecho de que más del 50 por ciento de los chilenos en edad de votar no fueron a las urnas. Es decir, la abstención fue la gran ganadora de la primera vuelta electoral. Y todo indica que la situación, de cara la segunda vuelta que se llevará a cabo en unas semanas, no mejorará.

Paradójicamente, Chile, que durante décadas fue considerado como un modelo de estabilidad política y de prosperidad económica en la región, se está transformando progresivamente en un país sumido en una situación cada vez más turbulenta. En efecto, tras la irrupción en 2019 de las masivas manifestaciones en las principales ciudades del país, el escenario político cambió radicalmente, y el gobierno de Sebastián Piñera entró en una espiral defensiva de la cual nunca logró recuperarse. Con la pandemia de Covid-19, la concentración del ingreso, de por sí una de las peores del planeta, se acentuó todavía más, con lo cual las desigualdades aumentaron. De esta manera, para evitar el caos político y social, se volvió inevitable convocar a la elección de una Convención Constituyente. Esta última, electa por sufragio universal directo hace unos meses, fue vista como la solución a los múltiples problemas que vive el país. Su composición, principalmente de personalidades que vienen de la sociedad civil sin un pasado como cuadros o militantes de los partidos políticos que gobernaron Chile desde el fin de la dictadura militar, permitía presagiar que el país se abriría a un cambio político innovador. Y si bien los primeros planteamientos de los miembros de la asamblea, en particular de su presidenta, una indígena mapuche, iban en ese sentido, poco a poco la voluntad de hacer del ente constituyente un actor institucional con facultades casi ejecutivas provocó un aumento de la tensión política. En el seno de la clase media, tradicionalmente conservadora, ver que la constituyente, cuya mayoría política está a la izquierda, intenta poner sobre la mesa cambios sustanciales en la conducción de la economía o en las prerrogativas institucionales de los poderes generó miedo.

Es gracias a esta sensación de miedo que José Antonio Kast logró construir un discurso y obtener un resultado electoral consistente en esta primera vuelta. Si logra vencer en unas semanas, Chile se encontraría en una situación inédita, con una constituyente de izquierda, y un presidente de extrema derecha. Frente a la fragmentación inédita del Congreso, un choque institucional no puede descartarse a futuro. De allí la importancia de que los chilenos salgan a las urnas para que no gane la extrema derecha.

 

* Director Ejecutivo del Obser-vatorio Político de América Latina y el Caribe (OPALC), con sede en París.

 

Twitter: @Gaspard_Estrada