14 julio,2018 5:03 am

Clausura cursos la generación de los 43 desaparecidos entre el llanto y demandas de justicia

Alina Navarrete Fernández
Chilpancingo
Los 73 egresados de la generación 2014-2018 denominada 26 de septiembre 3 semillas, 43 esperanzas de la Normal Rural de Ayotzinapa, recordaron en su clausura a sus tres compañeros asesinados y a los 43 desaparecidos hace tres años en Iguala, de los cuales 42 pertenecen a esta generación.
La ceremonia fue en la explanada de la Normal Rural de Ayotzinapa, además de los egresados y sus familias estuvieron el director Víctor Gerardo Díaz, el subdirector académico Jorge Honorato Flores, el subdirector administrativo Gregorio Salgado Cortés, el jefe del área de docencia Leobardo Espíritu López, el jefe del área de psicopedagogía Ignacio Rivera Sánchez, el jefe del área de difusión educativa Tomás Vargas Colchero, el secretario general de la delegación sindical José Antonio García Mora, el secretario general del Comité Estudiantil Ricardo Flores Magón, Juan Carlos Solayo Guerrero, el secretario general de la Coordinadora Estatal de Trabajadores de la Educación en Guerrero (CETEG), Arcángel Ramírez Perulero, y Celso García Aristeo quien es padre del normalista desaparecido Abel García Hernández, así como familiares del normalista asesinado y torturado Julio César Mondragón Fontes.
Una tortuga para sus compañeros asesinados
Previo a la ceremonia se celebró una misa en la Iglesia del Santuario a las 7:30 de la mañana, aunque no asistieron todos los egresados. Después frente a una de las zonas de dormitorios se presentó la escultura de una tortuga, el símbolo de la Normal Rural de Ayotzinapa, que se elaboró por iniciativa de la academia de cuarto año y con apoyo de distintas organizaciones sociales.
Los egresados y la banda de guerra flanquearon la escultura en la que también se colocó un libro con los nombres de los tres normalistas asesinados la noche de Iguala, Julio César Mondragón, Julio César Ramírez Nava y Daniel Solís Gallardo “tres semillas que florecerán”, y el nombre del normalista que permanece en coma, Aldo Gutiérrez Solano, “una luz que brillará”.
Ernesto Guerrero, egresado y sobreviviente de los ataques en Iguala explicó que la escultura, “no sólo se nos ocurrió hacerla” tiene un significado pues el rostro de la tortuga apunta en dirección a la salida de la escuela, “representa el amor que cada uno de nosotros nos llevamos (por Ayotzinapa), vamos de salida pero nos vamos incompletos porque no hay justicia, hasta el día de hoy no sabemos dónde están nuestros 43 compañeros, no hay justicia para los compañeros caídos, para el compañero hospitalizado”.
Dijo que los egresados conocen el significado de la escultura, que en Iguala sufrieron cruelmente pero a pesar de las represiones, las amenazas y ataques constantes del gobierno, “los sobrevivientes se mantienen firmes, son valientes y nos preguntaron si teníamos miedo y respondíamos que sí, pero también decíamos que la valentía no es la ausencia del miedo, si no el triunfo sobre él”.
Ernesto Guerrero también cuestionó, “¿a quién reclamarle justicia si la misma ley que mata es la que levanta los muertos?, ¿dónde poner la denuncia si toda autoridad está untada de sangre?, la misma ley que toma medidas y hace los exámenes para decir quién es el asesino es la misma ley que cometió el crimen”.
“Estamos conscientes de que la lucha no termina, que seguirá hasta encontrarlos”, concluyó.
Vale la pena soñar…
La ceremonia comenzó a las 11 de la mañana, entre los invitados resaltaban los egresados con sus trajes azules. De principio a fin en el ambiente no dejó de sentirse la ausencia de los asesinados, de los desaparecidos y del joven en coma, se sentía en la solemnidad del acto y las demandas de justicia.
El primero en tomar la palabra fue Gerardo Díaz, quien representó a la Secretaría de Educación Guerrero (SEG) dependencia que suele enviar a un funcionario de la Subsecretaría de Educación Media Superior y Superior para que clausure la actividad.
Agradeció a los presentes por ser partícipes, señaló que a un año y tres meses de dirigir la institución, “hemos caminado lento pero hemos cambiado”.
Resaltó que se recuperaron la alberca y la panadería, que se rehabilitaron los cubículos de los maestros, así como la gestión de una lavadora tipo industrial para el uso de los estudiantes. Daba la impresión de que improvisó un informe de labores en lugar de dirigir palabras de aliento para los egresados que llevaron su pena ante la falta de sus compañeros a la clausura, salvo por el hecho de que aseguró que la generación no será olvidada debido a la noche de Iguala.
Luego participó Cuitláhuac Mondragón Fontes, tío de Julio César Mondragón, quien contó que en el trayecto desde Tecomatlán, municipio de Tenalcingo del Estado de México, le dijo a sus primos y hermanos, “imagínense, porque vale la pena soñar, que no hubiera pasado lo que pasó, ahorita seguramente viniéramos hasta de tacuche (traje de gala)”.
Precisó que su intención no era de ninguna manera “hacer sentir mal” a los egresados, “al contrario jóvenes, la educación es el mecanismo, la vía, el móvil más importante que ha de transformar las conciencias de los ciudadanos no sólo de México, del mundo”. Cuitláhuac Mondragón, docente de profesión, le dijo a los normalistas que llevan doble compromiso, el primero es formar a sus alumnos de la manera adecuada y el segundo el de mantener en alto a las normales rurales, ya que “el mismo modelo neoliberal se empeña en llamarnos flojos, vándalos, criminales”, y la única forma de mostrar lo contrario “es con hechos y acciones”.
Cuitláhuac Mondragón terminó diciendo, “esta generación nunca ha de olvidarse como tampoco la sociedad ha de olvidar a los caídos, a los heridos, a las víctimas y pugnemos todos juntos rompiendo este protocolo porque vivos se los llevaron”.
¡Vivos los queremos!, fue la respuesta a coro de los asistentes. Tras sus palabras se abrió un intermedio musical en el que participaron el cantautor Miguel Ángel Carrillo Figueroa y el trovador Juan Greco Martínez, quienes entonaron canciones de protesta.
Carrillo Figueroa interpretó en vivo Cuando sea grande quiero ser maestro, una canción basada en la historia de los 43 normalistas desaparecidos, emblemática para el movimiento por la presentación con vida de los jóvenes.
Advirtió que no estaba seguro de poder cantarla completa, pero su voz quebrada resonó en toda la explanada, maestros y Ramírez Perulero escucharon la canción de pie con el puño izquierdo en alto, los egresados hicieron lo mismo con lágrimas en los ojos mientras se escuchaba: “Pinche gobierno malcriado / ¿qué es lo que haz de merecer? / Yo era el cuarto en la lista en mi escuela, ahora soy 43…”.
Después el egresado Octavio Castillo Carrillo participó con unas palabras a nombre de la generación, aseguró que no dejarán de luchar hasta que se haga justicia para sus compañeros, “y si nos miran tristes y con la cabeza mirando nuestros suelos no lo malentiendan, lo que pasa es que a veces el dolor en el pecho es tan grande que casi es imposible mantenerse erguidos”.
Solayo Guerrero se solidarizó con los egresados, “yo veo 43 butacas vacías, yo veo un espacio muy grande, me duele en absoluto que nos faltan 43, hoy es un día de alegría pero también de tristeza y mucha rabia, hoy a casi cuatro años no hemos encontrado la verdad absoluta y nos duele en el alma que el Estado nos sigue mintiendo”.
Llamó a sus compañeros a no dejar de seguir adelante, a no cesar, a no olvidar y a que lleven a todas las escuelas sus sentimientos. También pidió un minuto de silencio para los asesinados y desaparecidos.
La rondalla estudiantil cerró el programa y luego de que Gerardo Díaz clausurara el acto, no hubo más que abrazos entre lágrimas.