4 septiembre,2021 5:27 am

Coconducir

Amerizaje

Ana Cecilia Terrazas

 

Para Alma, José Ángel, Maricarmen, Mario y Natalia

Conducir, de acuerdo con la Real Academia Española, significa básicamente “transportar a alguien o algo de una parte a otra” *; con la misma definición conceptual se agregan los verbos guiar, dirigir, ajustar, convenir.

Cuando la palabra conducir se utiliza en medios de comunicación, en radio, televisión o cualquier plataforma digital, referente a producciones audiovisuales, conducir significa también llevar a buen puerto una realización, un programa, una pieza, algún podcast.

Continuando con la jerga mediática de producciones audiovisuales, es de lo más usual en radio, televisión y programas de noticias o informativos en general que haya coconducciones; es decir, que la o el conductor sean acompañados por alguien más que precisamente los oriente, complemente y apoye. En la radio comercial o pública, por ejemplo, las personas conductoras en turno cuando por alguna razón no son requeridas como las voces principales del programa a transmitir, cobran una tarifa de desplazamiento –gracias a las conquistas sindicales– y, acaso, permanecen en cabina para coconducir: dar la hora, dirección de contacto, teléfonos, saludar y rubricar con la información genérica del programa que se está difundiendo.

El caso es que, sin demeritar jamás a las y los conductores, el acento está puesto, cuando de hacer girar al mundo se trata, en una buena coconducción. Esta última puede contribuir sustancialmente para que cualquier producción audiovisual sea exitosa. La mala coconducción, por el contrario, puede obstaculizar el camino temático, empantanar la fluidez deseada, estrechar o complicar el ritmo dialogante, empañar al conductor.

Las coconductoras y coconductores profesionales suelen dominar ese arte de ser escoltas del triunfo. Suelen estar muy bien preparadas para transportar hacia un espléndido lugar el mensaje que se intenta difundir. De hecho, a veces tienen que ir limando –durante el viaje (lo que dura el programa o transmisión)– las propias torpezas, excesos o desvíos de la conducción principal, así como deben habitual y reiteradamente situar o ubicar a las audiencias en el qué y el por qué se está escuchando o viendo tal o cual programa.

La coconducción juega entonces un papel importantísimo cuando se quiere ofrecer un producto comunicacional, cuando se pretende llegar a un punto diferente más allá de dónde se partió. Entre más elegante, sutil, buena escucha, prudente, inteligente, capaz, preparada, amable, elocuente y atenta esté la parte coconductora, el objetivo, meta o propósito de un programa se logrará más fácilmente.

Extrapolando la coconducción a escenarios fuera de la radio y la televisión, en toda labor de equipo –comunidades, parejas, familias, negocios, empresas, gobiernos, naciones– las personas o grupos conconductores suelen realizar, literalmente, las ideas estrategias o propuestas geniales de las y los titulares en turno o líderes temporales de algún proyecto o coyuntura. De hecho, es frecuente que las entidades coconductoras permanezcan en la estructura en la que están durante mucho más tiempo que un titular que está ahí solamente de paso.

Las personas, organismos, instituciones encargadas de coconducir no tienen que estar tan pendientes de preservar fama o imagen necesariamente ya que son el apoyo muchas veces invisible o un tanto anónimo de quienes protagonizan determinados momentos, programas, gestiones.

De regreso a la radio y la televisión, los equipos de producción enteros, incluidas personas cuyos créditos poco se conocen o pasan de volada al final –cuando acaso corren–, son quienes muchas veces hacen realidad sueños, deseos, promesas, creaciones.

En todas las administraciones de gobierno –en ésta, en la pasada, en las otras, en las de siempre– han existido ya sean magníficos, buenos, medianos o hasta malos y pésimos equipos o funcionarios coconductores.

Sin embargo, la realidad es que una sola persona no puede hacer verano, no logra empujar la maquinaria para que se concreten sus ideas, no puede siquiera –por el vértigo y cantidad de cuestiones que debe atender– darse a la tarea única de materializar sus propósitos. Los equipos coconductores son fundamentales. Así pasa con las hormigas y con las comunidades en cualquier bioma o ecosistema: una sola, uno solo, no pueden.

Este Amerizaje es reconocimiento escrito para todas y todos quienes coconducen lo que sea: programas audiovisuales o en redes o bien naciones, gobiernos, familias, parejas, organismos, instituciones. Esto es un aplauso para quienes apuntan y apuntalan los hechos que van conmoviendo y moviendo al mundo en lo que operan, de manera más vistosa, todas las conducciones.

*En línea: https://dle.rae.es/conducir

@anterrazas