1 septiembre,2023 9:39 am

¿Cómo Musk compró a Twitter? Descubre la historia verdadera

 

Ciudad de México, 1 de septiembre de 2023. En abril del 2022, las cosas marchaban sorprendentemente bien para Elon Musk. Las acciones de Tesla se habían multiplicado por 15 en cinco años, lo que las hacía valer más que las siguientes nueve compañías automotrices juntas. En el primer trimestre del 2022, SpaceX puso en órbita el doble de masa que todas las demás empresas y países juntos. Sus satélites Starlink acababan de lograr crear una internet de propiedad privada, proporcionando conectividad a 500 mil suscriptores en 40 países, incluyendo Ucrania.

Prometía ser un año glorioso, si tan sólo Musk pudiera dejar las cosas en paz. Pero eso no estaba en su naturaleza.

Shivon Zilis, que dirige Neuralink (la empresa de Musk que trabaja en interfaces cerebro-computadora implantables) y es madre de dos de sus hijos, notó que para principios de abril tenía la inquietud de un adicto a los videojuegos que ha triunfado, pero no puede desconectarse.

Este periodo de éxito coincidió con un momento en el que había ejercido algunas opciones sobre acciones que vencían y que le redituaron unos 10 mil millones de dólares en efectivo.

La forma en que Musk se lanzó a comprar Twitter y renombrarlo X fue un presagio de la forma en que lo administra ahora: impulsiva e irreverentemente. Es un patio de recreo adictivo para él. Tiene muchos de los atributos del patio de una escuela, incluidas las burlas y el bullying. Ser su dueño le permitiría convertirse en el rey del patio de la escuela.

Para cuando empezó a comprar sus acciones, Musk vio a Twitter, cuyo nombre también consideraba demasiado nicho, como una forma de cumplir su concepto original. “Twitter podría convertirse en lo que X.com debería haber sido y podemos ayudar a salvar la libertad de expresión en el proceso”, me dijo en abril.

Para entonces, un nuevo ingrediente había sido añadido a este caldero: la creciente preocupación de Musk por los peligros de lo que llamó el “virus de la mente consciente” que él creía estaba infectando a Estados Unidos. “A menos que se detenga el virus de la mente consciente, que es fundamentalmente anticiencia, antimérito y antihumano en general, la civilización nunca se volverá multiplanetaria”, me dijo con gravedad.

‘Lo que Twitter necesita es un dragón que escupe fuego’

Una noche después de que se hiciera público que estaba comprando acciones de Twitter, Musk llamó a Parag Agrawal, el ingeniero de software que había reemplazado a Jack Dorsey como director ejecutivo de Twitter. Decidieron reunirse en secreto para cenar el 31 de marzo, junto con Bret Taylor, presidente del consejo de Twitter.

Musk encontró agradable a Agrawal. “Es un tipo muy agradable”, dice. Pero ése era el problema. Si le preguntas a Musk qué rasgos necesita un CEO, no incluiría ser un tipo muy agradable. Una de sus máximas es que los directivos no deben aspirar a agradar. “Lo que Twitter necesita es un dragón que escupe fuego, y Parag no es eso”, señaló después de esa reunión.

Musk aún no había pensado en hacerse cargo de Twitter. En su reunión, Agrawal lo invitó a unirse al consejo de Twitter y él estuvo de acuerdo. Durante un par de días, pareció que habría paz en el valle.

Musk luego sugirió otras ideas. “¿Qué pasaría si le cobramos a la gente una pequeña cantidad, como dos dólares al mes, para ser verificados?”, preguntó.

Dijo que obtener la tarjeta de crédito de un usuario eliminaría los bots, proporcionaría una nueva fuente de ingresos y facilitaría su objetivo de convertir a Twitter en una plataforma de pagos, como había imaginado para X.com, donde la gente podría enviar dinero, repartir propinas y pagar por historias, música y vídeos. “Podría cumplir mi visión original para X.com y PayPal”, indicó Musk con una risa alegre.

Luego voló a Lanai, la isla hawaiana de Larry Ellison. Pero en lugar de usarlo como unas mini vacaciones relajadas, pasó sus cuatro días allí pensando qué hacer con Twitter.

Agrawal le envió a Musk un mensaje de texto: “Eres libre de tuitear ‘¿Se está muriendo Twitter?’ o cualquier otra cosa sobre Twitter, pero es mi responsabilidad decirte que eso no me está ayudando a mejorar Twitter en el contexto actual”.

Cuando Musk recibió el mensaje de texto, eran poco más de las 5:00 horas en Hawai, pero todavía estaba trabajando. Envió una respuesta mordaz: “Y tú, ¿qué lograste esta semana?”. Fue el máximo comentario despectivo de Musk.

Luego envió una volea de tres tiros: “No me uniré al consejo. Esto es una pérdida de tiempo. Haré una oferta para convertir Twitter en privado”.

Agrawal quedó impactado. “¿Podemos hablar?”, preguntó.

 

 ‘Todos estos malditos pájaros tienen que irse’

Musk programó una visita a Twitter en San Francisco para el miércoles 26 de octubre, para husmear y prepararse para el cierre oficial del trato, previsto para ese viernes.

Entre Twitterlandia y el Muskverso había una divergencia radical de perspectivas. Twitter se enorgullecía de ser un lugar amigable donde mimar era considerada una virtud. La empresa había instituido una opción permanente de trabajo desde casa y permitía un “día de descanso” mental por mes. Una de las palabras de moda más utilizadas en la empresa era “seguridad psicológica”.

Musk soltó una risa amarga cuando escuchó la frase “seguridad psicológica”.

Primero le divirtió y luego le disgustó cómo el icónico logotipo del pájaro azul de Twitter estaba pegado por todas partes. Él no es una persona alegre; le gusta el drama oscuro y tormentoso en lugar de la charla alegre y ligera. “Todos estos malditos pájaros tienen que irse”, dijo a un subordinado.

El cierre del trato por Twitter estaba previsto para ese viernes. Se había programado una transición ordenada para la apertura del mercado de valores. El dinero se transferiría, las acciones se retirarían de la lista de cotización y Musk tendría el control. Eso permitiría a Agrawal y sus lugartenientes en Twitter cobrar indemnizaciones y adquirir sus opciones sobre acciones.

A las 16:12 horas, una vez que tuvieron la confirmación de que el dinero se había transferido, Musk apretó el gatillo para cerrar el trato. Precisamente en ese momento, su asistente entregó cartas de despido a Agrawal y sus tres principales subalternos. Seis minutos más tarde, el principal oficial de seguridad de Musk bajó a la sala de conferencias para decir que todos habían sido “salidos” del edificio y que se les había cortado el acceso al correo electrónico.

El corte instantáneo del correo electrónico era parte del plan. Agrawal tenía lista para enviar su carta de renuncia, citando el cambio de control. Pero cuando se cortó su correo electrónico de Twitter, le tomó unos minutos enviar el documento a un mensaje de Gmail. Para ese entonces, Musk ya lo había despedido.

Esta es una adaptación de “Elon Musk”, la nueva biografía escrita por Walter Isaacson, que será publicada el 12 de septiembre por Simon & Schuster.

 

Texto y foto: Agencia Reforma