31 mayo,2023 5:07 am

¿Cómo relanzar la integración regional en América del Sur?

Gaspard Estrada

 

Tras visitar Argentina, Uruguay, Estados Unidos, China, España, Portugal, Inglaterra y Japon, e invertir buenas dosis de su músculo internacional en intentar mediar en la guerra de Ucrania, Lula vuelve a posar su mirada en Sudamérica. El día de ayer, diez jefes de Estado sudamericanos se reunieron en el Palacio Itamaraty y en el Palacio de la Alvorada en Brasilia, para relanzar la integración regional de la región, un viejo mantra de los líderes latinoamericanos, en el cual poco se ha avanzado en los últimos años. Durante este encuentro, Lula sugirió que todos los países de la región adopten una moneda común. Esta propuesta, según el presidente brasileño, sería una forma de “profundizar nuestra identidad sudamericana también en el área monetaria”, además de introducir mecanismos de compensación más eficientes.

Lula no propone remplazar el real o las monedas nacionales en uso por la población. La moneda común se utilizaría exclusivamente para pagos de importaciones y exportaciones. Esta idea surge como respuesta a la escasez de dólares y los impactos provocados por la política monetaria de importantes socios comerciales de Brasilia, como Argentina. El presidente Lula ya expresó el sueño de crear una moneda similar al euro para fines de comercio exterior, algo planteado por el Nuevo Banco de Desarrollo, institución financiera creada por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica –el llamado Banco de los BRICS. En este sentido, los bancos centrales de Brasil y China iniciaron transacciones en Yuan este año para facilitar el comercio y la inversión entre los dos sin necesidad de utilizar el dólar.

Además de la propuesta de moneda común, Lula presentó una serie de ideas a los presidentes sudamericanos, que incluyen la reanudación de las actividades del Unasur (Unión de Naciones Suramericanas), la formación de un comité de diálogo presidencial, la movilización de bancos de desarrollo regionales como el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y la Corporación Andina de Fomento (CAF) para el desarrollo económico y el crecimiento social, y la implementación de iniciativas de convergencia regulatoria. Lula también destacó la importancia de la integración regional, con la reanudación de los mecanismos construidos durante los años 2000, como la Unasur y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac).

Si todas estas propuestas son bienvenidas, aunque muchas de ellas no sean nuevas, lo original y políticamente relevante es el formato diplomático que usó la presidencia brasileña para convocar a Alberto Fernández (Argentina), Luis Arce (Bolivia), Gabriel Boric (Chile), Gustavo Petro (Colombia), Guillermo Lasso (Ecuador), Irfaan Ali (Guyana), Mario Abdo Benítez (Paraguay), Cha Santokhi (Surinam), Luis Lacalle Pou (Uruguay) en la capital de Brasil. En efecto, no se trata propiamente dicho de una cumbre presidencial típica, pero sí de un retiro de jefes de Estado y de gobierno, siguiendo en cierta medida el formato pensado originalmente por el presidente francés Valery Giscard d’Estaing en los años 1970, cuando se creó el grupo de las siete principales economías del mundo –el llamado G-7– en plena guerra fría.

El presidente Lula quería que los mandatarios intercambien puntos de vista con franqueza y piensen en términos de Estado, no de gobiernos, para que las relaciones entre los vecinos no queden a merced de resultados electorales, un objetivo tan ambicioso como abstracto. Y es que tras una década de polarización política en la región, exacerbada por la crisis venezolana, se generaron enormes recelos y divisiones profundas en América del Sur. Con los cambios de gobierno tras las victorias electorales de la izquierda, estos países quieren reactivar la integración sudamericana, pero antes es necesario identificar los mínimos denominadores comunes para a partir de ahí retomar la cooperación y afrontar los problemas globales, regionales y nacionales. Sin duda, se trata de una agenda loable y pertinente, pero habrán muchos obstáculos antes de que las ideas e iniciativas de Lula se vuelvan una realidad.

 

* Director Ejecutivo del Observatorio Político de América Latina y el Caribe (OPALC), con sede en París.

 

Twitter: @Gaspard_Estrada