11 marzo,2024 1:33 pm

Comparten su danza y clamor por la lluvia

 

Ciudad de México, 11 de marzo de 2024. Huapangos norteños que contagian de alegría, máscaras rojas con cuernos que de repente arrancan un buen susto, y fuertes latigazos arremetidos contra el suelo…

Son los “viejos chicaleros” que ayer sorprendieron al traer a Monterrey la danza que desde hace más de 200 años es parte del clamor por la lluvia y por abundantes cosechas, y decenas de paseantes en el Barrio Antiguo detuvieron su caminar para admirar un espectáculo pocas veces visto en la ciudad.

Considerados una de las expresiones culturales con mayor arraigo en Nuevo León, los chicaleros rara vez salen de su lugar de origen, el ejido de San Francisco de los Blancos, en Galeana.

Pero en esta ocasión su visita fue una invitación con motivo del Día del Patrimonio de Nuevo León, celebrado ayer, en una jornada que enlazó a más de 100 actividades culturales en la ciudad, y también para la presentación en la Cineteca Alejandra Rangel Hinojosa del documental “Chicaleros: el llamado de la lluvia”, dirigido por Flor Matías y David Herrera.

“Lo que busca la danza de los chicaleros es hacer un ritual pidiendo a la naturaleza, al Creador, buena lluvia y buenas cosechas”, explicó Herrera, antropólogo visual de origen guatemalteco, quien en los últimos cinco años documentó el trabajo y la historia de los chicaleros.

La tradición dice que cada Semana Santa, grupos de hombres confeccionan con sacos de ixtle sus pantalones y camisolas, un atuendo que junto con una gran máscara de cartón, hojalata o piel de chivo, configura la vestimenta de los chicaleros, quienes en cuadrillas recorren con sus coreografías y zapateos la comunidad.

En esta ocasión, fueron las calles de Abasolo y Mina, frente al Museo de Culturas Populares, donde locales y turistas, muchos de ellos del Corredor del Arte, pudieron tomar fotos, videos o moverse al ritmo de los huapangos que acompañan esta danza.

Como parte de estas presentaciones, Herrera e integrantes de su Fundación Kawoq Trece Veinte, ofrecieron previamente un taller de máscaras de chicaleros en las afueras del Museo.

“La máscara busca esconder al hombre que está pidiendo la buena cosecha”, explicó el documentalista. “Según la tradición, anda el demonio, entonces, para poderse confundir entre los demonios, se viste de chicalero, para hacer su ritual”.

El término “chicalero” se debe a la comida típica en la región durante la Semana Santa, sopa de chicales, preparada a base de elote.

Tras danzar, los hombres piden en las casas sopa de chicales, la que se les ofrece en agradecimiento por la bonanza a la que dedican su baile.

 

Patrimonio vivo

Al inicio del Día del Patrimonio de Nuevo León, ayer el estado condecoró con el distintivo “Corona al Patrimonio Vivo” a dos grupos de danza a la Virgen de Guadalupe: “Danza Chichimeca Guadalupana” y “Danza Guadalupana La Pájara”, dos agrupaciones familiares de larga tradición.

Este reconocimiento se otorga a aquellos que, a lo largo de las generaciones han contribuido a preservar y enriquecer el legado cultural. El año pasado se entregó a “Los Montañeses del Álamo”.

Desde hace 11 años, el Día del Patrimonio convoca a vivir lo mejor de la oferta cultural en el estado, con espectáculos y eventos que van desde arte, música, baile, conferencias y gastronomía.

En total, ayer se ofrecieron 110 actividades en diferentes espacios.

 

Texto y foto: Agencia Reforma