16 abril,2022 12:23 pm

Con trabajo dancístico, el bailarín Raúl Tamez mantiene vigente la búsqueda de su madre desaparecida

 

Ciudad de México, 16 de abril de 2022. Era bien conocida en la Plaza de Garibaldi por güera y cantar recio, tan guapa que concursó en Miss México en 1978, pero el destino de Dulce se torció cuando habría sido secuestrada por el mánager de la banda musical en la que cantaba.

Él se la llevó al norte del país, la metió a la trata de personas y se volvió adicta a las sustancias. Logró escapar después de un año, regresando  a casa de sus padres a los 19 años, hecha pedazos: además de las adicciones, mostraba atisbos de una esquizofrenia que luego se agravaría.

Tuvo seis hijos con diferentes parejas y terminó viviendo en situación de calle, manteniéndose, siempre, de la cantada. Por el rumbo del mercado de Portales, era conocida por sus poderes sobrenaturales y su voz ronca, la misma que heredó su hijo, el coreógrafo y bailarín Raúl Tamez.

Una madre de la que fue apartado cuando tenía un año.

Dulce, recuerda en entrevista el coreógrafo, tenía episodios violentos; un día, con él muy pequeño en brazos, cruzó el Eje Central con el semáforo en verde, y a otra de sus hijas trató de asesinarla en una fuente.

Volvió por cuando cuando él, entonces de tres años, fue bautizado, para luego desaparecer nuevamente.

Su padre nunca pudo recuperarse de la depresión y se volvió alcohólico, así que no había apoyo emocional de su parte. Una tía se hizo cargo del pequeño Raúl y se crió con ella en Iztapalapa.

Tamez cuenta la historia de su madre desaparecida en City Quiero, que estrenará el 28 y 29 de abril a las 20:30 horas en el Teatro de la Ciudad Esperanza Iris como parte del Día Internacional de la Danza.

Vierte en esta nueva pieza, íntima y a la vez colectiva, el contacto con el baile social en Iztapalapa donde creció, y para la cual convocó a 50 bailadores sociales, voluntarios, a quienes se les unieron cuatro profesionales de La Infinita Compañía, fundada por el coreógrafo, y quienes sirven de apoyo.

El grupo encarna los episodios vividos por Dulce, mientras que el bolerista Rodrigo de la Cadena, quien compuso música original para la puesta, funge como narrador.

Tamez compartió su historia con aficionados al baile de Ecatepec, Tepito e Iztapalapa; personas cis y trans, de 17 a 67 años, entre quienes había quienes habían tenido que trabajar en la prostitución o en los table dance.

“Sus historias a veces son similares a las de Dulce”, cuenta el coreógrafo. “La pieza demuestra que la performatividad está en todos lados, no sólo en los sitios legitimados”.

La esquizofrenia de su madre se representa en un par de escenas; Tamez trabaja el padecimiento con sus intérpretes tanto en la voz y el texto, y, por supuesto, el cuerpo.

Texto: Agencia Reforma