26 octubre,2023 4:16 am

Conmemorarán el centenario del natalicio de la muralista Rina Lazo en México y Guatemala

Yanireth Israde / Agencia Reforma

Ciudad de México

A veces la arquitecta restauradora Rina García Lazo siente que su madre, la muralista Rina Lazo (1923-2019), sólo se fue de viaje.
“Nunca la vi enferma, nunca vi que ella necesitara ayuda para lo que fuera; siempre fue autosuficiente. Cumplió 96 años el 30 de octubre de 2019; el día siguiente fue normal, y el 1 de noviembre no amaneció. Sigo sintiendo que está de viaje, que por eso no está en casa”, evoca en entrevista.
El próximo lunes, la muralista pionera cumpliría 100 años, efeméride que será conmemorada, según informa García Lazo, en el Museo de la Universidad de San Carlos (MUSAC) de su natal Guatemala con un homenaje virtual, el 2 de noviembre, y en México con una ofrenda de muertos en la Universidad Pedagógica Nacional, que también recordará a su compañero, el artista mexicano Arturo García Bustos (1926-2017).
El MUSAC, cuyo vestíbulo del Salón General Mayor alberga el mural Tierra fértil de Guatemala (1954), donado por la pintora, prevé además reunir el próximo febrero su obra inédita, aquella que repartió entre sus familiares en su país centroamericano, al menos unas 40 piezas, calcula su hija, quien destaca la labor de registro que se realizó al respecto.
Nacida en la capital guatemalteca el 30 de octubre de 1923, pero nacionalizada mexicana, Lazo abrevó de las raíces culturales mesoamericanas para su trabajo pictórico, que resguardan diversos recintos públicos de México, como el MAM y el Museo Nacional de la Estampa, mientras el Nacional de Antropología exhibe sus reproducciones de los murales de Bonampak, que también revisten la estación de metro Bellas Artes.
Tenaz y disciplinada estudiante de pintura, obtuvo una beca para estudiar esta disciplina en México e ingresó a la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado La Esmeralda por recomendación de su colega y paisano Juan Antonio Franco.
Posteriormente, relata García Lazo, el profesor Andrés Sánchez Flores la invitó a colaborar, como ayudante, en el mural Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central (1947), que Diego Rivera trabajaba en el Hotel del Prado.
“Aprendió la técnica del fresco y aprendió también a pintar. En ese mural pintó, por ejemplo, las medallas de los trajes de los militares, los calcetines, detalles de las flores, y allí está la firma de mi mamá, junto a la de todos los ayudantes de Rivera. Eso le enseñó más de lo que pudo haber aprendido en el aula”.
La artista colaboró también en otros proyectos del muralista, como la decoración del Estadio Olímpico Universitario (1952) o La historia de la medicina (El pueblo en demanda de salud), en el Centro Médico Nacional La Raza (1953).
Lazo y García Bustos, integrantes de “Los Fridos”, como se conoció a lo discípulos de Frida Kahlo, entre ellos también Arturo Estrada, Fanny Rabel y Guillermo Monroy, compartían con sus mentores –Kahlo y Rivera– la ideología y el activismo sociales.
Fue, por ejemplo, presa política en 1968 y se involucró en los movimientos sociales en Guatemala, como lo muestra su mural Venceremos (1959), sobre la agresión de Estados Unidos a su país natal y la derrota de los campesinos que conforman la resistencia a la dictadura. Una pintura que se exhibe en Museo de Arte Moderno de Toluca, Estado de México.
La producción de Lazo, que contribuyó a visibilizar los aportes de las mujeres al muralismo, prosiguió hasta el final de sus días.
En Día de muertos, cuenta su hija, siempre visitaba los panteones, provista de una libreta en la que tomaba apuntes.
“La noche anterior a su fallecimiento, le dije: ‘Vamos a apurarnos para llegar temprano, porque es 1 de noviembre y siempre están llenísimos los panteones. Vamos a ir a dejar flores; fue terrible para mí, porque no fui a dejar flores: fui a dejarla a ella”.
Las libretas de apuntes con los trazos de Lazo –y de García Bustos– las atesora hoy García Lazo. Le devuelven de algún modo a sus padres, ambos de viaje.

Al rescate de su casa

Las labores en la Casa Colorada, o de la Malinche, en la que vivieron Lazo y García Bustos, primero como inquilinos y luego como propietarios, prosiguen en Higuera y Vallarta, frente a la Plaza de la Conchita, en Coyoacán.
El inmueble, del que se dice que fue construido para ser hogar de la Malinche y Hernán Cortés, resultó afectado por los sismos de 2017. Ya fue reforzado y recimentado con apoyo del Programa Nacional de Reconstrucción, informa García Lazo, pero las obras continúan.
Sus muros y espacios interiores preservan trazos de los artistas, cuya huella dejaron también en los jardines o en objetos de uso cotidiano, por ejemplo un lavadero, o en elementos decorativos, como un plafón hecho por García Bustos.
Mientras las obras transcurren, la calle frente la casa del siglo XVI se ha hecho peatonal, y así debería seguir, considera García Lazo, pues el tránsito de vehículos pesados produce vibraciones que afectan a la edificación patrimonial.
La casa aún dista de lucir como en sus mejores tiempos.