8 septiembre,2022 9:30 am

Considera Arturo Ripstein que “El diablo entre las piernas” es su mejor película

El odio en México es “frenético. No habemos machos tóxicos, habemos mexicanos tóxicos de muchos sexos”, responde a las críticas hechas a su propuesta fílmica

Ciudad de México, 8 de septiembre de 2022. Arturo Ripstein, una de las máximas glorias fílmicas de México, entrevé, quizás, el final de su longeva carrera, repleta de obras que han ido a los festivales de Cannes, Venecia y San Sebastián, admiradas por directores que van desde Andréi Tarkovski a Bong Joon-Ho.

En entrevista desde su estudio, rodeado de libros, el veterano realizador de 78 años asegura que su “cine horroroso”, ese lleno de miserias morales y pasiones bajas, difícilmente encontraría apoyos en el clima sociopolítico actual.

“No tengo ganas de filmar. En este momento estoy batallando contra el cine políticamente correcto. Y como se decide en esos términos, yo ya estoy un poco fuera de la lid.

“Yo soy el viejito que hace cine horroroso y pues para qué queremos eso si tenemos uno que denuncie todas las cosas denunciables de este país. ¡Como si sirviera para algo el arte en esos términos!”, ironiza.

El diablo entre las piernas, una oscura e incómoda reflexión sobre el sexo y el deseo durante la vejez, de 2019, podría ser, si se decide a retirarse, su testamento cinematográfico.

Generalmente crítico con su propia obra, Ripstein, quien tuvo como mentor artístico a Luis Buñuel, no duda en calificarla como algo que le genera sumo gusto y orgullo.

“Así es. Creo que es uno de mis mejores, si no mi mejor trabajo”.

El realizador ha dejado una huella tan profunda en el cine nacional que su apellido se ha convertido en adjetivo (“ripsteiniano”, para describir algo sórdido, de derrota, triste, al borde del abismo).

Dan cuenta de ello cintas como El castillo de la pureza (1973), El santo oficio (1974), Cadena perpetua (1979), El lugar sin límites (1978) y El imperio de la fortuna (1986), que integran Así es la vida, una muestra de su cine en la plataforma Mubi.

Si bien varias de sus piezas fílmicas abordan también, entre otros temas, lo que hoy en día se ha dado en llamar masculinidad tóxica, subraya que su cine jamás pontificó, jamás denunció, sólo expuso.

Es más, recalca el realizador, que si las películas que admira son aquellas hechas con oficio, profundidad y trabajo, las que le avergüenzan son las que son “producto del momento, de la oportunidad”.

“Me choca el cine útil. Me fastidia el cine útil y el práctico, el de importancia momentánea, social o política que pocas veces es un cine con una narrativa precisa. Ese cine me da vergüenza”.

Más que de masculinidad tóxica, Ripstein prefiere hablar sobre “mexicanidad tóxica”, comportamiento que no le ha permitido ser profeta en su tierra a pesar de que allá donde viaja fuera del país lo tratan de “maestro”.

“Aquí todos somos parte de la competencia inclemente que este país propicia con entusiasmo singular. El pastel tiene una serie de partes, y esas nos las disputamos todos”.

“Si de pronto a mí me toca cierta parte, otro supone que se la quité. El odio aquí es frenético. No habemos machos tóxicos, habemos mexicanos tóxicos de muchos sexos”, critica.

Se retira del Ariel

La Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas nominó a Ripstein al Ariel como Mejor Director por El diablo entre las piernas, pero él rechazó la postulación.

El cineasta ha asegurado desde hace tiempo que la labor principal de una institución como la Academia debería ser la investigación, preservación y difusión, y no una gran noche de fiesta.

“No compito, no tiene importancia para mí. Estoy absolutamente al margen de eso y lo he estado durante muchísimos años ya y pienso seguir estándolo. Esa nominación… no juego ese juego”.

“No me pueden votar porque estoy fuera de la competencia. No renuncié en mi casa, hablé yo por teléfono a la Academia para decir que no estaba yo en la lid, en la competencia. Entonces, si me hicieron caso no votará nadie por mí”.

Texto: Mario Abner / Agencia Reforma