23 septiembre,2024 6:15 am

¿Cuál Sociedad Civil?

Febrero 2024

Florencio Salazar

Un grupo de sonámbulos recorre las calles de la Ciudad de México. Antonio Saborit.

 

Demostrado hasta la saciedad de que en México la Sociedad Civil está en pañales, calificación indulgente para no tener que decir que es inexistente. A pesar de que organismos internacionales han determinado que todo lo que está fuera del sector gubernamental es sociedad civil, no es así.

Una definición elemental de sociedad civil es señalar como tal a la parte organizada de la sociedad en general, que tiene objetivos específicos sin fines de lucro. Es el caso de los clubes de servicio, organizaciones en pro de la lectura, el medio ambiente, la transparencia, la vida democrática, la paz, y muchos más.

El sector privado está fuera del ámbito del gobierno, pero no es sociedad civil. La razón es evidente: los empresarios tienen como razón de ser obtener beneficios económicos. Pueden patrocinar organizaciones de la sociedad civil, pero al final del día privará en ellos la protección de sus intereses económicos.

No se trata de satanizar al sector privado. Este sector es la palanca fundamental del crecimiento económico, que se traduce en puestos de trabajo, pago de servicios e impuestos. No es poca cosa. Aun cuando estamos acostumbrados a señalar a personas como los dueños de fortunas inimaginables, no es así.

El hombre más rico de México es responsable de rendir cuentas a sus socios capitalistas, a los tenedores de bonos y acciones, tanto de la Bolsa de Valores de México como de otras en el mundo. El cambio de paridad del peso respecto al dólar le puede significar disminuir o aumentar los créditos en moneda norteamericana en muchos millones.

En las democracias tropicales, como ya es la nuestra, con la cercanía al poder se accede a la certidumbre que no otorgan las leyes. Y también la oportunidad de negocios a gran escala, como lo demuestra Carlos Slim al haber duplicado el capital de las empresas que representa durante el régimen morenista.

En las elecciones federales recientes, se personificó en Claudio X. González al sector privado que “manipulaba” a la oposición y factótum que determinó la candidatura de Xóchitl Gálvez. Ignoro que tanto haya podido influir Claudio X. González; lo cierto es que, con habilidad maquiavélica, el presidente de la República lo personificó como el titiritero de la alianza opositora.

Como suele ocurrir, a toro pasado se advierten los yerros. A propósito del cambio de bando de los Yunes que, con su voto, dieron a Morena mayoría calificada en el Senado de la República para acabar con la Suprema Corte de Justicia de la Nación, se puede observar el panorama completo: Los Markos Cortés y Alitos siempre jugaron en favor de los intereses del régimen.

A Xóchitl no le dieron recursos económicos, espacio en los medios y ni siquiera le aceptaron sus propuestas para la colocación estratégica de su propaganda. Las acusaciones estridentes de la gobernadora Layda Sansores contra Alito, por actos de corrupción, de pronto, como los mariachis, callaron. El presidente del PAN gimotea en el Senado ante su “querido amigo” Miguel Ángel Yunes.

¿Y la sociedad civil qué papel ha desempeñado? Ninguno. Después de mostrar el músculo en masivas protestas, dispersa la multitud, los individuos se fueron a sus casas a seguir con su vida ordinaria. A los mexicanos nos han caído los acontecimientos como un alud, y nos mantenemos en la mediocre pasividad del oso en el zoológico.

¿De qué estamos hechos los mexicanos? ¿Cuál es el vigor de nuestro espíritu? Como dice el tango: “Silencio en la noche, el músculo duerme, pasión descansa”. El conformismo, pues.