22 febrero,2021 5:36 am

Cuaresma y cuarentena

Jesús Mendoza Zaragoza

 

Llevamos ya once meses en cuarentena, la que se ha ido prolongando día a día, dadas las condiciones de desarrollo de la pandemia, que aún son inciertas en cuanto al tiempo de su final. La cuarentena es un término médico o sanitario que se ha adoptado para describir la situación de aislamiento de personas o de animales durante un espacio de cuarenta unidades de tiempo no especificadas, para evitar o limitar el riesgo de contagios de una enfermedad o de una epidemia. La cuarentena que estamos viviendo ahora incluye una serie de medidas destinadas a evitar los contagios del coronavirus, y se concreta de manera diferente para quienes ya están contagiados y para quienes no lo están.

La cuaresma, en cambio, tiene otro significado, que en buena parte se ha secularizado. Para muchos la cuaresma consiste en dejar de comer carne para comer pescado y se anuncia con la celebración de carnavales. Pero como evento religioso tiene una historia propia y un significado específico. De hecho, la cuarentena sanitaria tuvo un origen religioso que se refiere a los cuarenta días de la cuaresma, que a su vez se refiere a los cuarenta años (de aislamiento) del pueblo de Israel en el desierto y, posteriormente, a los cuarenta días de (aislamiento) de Jesús en el desierto.

La semana pasada ha comenzado la cuaresma cristiana con un hondo sentido religioso y espiritual, como una preparación para la conmemoración de la muerte de Jesús y la celebración de su resurrección. De hecho, el uso del número cuarenta en las escrituras cristianas, se refiere a un tiempo específico, que tiene la finalidad de reconsiderar el sentido de la vida en orden a purificarla y reconstruirla para estar en condiciones de cumplir una misión. La cuaresma, en su sentido religioso, nos recuerda a Israel que durante su travesía en el desierto tuvo la oportunidad de reconocer su propia esclavitud en Egipto para prepararse a ser un pueblo libre. Fue una cuarentena de años en el desierto que abrieron la oportunidad para la formación del pueblo de Israel, con una identidad y una misión propias. La cuarentena de Jesús en el desierto lo prepara para cumplir su misión.

El caso es que ahora se nos han cruzado estos dos significados de la cuarentena, tanto el médico como el religioso. Y mucho bien nos haría el recuperar y relacionar ambos significados. Esta larga cuarentena de ya once meses puede abrirnos oportunidades si la miramos y la procesamos con un sentido espiritual. No digo religioso, sino espiritual, porque esta es una categoría universal que plantea que todos los seres humanos desarrollamos una experiencia espiritual que puede ser religiosa o secular, según lo decida cada uno.

Vivir la cuarentena con todas las medidas sanitarias que nos han recomendado, ha sido muy desgastante para gran parte de la población que la ha tomado como una obligación impuesta desde fuera por las autoridades y no como una necesidad espiritual que se nutre del amor. No es lo mismo cuidarnos por obligación o cuidarnos como una forma de expresión amorosa. La actitud que hemos estado tomando ante la cuarentena y todas sus medidas sanitarias va a determinar los resultados de la cuarentena sanitaria. Mientras que para unos ha sido un tiempo perdido, acompañado de amargura y de frustración, para otros será la oportunidad para buscar y encontrar el sentido de la vida y para reconstruirla de manera diferente.

¡Cuantas vulnerabilidades hemos descubierto durante este tiempo, debidas a irresponsabilidades humanas y a maneras obtusas de organizar la vida en lo global y en lo local! El desierto hebreo y el desierto cristiano han sido oportunidades para experimentar la desprotección, la impotencia y las amenazas. Eso ha sucedido durante esta cuarentena sanitaria. Un virus puso bajo amenaza a la economía, a la política, a la organización social y todas nuestras seguridades. ¡Cuántos desafíos se nos han presentado en orden a reconstruir la vida, de manera que sea más humana y más fraterna!

El sentido espiritual de la cuaresma cristiana puede ayudarnos a mirar con otros ojos la cuarentena sanitaria, a no mirarla con aire de frustración sino como una gran oportunidad para reconocer con honestidad nuestras decadencias y para reconfigurar nuestra vida a partir de lo más esencial y humano. Y, paulatinamente, hemos captado que la fraternidad es esencial para vivir con dignidad y con visión de futuro. Incluso, quienes no profesan creencia religiosa alguna, lo pueden entender y asumir.

Y algo importante será darle a nuestra actual cuarentena un sello espiritual para vivirla de la mejor manera, para no extraviarnos y para concluir con buenos resultados. Esta cuarentena no será un tiempo perdido, aunque hayamos tenido muchas pérdidas, humanas y económicas. Será más bien, tiempo de aprendizajes y de transformación de las personas y de sus relaciones. Eso puede ayudarnos a abrir las puertas de un futuro mejor.