11 agosto,2020 5:33 am

Cuidado con el “rebrote” del Covid-19

Abelardo Martín M.

 

A muy poco tiempo de cumplir 150 días (cinco largos y pesados meses) de que se recomendó el #QuédateEnCasa y la actividad turística se desplomó en todo el mundo, se vislumbra un poco de luz al final de este prolongado y oscuro túnel que afectó ya a millones de mexicanos dedicados, precisamente, a dar hospedaje, alimentación, diversión y entretenimiento a los millones de turistas nacionales y extranjeros que recorren, habitualmente hasta antes de la pandemia, nuestros atractivos naturales y participan de la cultura y la idiosincrasia mexicana.

La parálisis mundial y total de la industria turística a nivel mundial durante tanto tiempo fue inimaginable. Ni los más pesimistas o visionarios en sus mejores momentos hubieran podido vislumbrar líneas aéreas, transportes marítimos y terrestres paralizados por un virus, el Covid-19 que no ha dado tregua y continúa su devastación en el mundo entero, en muchos lugares aparentemente lento, pero siempre alerta y al acecho de quienes, por negligencia, descuido o por sus características aún desconocidas ataca y amenaza sin cesar.

Muy lentamente, poco a poco y con suma cautela los prestadores de servicios turísticos tanto de hospedaje como de alimentación, se atreven a reanudar su actividad. La economía de México, ya de por sí afectada por malos proyectos, se llevó un revés muy fuerte al afectarse la industria turística. Más aún los estados que tienen entre sus atractivos mares y playas, como Guerrero, cuya buena parte de su economía está construida sobre el turismo.

La pandemia del Covid-19 ha derivado en una intensa actividad del gobierno mexicano para garantizar que cuando la vacuna esté disponible para aplicarse, nuestro país cuente con las dosis necesarias para nuestra población.

Ante la ausencia de fármacos eficaces para atender el mal, la esperanza cercana es la posibilidad de inmunizar masivamente a la gente. Hay ya en los laboratorios productos que prometen, pero falta todavía un camino largo para su fabricación y distribución masivas.

Entretanto, con pasos cautelosos, se intenta la vuelta a las actividades cotidianas. La gente tiene que comer, y por ello precisa desarrollar las labores que le brinden un ingreso.

Así ocurre en Guerrero, donde a diferencia de otras entidades del país, la epidemia parece venir francamente a menos. De las cifras de medio centenar y aún más de fallecimientos diarios en junio, en la actualidad la cifra cotidiana se ha reducido a una decena e incluso menos por día.

Con todo, durante esta semana rebasaremos la suma de mil 500 decesos acumulados en el territorio estatal. Todo ello es muy lamentable, pero lo peor parece haber pasado. En ese marco es que la actividad turística se ha reanudado, al igual que otros flancos de la economía estatal.

Los reportes del pasado fin de semana registran una ocupación hotelera cercana a la cuarta parte de la capacidad, lo que ya es un buen avance en las actuales circunstancias. Se nos ha ido la mayor parte de la temporada vacacional del verano, pero en las próximas semanas aún será posible que las visitas por lo menos del turismo nacional revivan la actividad en Acapulco y en el resto de los lugares de esparcimiento.

No todo va sin tropiezos. Un relanzamiento de la promoción turística resultó en un despegue frustrado, pues el material elegido, se ha dicho que reciclado, pinta a nuestro principal puerto como lugar de destrampe para jóvenes adinerados, muy lejos de la idea de facilitar el turismo y la recreación de manera sana y familiar. Ya hubo hasta despidos como consecuencia de este fallido experimento.

Lo que no ceja, y deberá contenerse si es que se quiere que la recuperación en el estado y en sus polos de atracción turística sea sostenible, son los episodios de violencia criminal. En los pasados días ha ocurrido desde el asesinato de un
colega periodista en Iguala y el ataque con arma de fuego a un diario de esa ciudad, hasta la ejecución de un empresario y una exregidora en Chilpancingo, el fin de semana.

Al retornar a la “nueva normalidad”, una prioridad será el abatimiento de la delincuencia y la violencia que padece el puerto y la entidad. Muy difícil ha sido esta temporada, marcada por el confinamiento al que obligó el coronavirus, y a la suspensión del turismo y de la mayor parte de las actividades productivas.

La necesidad ha empujado a muchos millones de personas a optar por arriesgar su salud (y hasta sus vidas) por salir a buscar el sustento, ya que la pandemia continúa y amenaza con prolongarse todo el año, ya que a pesar del esfuerzo mundial desplegado por la industria médico-farmacéutica aún no se encuentra la vacuna o la respuesta al temible y terrible virus.

Bien por la reactivación económica, bien por los cuidados que se tengan y la responsabilidad para evitar los contagios, pero no se puede caer en el “exceso de confianza” y detonar el llamado “rebrote” de la pandemia, lo que costaría más de lo que se produjo en estos larguísimos meses.

Esperemos que, en Guerrero, y en el país entero, salgamos de la actual tragedia, como hemos salido de muchas otras, sin menospreciar, descuidar y menos desatender los llamados a la prevención, a evitar los contagios y la irresponsabilidad. No vale la pena, a ningún precio.