25 junio,2021 5:44 am

Cultura, para la transformación social

La Política es así

Ángel Aguirre Rivero

 

Uno de los secretarios federales que más me ayudó en mi primer periodo de gobierno, lo fue sin duda el licenciado Miguel Limón Rojas, titular de la Secretaría de Educación en aquellos años.

Mucho contribuyó que él se enamoró de una de las playas más hermosas de nombre “Barra de Potosí”, en el municipio de Petatlán, a 15 minutos del aeropuerto de Zihuatanejo.

Miguel y yo nos hicimos grandes amigos, y a veces coincidíamos en este paradisíaco lugar.

Un día comiendo en la enramada de mi amigo Nayito, le pedí que me ayudara a llevar las primeras universidades tecnológicas al estado. Fue así como fundamos la primera institución de este tipo en Petatlán, la Universidad Tecnológica de la Costa Grande, una de las más prestigiadas en su género en toda la República y que ha formado a cientos de profesionistas de la región.

De no existir tendrían que haber emigrado o peor aún, dejar de estudiar.

Otro día en un encuentro en Acapulco, le pedí que rescatáramos las escuelas de artes y oficios que tanto promovió el general Lázaro Cárdenas, por una petición de mi entrañable amigo y líder comunista en la Montaña: Othón Salazar Ramírez. Así llevamos los dos primeros planteles en esta modalidad: una en Tlapa y otra en Ometepec, mi tierra.

Cuando llegué al gobierno en 1996, me dieron una información que me parecía injusta a todas luces: los maestros del Estado de México, Michoacán y Oaxaca recibían muchos más días de aguinaldo que nuestros mentores guerrerenses.

Reunidos en su histórica y hermosa oficina en el centro de la Ciudad de México, le demostré a Miguel la gran injusticia que se estaba cometiendo.

Con la lucha de los maestros y mi compromiso con la educación, logramos un incremento de 15 días de aguinaldo en aquellos años.

Pero había otros proyectos en el tintero, por lo que invité a Miguel Limón a que se quedara un fin de semana con su familia en la casa de visitas del gobierno del estado, que se conoce como Casa Acapulco, tratando de ser siempre prudente.

Un día me llamó para pedirme que comiéramos juntos. A la hora del café, le compartí a Miguel que tenía un gran sueño y me preguntó: –¿Cuál mi gobernador?

_Hacer una orquesta filarmónica en Acapulco.

Me miró fijamente y en tono de broma me soltó: _de la música guerrerense la única que conozco es Simón Blanco y Por los caminos del sur.

–No Miguel –le dije–, Guerrero cuenta con un gran acervo cultural y musical en todas las regiones.

–Imagínate cómo se escucharía un son de Tierra Caliente o una chilena de Costa Chica interpretada por una orquesta de esa estatura.

Miguel esbozó una sonrisa… –¿Y ya tienes al director?, me preguntó.

–En esas ando le dije, me contacté con un extraordinario director, el maestro Eduardo Álvarez.

–Por supuesto –me dijo–, lo conozco muy bien.

Cuando invité al maestro Eduardo Álvarez a hacerse cargo de la Filarmónica de Acapulco, éste fungía como director artístico de la Orquesta Filarmónica de la Ciudad de México, y había recibido la invitación para hacerse cargo de director titular de la Sinfónica de San Antonio, Texas y de la sinfónica de Sicilia, en Italia, pero prefirió venirse a Guerrero.

A la par de la Filarmónica, creamos también la Escuela Estatal de Música “Margarito Damián Vargas”. Hoy algunos de sus egresados forman parte de nuestra filarmónica.

Destaca la primera flauta de la Orquesta Sinfónica de México, egresado de nuestra escuela; otros tomaron el camino hacia el Conservatorio Nacional y algunas orquestas en el ámbito internacional.

Recuerdo algún día que me encontraba disfrutando de una buena cecina en el restaurante Cuatro Vientos, antes de llegar a Cuernavaca; ahí se acercó un joven a mi mesa para decirme : –señor ex gobernador, vengo a darle las gracias por todo su apoyo, un tanto sorprendido le pregunté cuál era la razón, a lo que me contestó: –gracias a la Escuela Estatal de Música, hoy vivo en Europa y he ofrecido mis primeros conciertos, me quedé gratamente sorprendido y me dije: –no estabas equivocado, la cultura es la mejor vía para la transformación social.

Hoy nuestra Filarmónica cumplirá 23 años desde su creación. Han visitado la totalidad de nuestros municipios, han grabado seis discos, cuatro de música guerrerense que me tocó patrocinar, uno con el gran violinista mexicano-israelí Adrián Justus, y pronto saldrá a la luz otro con el mejor flautista del mundo de origen guerrerense, el maestro Horacio Franco.

Cuando fui gobernador en mis dos tiempos, mucho me agradaba invitar a nuestra filarmónica a mis giras de trabajo para que la conocieran y la disfrutaran en las regiones.

En alguna ocasión estando en Arcelia, a medio día en la plaza cívica y con altas temperaturas, me tocó observar cómo un músico de origen armenio se desvaneció en pleno concierto, a lo que un paisano calentano gritó: –Cocho, el güerito de la orquesta no aguantó “la calor” y se desmayó.

Les sugerí que a esos lugares llevaran guayaberas y no fracs como lo hacían en sus conciertos de gala.

Y es que al principio nos nutrimos de un importante número de músicos extranjeros, principalmente armenios, rusos y cubanos.

Así fue como nació la Filarmónica de Acapulco, que es nuestro orgullo y patrimonio cultural. Larga vida para nuestra filarmónica, patrimonio cultural hoy de nuestro estado de Guerrero.

Al maestro Eduardo Álvarez pronto le otorgaremos un acta de nacimiento de Cuajinicuilapa, para hacerlo guerrerense.

Ojalá el nuevo gobierno siga impulsando de a deveras nuestra cultura, porque prefiero como lo dije algún día, ver a nuestros jóvenes con un instrumento musical o un libro, que con un arma o sumido en las drogas.

Del anecdotario

Yordy Ramiro nació en el Barrio del Capire de Acapulco. Alguna vez lo conocí siendo yo un niño en el restaurante de mi tío Ramiro Reyna, quien estaba casado con una hermana de mi padre, mi siempre amada tía Lupita quienes poseían un restaurante de nombre Se Va Vep por donde pasaron un sinnúmero de bohemios guerrerenses.

Un día el tenor acapulqueño decidió emigrar a Viena, donde llegó a cantar con Piero Cappuccilli, pues ya había debutado precisamente allí como Pinkerton en Madame Butterfly, de Puccini.

Yordi también desempeñó otros 12 papeles en la opera estatal de Viena, entre ellos el Rodolfo de La Boheme, Ernesto en Don Pascuale y El Duque en Rigolleto.

Unió su vida a una gran mujer guerrerense, mi querida prima Isaura Reyna Aguirre, mujer excepcional que siempre lo impulsó en su propósito de alcanzar sus sueños.

Yordi falleció a los 64 años en Viena.

Les comparto una de sus más bellas interpretaciones: Ámame https://youtu.be/L0PEyvgG6q8.

Hace algunos años en un festival popular en el barrio histórico del Pozo de la Nación se le rindió un sencillo homenaje, lo cual me parece un acto de nobleza, pero insuficiente e injusto, por todas sus aportaciones a la música clásica y a la ópera, pero, sobre todo, porque colocó muy en alto el nombre de Guerrero.

La vida es así.