Acapulco, Guerrero, a 1 de noviembre de 2024.- A más de un mes del paso del huracán John, la calle Niño Artillero, de la colonia Ampliación La Libertad sigue siendo una zona de desastre, con inmensas rocas encima de numerosas casas y sus habitantes viven en salones de una primaria sin la certeza de ser reubicados y con el temor de ser sacados de la escuela.
Este miércoles, el director del turno matutino les pidió “enojado” que dejaran las instalaciones el día siguiente porque hace dos semanas comenzaron clases, pero los 120 damnificados del derrumbe de la calle Niño Artillero y de otro de la cerrada Morelos que comen y duermen en la primaria no tienen a dónde irse porque sus casas quedaron destruidas.
Y las viviendas que sobrevivieron parcialmente no están en condiciones para ser habitadas, además de que sus propietarios temen otros deslaves como los que mataron a dos adultos mayores y una niña de cuatro niños.
El Sur realizó un recorrido ayer en el derrumbe de la colonia Ampliación La Libertad, al cual se puede llegar en una camioneta de pasajeros que se toma desde la avenida Lázaro Cárdenas, a un costado de la gasolinera de Las Cruces, y sube unos cinco minutos por la calle Ignacio López Rayón.
A lo lejos se observa en el cerro el comienzo del alud de piedras que ocasionó el desastre y que a un mes del suceso sigue intacto, con las inmensas rocas estancadas en distintos puntos de la calle Niño Artillero y las pertenencias de los vecinos esparcidas en el lugar.
Ya no existe la calle, sólo hay piedras y tierra que cubren viviendas completas, automóviles y postes de luz, y por las que se tiene que caminar para llegar a la casa de Edith Leyva, quien ayer estaba buscando rescatar pertenencias que resistieron a la avalancha de rocas que destruyó parcialmente su casa, pero que la dejó sin condiciones para ser habitada por su familia.
A un costado vive Esmeralda Lázaro Díaz, quien acababa de construir su vivienda con el apoyo económico que recibió por el huracán Otis, pero que con el huracán John fue declarada inhabitable por el gobierno.
Unos 50 metros más abajo vive Jaime Ramírez, su casa parece estar intacta, pero alrededor sólo hay deslaves que aíslan las escaleras de su entrada, lo que da la impresión que quedaron endebles.
Los tres vecinos narraron sus experiencias durante el huracán John y trataron de mostrar cómo estaba la calle y las viviendas antes de la tragedia, pero fue difícil imaginar el asentamiento urbano, porque sólo hay enormes rocas por todas partes.
En la calle Niño Artillero murieron los vecinos Melquiades y Manuela, ambos adultos mayores que no lograron salir de sus casas antes que el alud destruyera todo en su caída de al menos medio kilómetro desde el cerro en la madrugada del 27 de septiembre pasado.
La casa de Melquiades desapareció y su cuerpo incompleto fue encontrado unos 200 metros más abajo, al igual que el de Manuela, cuya vivienda también quedó prácticamente demolida por las rocas.
En total, son unas 30 viviendas dañadas severamente, estimó Edith, de 52 años y que ha habitado en la colonia toda su vida.
Por la magnitud del desastre habría más muertos, pero los vecinos lograron salir de sus casas unos minutos antes de que rodaran las piedras, como Jaime, su esposa y sus dos hijos, quienes escaparon por el aviso de la dueña de la casa a la que llegaron el jueves 26.
Esmeralda precisó que las decenas de vecinos se reunieron en un punto para escapar de la lluvia incesante y las piedras que llegaban poco a poco a la calle, se fueron por un andador y llegaron a la colindante Emiliano Zapata.
La primaria Artículo 123
Los vecinos se refugiaron en la primaria Artículo 123, que se encuentra a unos cinco minutos caminando desde la calle Niño Artillero y donde confluyeron con damnificados de distintas partes de la colonia La Libertad, entre ellos los de la Cerrada Morelos, donde murió una niña de cuatro años.
En los primeros días tras la catástrofe, unos 250 vecinos cohabitaron en los salones, lo que generó conflicto por los espacios, pero luego se organizaron y dejaron un salón como cocina, donde ayer la señora Sabina preparaba unos tacos dorados para los 120 que aún residen en la escuela.
El vecino Alan Godínez dijo que urge que el gobierno dé “certeza” sobre la reubicación; algunos vecinos, como Edith, ya recibieron la notificación de que será trasladada a otro punto indefinido, pero le especificaron que sólo los habitantes que viven a 10 metros a un costado del deslave de la calle Niño Artillero tendrán este apoyo.
En cambio, las habitantes de otras partes de la colonia La Libertad como Mariza y Perla no han recibido ninguna notificación al respecto.
Otro problema es que los colonos de esta parte de Acapulco fueron censados, pero sólo algunos recibieron el apoyo económico.
Asimismo, el director de la primaria, Armando Hernández Rosas, les pidió el martes que desalojaran el jueves los siete salones que ocupan, cuatro para dormir en colchonetas, porque las clases ya empezaron, pero los vecinos se rehusaron a cumplir la orden porque no tienen dónde vivir.
Los refugiados reconocieron el apoyo que recibieron de Protección Civil municipal para instalarse en la primaria y las pipas de agua que el gobierno ha mandado, pero dijeron que la emergencia continúa para ellos a un mes del huracán.
Texto: Ramón Gracida Gómez / Foto: Jesús Trigo