28 agosto,2021 5:33 am

De fugas, autismos y distractores

Héctor Manuel Popoca Boone

 

A la memoria del licenciado Julio A. Vargas Arriaga. Buen amigo, eficiente abogado y economista.

Fuga significa salir precipitadamente, evadir un asunto o situación; en lo físico o en lo mental, que adversamente nos circunda y acorrala, sin poder darle solución. Es una actitud o una acción muy socorrida por el ser humano, cuando se encuentra en una circunstancia difícil de enfrentarla o resolverla. “Darse a la fuga hacia adelante, al vacío o a la nada” es aventurarse al precipicio por algo que se antoja irresoluble.

En el ámbito de la psicología, similar manifestación la encontramos en el “autismo”, que es una patología mental, voluntaria o involuntaria, expresada por el individuo con tendencia a desistirse del mundo exterior y a ensimismarse en lo que para él le es más conveniente o confortable. En política, ser autista es exhibir desinterés, menosprecio, falta de atención o amnesia a una problemática específica, de suyo grave, que padece la sociedad y que el político presiente que lo arrollará, indefectiblemente.

Otra mala actuación política es aquella a la que me he referido en artículos de opinión pasados, referida a la acción institucional teñida de “gatopardismo” frente a la creciente pandemia. O sea, fingir que se está trabajando para resolver un problema social, pero que en realidad no es así. “Mantener todo igual, fingiendo cambiar” Preservar soterradamente “la normalidad” perdida de canonjías y privilegios. En esta estrategia engañifa y perversa, es importante poseer mucha habilidad para fingir, echando mano de la demagogia, las mentiras o de las verdades a medias.

En el arte de la política también se ubica el empleo de “distractores” que son temas, asuntos, hechos o personajes, que sirven para desviar y distraer la atención social de lo que realmente es de la mayor importancia para la atención pública.

En el transcurso de la aun incontrolable pandemia del Covid-19, con sus múltiples variantes, hemos constatado el uso reiterado –por toda la partidocracia de nuestra democracia mercantilizada– de tales artimañas politiqueras, para desviar la atención de la ciudadanía sobre la gran mortandad y afectación de la salud que hemos tenido decenas de miles de guerrerenses.

Por eso los responsables de las instituciones públicas involucradas han conquistado mucha incredulidad ciudadana; como podría quedar constatado en la convocatoria a reanudar clases escolares el próximo lunes, estando el estatus de la pandemia en el nivel de máximo riesgo y sin las mínimas condiciones precautorias para enfrentarla. Y cuando la institucionalidad pierde autoridad, por su actuar irresponsable…

Los sucesivos espectáculos públicos y bochornosos que nos ha ofrecido la clase política de nuestro estado, a todo lo largo de lo que lleva la pandemia, dan cuenta de tamaña teatralidad; aderezada de una vastedad de farsas y mentiras. Son socorridos artilugios para proteger intereses políticos y económicos de grupo y para eludir la responsabilidad en la incompetencia que han exhibido en el combate y control del mortífero Covid-19.

Por último, no queda fuera de lugar la anécdota histórica del emperador romano, Nerón, que ante el total incendio de la ciudad de Roma (provocado por él mismo), salió a la terraza de su palacio imperial y se puso a declamar o cantar poesías bucólicas, viendo a los pobres ciudadanos morir achicharrados. Vale.

PD1. El broche de oro del sistema “Corrupción S.A. de C.V.” imperante en Guerrero, quedó a cargo de los integrantes del Ayuntamiento de Acapulco empezando por la presidenta municipal en turno, con las denuncias hechas públicas por el hoy defenestrado (por unanimidad del cabildo) contralor municipal, Francisco Torres Valdez, acerca del desempeño pútrido y corrupto de los gobernantes de la principal comuna de Guerrero. Yo, como gobernador moral de este sufrido estado repudio, condeno y exijo públicamente aplicación de responsabilidades a esa caterva de malandros y malandras.

PD2. Sobre los temas de corrupción y nepotismo, también ha de estar nervioso el actual mandatario de la triste gobernanza estatal y su consorte temporalmente toda empoderada. Habida cuenta que el secretario de Finanzas del gobierno de Guerrero es ¡su sobrino!; y las oficinas del erario público son conocidas por toda la burocracia central, como la principal incubadora de facturas apócrifas, entre otras monerías. ¡Uf! ¡Uf!

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