13 mayo,2018 5:47 am

De la ira, a la realidad… la embajada de EU en Jerusalén

Texto: DPA / EFE / Foto: EFE
Jerusalén, 13 de mayo de 2018. “Mira”, dice Daniel Jonas asomado a la ventana del salón de su casa, mientras señala dos pequeñas banderas estadounidenses e israelíes que asoman entre los árboles de la calle. “Todavía son sólo banderas.” Pero le preocupa lo que está por llegar cuando se abra la embajada de Estados Unidos. “(Me preocupa) que realmente transforme el entorno del vecindario”, reconoce.
Este hombre de 36 años vive a pocos minutos a pie del edificio color arena que el lunes pasará de ser consulado para convertirse en embajada. Junto con otros 19 vecinos Jonas ha presentado, sin éxito, una petición ante el Tribunal Supremo.
Una delegación de Estados Unidos liderada por el subsecretario de Estado, John Sullivan, participará el lunes en la ceremonia para inaugurar la embajada situada en el barrio de Arnona, en Jerusalén. También se espera que acudan al acto la hija del presidente, Ivanka Trump, y su esposo, Jared Kushner.
Los palestinos han llamado a boicotear la ceremonia. A excepción de representantes israelíes, Estados Unidos no ha invitado a diplomáticos de otros países, informaron los medios. El evento es sobre todo simbólico, ya que por el momento la embajada es sólo una solución provisional.
Jonas, que viste kipá negra, camiseta azul y vaqueros, habla de mucha presencia policial en el barrio, del aumento de controles y de personas que aparcan sus autos y tienen que enseñar sus papeles. “Esto es una zona residencial, pero de pronto tengo que acordarme de llevar conmigo el pasaporte cuando salgo por el barrio”, se lamenta. Jonas teme que a corto plazo se cierren calles cuando, por ejemplo, acudan invitados de Estado a la embajada.
El ministro de Defensa israelí, Avigdor Liebermann, cuenta con que habrá protestas en la inauguración. Los palestinos han convocado una manifestación en Ramala, Cisjordania, con motivo del Día de la Nakba (catástrofe) para recordar a los miles de palestinos que fueron expulsados o tuvieron que huir tras la fundación del Estado de Israel en 1948.
Fuentes policiales confirmaron que hay unidades de la Policía israelí desplegadas en torno a la embajada y que se han instalado nuevas cámaras de seguridad para controlar el terreno.
En diciembre, el presidente estadunidense Donald Trump reconoció Jerusalén como capital de Israel y anunció el traslado de la embajada de Estados Unidos de Tel Aviv a Jerusalén. Estas decisiones fueron duramente criticadas por la comunidad internacional. En los territorios palestinos se produjeron revueltas que se saldaron con muertos y heridos.
Israel conquistó la parte oriental de Jerusalén durante la Guerra de los Seis Días en 1967 y desde entonces reclama la ciudad entera como su capital. Por su parte, los palestinos pretenden convertir Jerusalén en la capital de un futuro Estado independiente. La comunidad internacional aboga por establecer el estatus de Jerusalén en unas negociaciones de paz entre Israel y los palestinos.
“Como israelí creo que Jerusalén es la capital de Israel”, dice Jonas. “Pero también tengo claro que hay otra nación que vive junto a y entre nosotros que quiere su propio Estado en el que Jerusalén Este sea su capital”, añade. Para él, la decisión tomada por Trump sin haber tenido en cuenta a la otra parte es “dicho de manera educada, una cosa tonta.”
Pocos días antes de la inauguración, trabajadores árabes plantan flores rojas, blancas y moradas con la forma de la bandera de Estados Unidos junto al acceso al edificio. Los pasos de cebra están recién pintados. Una pareja de Missouri se hace unas fotos de recuerdo junto al cartel “Consulado General de los Estados Unidos de América” que hay en la entrada. No está permitido hacer otro tipo de fotografías, grabar videos y ni siquiera tomar notas frente al edificio, recuerdan los guardias de seguridad una y otra vez.
Desde 2010, Estados Unidos utiliza el edificio para asuntos consulares. El complejo se encuentra en la “línea verde” entre Jerusalén Occidental y una zona más grande que antes se usaba tanto por Israel como por Jordania, cuenta el experto Daniel Seidemann. Además, en el centro de la ciudad está el edificio principal del consulado general.
Todavía no está decidido si el edificio consular en Arnona será el emplazamiento de la embajada a largo plazo. “De momento, en la embajada provisional en Arnona se establecerán las oficinas del embajador y de una pequeña plantilla de trabajadores”, dice un representante del Departamento de Estado. Hasta finales de 2019 está prevista la apertura de un edificio anexo en el terreno y además se ha comenzado a buscar un emplazamiento para la embajada permanente.
La embajada de Estados Unidos en Tel Aviv se convertirá en la sucursal de la embajada, cuenta el representante. Aquí, los israelíes podrán seguir tramitando los visados para sus viajes a Estados Unidos.
Para poder utilizar el consulado en Jerusalén como embajada, los estadounidenses han tenido que mandar construir una vía de evacuación para el embajador, informan medios israelíes. Trump aseguró que los costes de la primera fase no superarían los 400 mil dólares.
Asimismo está previsto construir un muro de al menos tres metros de altura en lugar de la valla de metal que hay actualmente, explica Betty Herschmann, de la organización de derechos civiles Ir Amim (ciudad de los pueblos).
Los vecinos alegan que el muro les tapará las vistas. Herschmann critica que para la embajada se hayan pasado por alto normas del plan urbanístico mientras Israel “reprime completamente las posibilidades de los palestinos de planear y desarrollar sus barrios en Jerusalén Este”.
Según un reciente sondeo realizado por el Instituto de Democracia de Israel, casi dos tercios de los israelíes defienden el traslado de la embajada estadounidense. “No es ningún sueño, es la realidad”, dijo también el alcalde, Nir Barkat, cuando se colocaron los nuevos carteles de la embajada a principios de la semana. “Jerusalén es la eterna capital del pueblo judío y el mundo comienza a reconocer este hecho”.

Jerusalén ya fue sede de embajadas
… y está a punto de volver a serlo

El traslado la próxima semana, a partir de mañana lunes, de la embajada de Estados Unidos de Tel Aviv a Jerusalén romperá décadas de consenso internacional, supone un hito diplomático para Israel y ha recabado interés general, con más de cientos de periodistas que viajarán para cubrir el evento, informó el gobierno israelí.
Al medio millar de periodistas extranjeros acreditados permanentemente en el país se sumarán la próxima semana otros trescientos, llegados especialmente para la ocasión, según fuentes oficiales.
El cambio supone un viaje histórico, después de que en los años 80 el Consejo de Seguridad de la ONU exhortara a los estados a sacar de la urbe sus legaciones, tras rechazar la anexión israelí de la parte oriental de la ciudad.
Este lunes 14, Estados U nidos convertirá en embajada uno de los edificios de su consulado en Jerusalén, mientras que el día 16 Guatemala hará lo mismo en presencia de su presidente, Jimmy Morales.
Paraguay ha anunciado que hará lo propio el 21 o 22 de mayo, también con la asistencia de su jefe de Estado, Horacio Cartes.
El Congreso de Honduras aprobó en abril una moción para trasladar su embajada, pero falta la orden del gobierno, que en diciembre se inclinó ya en ese sentido.
Rumania fue el primer país europeo en anunciar su intención de sumarse al ejemplo estadunidense, con la aprobación de un memorando gubernamental que, sin embargo, se topó con la oposición del presidente Klaus Iohannis, que exigió la dimisión de la primera ministra, Viorica Dancila (PSD), por este motivo.
En la República Checa su presidente, Milos Zeman, anunció que habrá traslado en tres fases: la apertura de un consulado honorario en Jerusalén este mismo mes, el traslado del Centro Cultural y la Cámara de Comercio y finalmente de la embajada.
Y eso pese a que la jefa de la diplomacia europea, Federica Moguerini, dejó claro en diciembre que ninguno de sus miembros trasladaría sus legaciones.
Estas decisiones rompen una tendencia de cuarenta años y contradicen el consenso internacional de no considerar Jerusalén parte de ningún Estado hasta que israelíes y palestinos determinen su estatus en un acuerdo de paz.
Israel ocupó la parte oriental de la ciudad en la Guerra de los Seis Días (1967) y luego la anexionó en 1980 en una decisión unilateral y no reconocida internacionalmente.
Reclama la ciudad entera como su capital “eterna e indivisible”, mientras que los palestinos aspiran a constituir en el este la capital de su futuro Estado.
La fecha elegida por Washington no es aleatoria: el 14 de mayo se cumplen 70 años de la fundación del Estado de Israel y, un día más tarde, los palestinos conmemoran la denominada Nakba (Catástrofe), la huida y expulsión de sus tierras como consecuencia de la primera guerra árabe-israelí (1948-1949), motivada por el rechazo de los países árabes a aceptar un estado judío en la región.
Hace 45 años, la presencia de misiones diplomáticas en Jerusalén no era inaudita y llegó a albergar 16 embajadas, doce de países latinoamericanos, tres de africanos y una europea, de Holanda.
Esta situación cambió en septiembre de 1973 cuando el Movimiento de Países No Alienados acordó en Argelia cerrar las legaciones de Costa de Marfil, Zaire (actual República Democrática del Congo) y Kenia en solidaridad con los países árabes que denunciaban la ocupación de sus territorios (el Golán sirio, el Sinaí egipcio y los territorios palestinos).
La salida de las restantes embajadas se produjo después de que el 30 de julio de 1980 la Knéset enmendara la Ley Fundamental de Jerusalén, de 1950, y declaró la ciudad como capital “completa y unida” de Israel.
Un mes después, el Consejo de Seguridad de la ONU aprobó la Resolución 478, en la que acordó “no reconocer” este paso ni cualquier otro que alterase “el carácter y estatus de Jerusalén”, e instó a sus miembros a sacar de la ciudad sus representaciones.
El 26 de agosto de 1980, menos de una semana después de esta resolución, Holanda anunció el cierre de su embajada, como ya había hecho Venezuela, Uruguay, Chile y Ecuador, que buscaron nuevas sedes en Tel Aviv o alrededores.
En los días siguientes mudarían también sus sedes diplomáticas Haití, Costa Rica, Panamá, El Salvador, Colombia y Guatemala, y un poco más tarde, lo hicieron Bolivia y República Dominicana.
En un gesto de apoyo al Estado hebreo, Costa Rica en 1982 y El Salvador en 1984, reabrieron sus legaciones en Jerusalén, siendo las únicas dos que se mantuvieron.
Pero dos décadas más tarde, en 2006, las reubicaron en Tel Aviv para enmendar un error que durante ese tiempo les aisló del mundo árabe, como argumentó el entonces presidente costarricense, Óscar Arias.
Desde entonces, ningún país ha vuelto a hacer de la Ciudad Santa su sede diplomática, algo que cambiará la próxima semana con consecuencias que aún están por determinar.
(En la imagen, vista general del Muro de las Lamentaciones, en Jerusalén)