17 abril,2024 4:33 am

De las complejidades de gobernar Brasil

Gaspard Estrada

Hace unos días Elon Musk, el magnate sudafricano, dueño de la red social X, realizó una serie de posts en su red social para desacreditar el trabajo de uno de los jueces de la Corte Suprema de Brasil, Alexandre de Moraes, acusándolo de censura y de provocar con ello el “fin” de la democracia brasileña. Estos comentarios fueron respaldados por varios dirigentes políticos de extrema derecha, incluyendo el expresidente Jair Bolsonaro, así como por líderes empresariales y, más curiosamente, por algunos periodistas, como el ex editor del periódico inglés The Guardian, Glenn Gleenwald. Estos ataques provocaron una reacción considerable por parte de la magistratura brasileña, en particular de numerosos jueces de la Corte Suprema, así como de buena parte de la clase política. En particular, el juez Moraes dejó clara la posibilidad para el poder judicial de llevar a cabo uno o varios procesos en contra de X, en dado caso que esta empresa decida no respetar las leyes brasileñas. Tras este pronunciamiento, el responsable de la filial brasileña decidió renunciar a su cargo.
Esta polémica deja en evidencia la fuerza del discurso antidemocrático y de extrema derecha no solo en Brasil, sino a nivel internacional. De manera más general, este debate se lleva a cabo en un momento complejo para el gobierno del Presidente Luiz Inácio Lula da Silva.
En efecto, el regreso al poder del líder del Partido de los Trabajadores (PT) se tradujo en un aumento del salario mínimo, la aplicación de numerosas políticas sociales alza de inversiones del sector privado, en particular en materia de energía e infraestructuras. Gracias a estas políticas, el crecimiento económico del país el año pasado fue muy superior a lo previsto justo después de su toma de posesión, el primero de enero de 2023 –en aquel momento, se hablaba de menos de 1 por ciento anual–: casi 3 por ciento de aumento del PIB. Junto con la caída de la tasa de inflación y del desempleo, esto permitió que de manera más general los indicadores económicos y sociales mejoraran sustancialmente desde el regreso de Lula al poder. Sin embargo, esta mejora no ha tenido una traducción concreta en los índices de opinión pública del gobierno y del propio Presidente Lula. Desde principios del año 2024, la aprobación presidencial ha perdido, en promedio según las últimas encuestas publicadas, entre 3 y 5 por ciento, situándose entre el 50 y el 55 por ciento. Si comparamos estos números con los de otros líderes internacionales, queda claro que los del Presidente Lula son buenos. Pero si los ponemos en el contexto de los gobiernos anteriores del líder obrero, se puede considerar que los resultados no son satisfactorios, y que dejan en evidencia la permanencia de una profunda polarización política dentro de la sociedad brasileña.
Esto es bastante paradójico, teniendo en cuenta que las estimaciones de crecimiento económico y as condiciones de vida de las personas más pobres mejoran cada mes, y que todo apunta a que las inversiones privadas continuarán al alza en los próximos meses, en particular en el sector automovilístico, aeroespacial, y de la transición energética. Sin embargo, buena parte del electorado que votó en 2022 por Jair Bolsonaro continúa pensando que su situación económica no ha mejorado desde entonces. Una explicación plausible para esta situación se encuentra justamente en el uso (o más bien, mal uso) de las redes sociales. Según un estudio del Instituto Reuters para el estudio del periodismo de la Universidad de Oxford, los brasileños forman parte de los pueblos que más se informan vía las redes sociales en el mundo (en particular, vía redes sociales privadas, como WhatsApp o Telegram). De esta manera, es difícil salir de las burbujas informativas que crean este tipo de interacciones digitales, en particular cuando éstas se realizan principalmente en un entorno familiar. Por ello, es necesario reflexionar sobre la manera en cómo generar nuevos espacios de socialización física y virtual entre las personas de diferentes orientaciones políticas. Sin ello, será cada vez más difícil producir los consensos políticos y sociales necesarios para crear acuerdos políticos, ya sea en Brasil o en cualquier democracia latinoamericana.

* Director Ejecutivo del Observatorio Político de América Latina y el Caribe (OPALC), con sede en París.

Twitter: @Gaspard_Estrada