21 octubre,2017 6:55 am

DE NORTE A SUR

Silber Meza *

 

Corrupción en México: ¿los peces gordos o el sistema?

México ha esperado tanto este momento, que ahora que estamos frente a él queremos comerlo todo de un bocado.

No tengo clara la fecha en que inició el reclamo contra la corrupción política en este país, pero a mis 38 años cumplidos y desde que tengo uso de razón, lo escucho en mi familia, en la escuela, en el transporte público. No hay lugar donde no se hable de los políticos corruptos, de la colonia popular al restaurante, el club de empresarios, la fila para las tortillas o la universidad.

Las expresiones son tan variadas como el mosaico de realidad: “es un ratero”, “se hizo millonario”, “el bato se ha dedicado a robar”, “no tiene vergüenza”, “este salió peor que el otro”… Y sí, casi siempre, como si fuera un hechizo malévolo, el político que releva resulta más ladrón que el que se fue, que había resultado más ladrón que el anterior. Claro, con sus honrosas –y escasas– excepciones.

Por mi edad, a quienes más recuerdo son a Carlos Salinas, Ernesto Zedillo, Vicente Fox, Felipe Calderón y ahora Enrique Peña Nieto. Pero lo mismo sucede con los gobernadores de los estados, los jefes de gobierno, los alcaldes, los jefes delegacionales, los líderes sindicales, los inspectores, los policías, los agentes aduanales, etcétera. Se instauró en el país un sistema de corrupción que creció tanto que se convirtió en el sistema mismo.

Un sistema que apenas empezamos a descubrir como sociedad, y que al hacerlo hemos incomodado al propio Presidente de la República. Hace unos días, Peña Nieto criticó que “cualquier cosa que ocurra hoy en día es por la corrupción”, y citó los reclamos por el socavón de Cuernavaca y las irregularidades de las construcciones dañadas por el sismo. “Casi casi, si hay un choque aquí en la esquina ‘ah, fue la corrupción, algo pasó en el semáforo: ¿quién compró el semáforo que no funcionaba?’”, frivolizó.

Él no se dio cuenta, pero con esa declaración exhibió su falta de entendimiento del problema. Sí, presidente Peña Nieto, regularmente hay corrupción detrás de la mayoría de los problemas de México, lo comprenda usted o no. Y justo esa visión es la que hace que no se modifiquen los paradigmas de complicidades corruptas.

Después del tremendo reportaje de la Casa Blanca de Enrique Peña Nieto y la corrupción impune del caso Ayotzinapa, el sistema político entró en una crisis severa que dio pie al inicio del Sistema Nacional Anticorrupción. La corrupción se convirtió en el tema más destacado del país, incluso por encima del narcotráfico, que ha cobrado miles y miles y miles de muertes. La cloaca se ha destapado y no parece que vaya a sellarse nuevamente, al menos no en fechas cercanas. También por eso es tan importante cuidar el momento, porque un par de errores puede echar abajo la gran oportunidad que está frente a nosotros.

La población tiene un déficit de justicia tan grande que se puede creer que encerrando en la cárcel a los llamados “peces gordos” se resuelve el problema. Es necesario, sí, que se investigue y se acuse —con elementos de prueba— a los alcaldes, diputados, senadores y gobernadores corruptos; a los secretarios de Estado e incluso, si hay evidencias, al presidente de la República, pero esto debe ir acompañado de la identificación y desmantelamiento del sistema que provocó la corrupción, sumado a una política efectiva de prevención para la no repetición.

Si condenamos a Roberto Borge, a Javier Duarte, a Guillermo Padrés o a César Duarte sin que caiga la red de decenas o cientos de personas que les ayudaron a instaurar un “Estado de corrupción”, y si no se toman medidas para asegurarse de que eso no vuelva a suceder, de poco servirá el encierro de los “peces gordos”.

No se trata de un asunto de espectáculo o de sed de venganza como parece creer Peña Nieto, sino de un trabajo de revisión de estructuras y sistemas.

Hay una oportunidad única frente a nosotros. No la desaprovechemos.

Agradezco la oportunidad de colaborar en este espacio, desde el cual espero contribuir al diálogo y el análisis de los temas que atraviesan el territorio de las prioridades nacionales. Estoy abierto a la retroalimentación con los lectores, del sur y del norte.

* Periodista. Nacido en Culiacán, Sinaloa. En 2015 ganó, junto con Zorayda Gallegos, el Premio Alemán de Periodismo Walter Reuter con la revista emeequis, y en 2016 el Premio Nacional de Periodismo y el Premio de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) a la excelencia periodística con el diario El Universal. Fue parte del staff de reporteros de investigación en Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad hasta septiembre de este año, cuando retomó su labor en Iniciativa Sinaloa, organización de la que es fundador.