5 septiembre,2020 5:31 am

Declaraciones que no debieron ser condena sino consagración

Ruta de Fuga

Andrés Juárez

 

Un connotado doctor en ciencias, que ha trabajado en altos puestos del gobierno en los últimos 50 años, me dijo alguna vez: para hacer carrera aquí hay que entender que el servicio público se trata de tragar “amargo” sin hacer gestos. Entrecomillo amargo porque va en sustitución de algo peor. Si algo no te convence, como servidor público, de las políticas o procedimientos gubernamentales, no hay más que tragar amargo y callar. Aunque siempre cabe la posibilidad de callar y hacer cumplir la ley. Pero esa cultura anacrónica debería cambiar. Deberíamos aspirar a un servicio público politizado, en el que cualquiera pueda protestar y manifestar su opinión libremente, sin miedo a perder el empleo. Las declaraciones desde el pensamiento crítico que hizo el ahora ex titular de Medio Ambiente sobre la actual administración federal, pudieron haberse utilizado para transformar cuestiones de fondo, en cambio sólo sirvieron para alimentar furias. Sin pensamiento crítico no puede aspirarse a la real transformación, pero el doctor estuvo en el tiempo y lugar equivocados.

El pensamiento utópico del ex secretario Víctor Manuel Toledo, hubiera funcionado mejor en una dependencia como la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas, desde donde hubiera puesto en marcha la transformación agroecológica que México tanto necesita, comenzando con las comunidades indígenas y campesinas que resguardan las ANP. Sin tener que encarar –y tan de cerca– a la hiedra polifacética que vive en Semarnat. En un universo paralelo, y mucho más reducido, el investigador de la UNAM habría funcionado mejor. Pero llegó con ingenuidad a una dependencia sin presupuesto, en la que convergen los intereses más encontrados. Quizás ese fue su primer error: reducir la Semarnat a la agroecología y los conflictos socioambientales, omitir que los intereses económicos de hoy son más poderosos que el propio Estado.

Las expectativas a su llegada eran demasiado altas. En su momento advertí que su papel sería pintar de verde, con discursos bien escritos, proyectos depredadores. El greenwashing que le llaman. Y lo estaba haciendo bien, hasta que se filtró el audio con su verdadera posición: desde la Presidencia se opera a favor de empresas que destruyen el medio ambiente.

El segundo gran error fue dinamitar los pocos puentes que había entre el gobierno y la sociedad civil al descalificar incluso los discursos que pedían mayor presupuesto para la Secretaría. Al colectivo de ex funcionarios de alto nivel los llamó mafiosos y amañados, ignorando el marco institucional y legal que le habían heredado. Nunca pudo aceptar que la sociedad civil, que tildó de conservadora y de derechas, es en buena medida un vehículo financiero para acciones en conservación y restauración de ecosistemas que el gobierno no tiene capacidad de financiar. Aún más: la cooperación internacional en materia ambiental entra al país mediante las organizaciones de la sociedad civil, con el aval de la Secretaría de Hacienda y con la rectoría de la Semarnat como cabeza del sector. Es decir, los países ricos le dan dinero a México para programas ambientales, pero no lo puede ejecutar el gobierno sino la sociedad civil con la dirección del gobierno. Ejemplos hay muchos de esa sinergia y simbiosis. En vez de fortalecer esa cooperación, él dinamitó los enlaces.

La desgracia es que uno de los pesos pesados del ambientalismo mexicano se va del más alto encargo del sector con las manos vacías, sin legado. En un año al frente de la Semarnat no se avanzó nada. Con todo el desprecio y arrogancia, el articulista de La Jornada calificaba a otro ex secretario como “el vendedor de autos”; así llamaba al mismo que logró la reserva marina más grande del mundo, al que generó la coordinación convertida en ley entre el sector ambiental y agropecuario, al que impulsó un instrumento para subsidios concurrentes para “alimentar a México sin deforestar”, al que estableció las reservas de agua ecosistémica más importante hasta el momento y que evitó la destrucción de la selva al fomentar la coordinación entre las etnias en la comunidad lacandona, entre muchas cosas más, mientras que él, el reconocido doctor, no logró ni que se prohibiera un herbicida.

La verdadera desgracia no es el ego del maestro sino la respuesta ante la pregunta: si él, con todo su conocimiento y prestigio, no logró priorizar la sustentabilidad en el nuevo régimen, ¿quién lo logrará?

Al lugar que deja el profesor de la UNAM llega una agrónoma egresada de Chapingo, a quien le deseo mucha buena suerte, pero sobre todo humildad para reconocer que los temas a los que va a enfrentarse son mucho más amplios y complejos que la vida indígena y campesina en la Cooperativa Tosepan Titataniske, donde ella hizo un espléndido trabajo. Sobre todo, son intereses mucho más peligrosos, como lo ha dejado claro la salida del doctor. Aquí tendrá que lidiar con el cabildeo de la industria farmacéutica, la industria automotriz y de transporte, con hoteleros, con la poderosa agroindustria que da de comer –nada más y nada menos que– a Estados Unidos y Canadá. Que sepa la nueva secretaria que deberá resistir presiones internas y hacer cumplir la ley sobre impacto ambiental y vida silvestre por encima de los grandes proyectos del gobierno federal, y que eso es lo legítimo y natural. Que tenga la ex secretaria de Bienestar humildad para tender puentes y hacer política. De lo contrario… conocemos el destino. Una comunidad cada vez mejor informada sobre los conflictos socioambientales y cada vez más crítica la observa.

Ojalá que la llegada de la oriunda de Ocosingo a la Semarnat responda a un análisis serio y profundo de ella y del presidente Andrés Manuel López Obrador acerca de su potencial como mujer del campo, con sensibilidad y con habilidades para formar alianzas con diversos sectores, y no sólo como una jugada para limpiar el camino del ex alcalde de Comalcalco al que la propia ingeniera agrónoma le había quitado atribuciones en meses pasados por andar usando el programa Sembrando Vida –que ella diseñó desde la cooperativa Tosepan– con fines poco claros. Una jugada con miras al 2021, como ya se menciona por todos lados.

Las declaraciones de experto en ecología política que hizo Toledo sobre la 4T no debieron ser su condena sino su consagración. El acoso y calumnias que sufrió, hasta la renuncia, no debieron ser el método. Humillante por los cuatro costados.