24 mayo,2024 8:35 am

Deja vivir el América al Cruz Azul; remonta y empatan 1-1 en la ida del Clausura 2024

Fue un duelo en el que La Máquina fue la que más quiso jugar, la que más intentó, la que llevó la iniciativa, pero las Águilas tuvieron las ocasiones más claras para anotar ayer en la Ciudad de los Deportes. La vuelta, el domingo en el Azteca, a las 7 de la noche

Ciudad de México, 24 de mayo de 2024. Un equipo quiso jugar y no pudo, el otro casi no lo intentó y se quedó más cerca de ganar, así se explica la Final de Ida del Clausura 2024.

Cruz Azul y América empataron 1-1 en un partido que quedó a deber respecto a las expectativas y que seguramente dejó más dudas que certezas a ambos equipos.

Porque la intención de atacar no pudo más que el miedo a cometer errores, en el priorizar el orden se perdió el ritmo y las jugadas en las áreas.

Fue un duelo en el que Cruz Azul fue el que más quiso jugar, el que más lo intentó, el que llevó la iniciativa, pero, contradictoriamente, las Águilas tuvieron las ocasiones más claras para anotar.

Uriel Antuna parecía inclinar la balanza en favor de los celestes cobrando un penal al 9’, derivado de un error en la salida y en otro aún peor del arquero Ángel Malagón, que en su afán de patear el balón derribó al extremo en el área.

La afición cruzazulina explotó en las gradas del Estadio Ciudad de los Deportes, el grito de gol fue ensordecedor, los líquidos llovían por todos lados y las porras de “¡Azul, Azul, Azul!” se escucharon más fuerte que nunca, pero la felicidad duró muy poco.

Porque en medio de ese furor de la afición cementera se asomaba el temor de saber que América solo necesitaría una y no la perdonaría.

Y no lo hizo, los azulcremas la mandaron a guardar con una jugada de Henry Martín para asistir a un Julián Quiñones que solo la empujó al 16’ y así revirar cualquier cábala de Cruz Azul, que ha tenido al 33 como su número de la suerte y ahora vino alguien con esa misma cifra en la espalda para castigarlo.

Después llegó un dominio engañoso de La Máquina, que se adueñó del balón pero se cansó de pasearlo horizontalmente, de un lado a otro hasta aburrirse de él.

Los de Martín Anselmi no supieron cómo abrir las líneas azulcremas replegadas, mientras que América hizo daño las pocas veces que pisó el acelerador, creando peligro en corridas a velocidad o en errores de la salida rival.

Álvaro Fidalgo la tuvo en un disparo dentro del área y Quiñones en un mano a mano, pero perdonaron y por eso todo quedó abierto para que el próximo campeón se defina en el Estadio Azteca.

Los vacuna Quiñones “33”

Para un Cruz Azul que ve hasta un significado cósmico en el 33 resultó irónico que le anotara el americanista Julián Quiñones, quien porta ese número en el jersey.

El naturalizado mexicano no fue titular al arranque de esta Liguilla, pero el neerlandés Javairo Dilrosun no logró sostenerse. Julián alineó en la vuelta del Clásico y ayer en la ida de la Final.

“¡Cheeemos… Ahí está el 33!”, lanzó, de inmediato, el aficionado azulcrema David Alejandro Soto.

“Lo veo como un golpe al ego de la afición celeste y más porque el 33 del odiado rival te marca el empate cuando llevas la ventaja, en tu estadio, con tu gente, lo veo como un golpe de realidad y es cuando deben dejar de pensar en los astros y las coincidencias”.

Los cruzazulinos ven al cabalístico 33 en todas partes: en los puntos que tuvieron en el torneo, en el versículo 33:3 que Uriel Antuna citó al ganar el título de goleo, en la edad de Julieta Venegas al componer “Andar conmigo” que ayer sonó a todo volumen al medio tiempo y al final, en un árbol de la suerte en La Noria y hasta en los años de vida de su sede de entrenamiento.

Por eso era tan curioso que Quiñones los vacunara, aunque el delantero del América falló dos opciones de gol en el segundo tiempo, ambas por salvadas milagrosas de Willer Ditta.

“En las Finales se debe de jugar al mil por ciento tanto en la ida como la vuelta y dejar de pensar en los astros, en los amuletos de la suerte, etcétera”, opinó Soto.

Remata la reventa los boletos en Ciudad de los Deportes

Nerviosos por la proximidad del inicio de la Final entre Cruz Azul y América, los revendedores remataron los boletos, esos que ayer se cotizaban hasta en 13 mil pesos.

“Nadie quiere. Ya nadie compra”, lanzó una molesta revendedora. Faltaba media hora para el arranque del partido.

A 15 minutos del inicio, las entradas de Platea ya se cotizaban en 2 mil 500 pesos y hasta en una cifra menor.

“Dame dos mil doscientos”, ofreció un revendedor.

Esa entrada, aún sin el cargo de Ticketmaster, tenía un precio original de 3 mil pesos. Así que si se considera que subió a unos 3 mil 400 con todo y el servicio, entonces tenían un descuento del 35 por ciento.

La mayoría de la gente ya llegaba con boleto en mano. Además, los revendedores tuvieron que alejarse algunos metros del Estadio Ciudad de los Deportes, ante la presencia de algunos de los mil 700 elementos de seguridad que resguardan la Final.

Por ello, el “¿quieres boletos?” se escuchaba a lo largo de la calle Pensilvania.

Y eso que faltaban 15 minutos para la Final, y eso que querían sacar oro con las entradas de una de las series por el título más costosas incluso en su precio original.

Texto: Jaime Ugarte / Agencia Reforma