14 abril,2018 6:20 am

Del ambiente del NAICM

Octavio Klimek Alcaraz
 
En diversos medios de comunicación se han estado publicando reportajes sobre diversas denuncias relacionadas con impactos ambientales adversos de múltiples grupos de habitantes de municipios mexiquenses respecto a la construcción del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (NAICM).
La causa de origen es que, ante la saturación en su operación del actual Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, el gobierno federal tomó la decisión de iniciar la construcción del NAICM.
Por su magnitud, el proyecto del nuevo aeropuerto es la obra de infraestructura con los mayores impactos ambientales, sociales y económicos en el país. A los tlatoanis en turno les gusta dejar huella y construir obras gigantescas, aunque se partan de supuestos, que luego no se cumplan. A unos kilómetros de la construcción del NAICM se tiene la pirámide del Sol en Teotihuacán, o las ruinas del Templo Mayor, en el Zócalo de la Ciudad de México.
Esto se refleja en el hecho de que conforme con la información oficial del gobierno federal, la primera fase del nuevo aeropuerto tendrá un costo estimado de 180 mil millones de pesos, de los cuales el 58 por ciento provendrá del Presupuesto de Egresos de la Federación y el 42 por ciento de créditos con la banca privada, convirtiéndose, con ello, en la mayor inversión en infraestructura de este sexenio.
Además, el nuevo aeropuerto ocupará una superficie de 5 mil hectáreas, que están ubicados en los terrenos originalmente lacustres del antiguo lago de Texcoco, lo cual tiene y tendrá severos impactos ambientales y sociales adversos, tanto en el sitio del nuevo aeropuerto como en la región circundante.
Se tiene contemplado, que el nuevo aeropuerto inicie operaciones a finales del año 2020. Para ello, en su primera etapa contará con una sola terminal de 74.3 hectáreas cuadradas, con tres pistas paralelas. Se estima, que podrá recibir hasta 68 millones de pasajeros, con aproximadamente 550 mil vuelos cada año. A futuro, se propone en una siguiente etapa, duplicar estas cifras, por lo que se tendrían dos terminales y seis pistas. Así, llegaría a recibir, según sus proponentes a 125 millones de pasajeros, con aproximadamente un millón de vuelos cada año.
Sólo en la denominada fase 1, del 2014-2018 de su etapa constructiva, la Manifestación de Impacto Ambiental Modalidad Regional del NAICM señala que se tendrán materiales sobrantes por 7 millones de metros cúbicos (Resumen Ejecutivo de la Manifestación de Impacto Ambiental, p. 9). Esto incluye, que para construir obras como las pistas, edificio terminal, torre de control y demás obras complementarias se tienen que extraen enormes volúmenes de sedimentos del antiguo vaso del lago de Texcoco.
Es conocida las características de extrema salinidad de los suelos del antiguo lago de Texcoco. La Manifestación de Impacto Ambiental los describe por ejemplo en su capítulo VII, que el predio del proyecto son suelos con altas concentraciones de sales solubles en algún momento del año, son suelos con alto contenido de salitre –es decir, alto contenido de cloruros y sodio– y un pH elevado debido a su alto contenido de carbonatos (pH entre 10.5 y 11) (VIII-3). Así se tiene que se han llevado a sitios de tiro este tipo de suelos, lodos o sedimentos. Por lo que, dichos sedimentos presentan el riesgo de que en donde se dispongan de manera incorrecta en época de lluvias sus sales se lixivien o filtren a los mantos acuíferos, contaminando estos mantos con las sales arrastradas.
Al respecto, la citada manifestación de impacto ambiental es omisa y evita caracterizar los materiales provenientes de la obra en construcción y sólo señala en su capítulo II, que los residuos generados se dispondrán en lo que se denomina banco de tiro. Incluso, identifican al denominado Bordo de Xochiaca, a 6 kilómetros de la obra, como un posible banco de tiro (p. 150).
Por ello, un caso emblemático de esta problemática, la de disponer de manera incorrecta suelos o sedimentos salinos del antiguo vaso, provenientes de la construcción del NAICM, es el del sitio de tiro de Tlaminca, en el municipio de Texcoco. Dicho sitio se ubica en un Área Natural Protegida estatal, se trata de la reserva estatal denominada Sistema Tetzcotzinco, que fue decretada el 31 de mayo de 2001 y publicado su decreto en la Gaceta del Gobierno del Estado de México el 4 de junio de 2001. Claramente, arrojar ahí residuos, sedimentos salinos, lodos, materiales o como se les quiera denominar, resulta incompatible con la vocación de preservación ecológica de la citada área natural protegida.
Incluso, la propia Manifestación de Impacto Ambiental, en su capítulo III, señala que dicha reserva estatal se encuentra cerca del proyecto, pero que “el desarrollo del proyecto no implica obras o actividades dentro de ninguna área natural protegida de competencia estatal, por lo que no se tiene contemplada la afectación de tal forma que no se contraviene ninguno de los preceptos establecidos en los decretos y/o programas de manejo de las mismas” (p. II-63). La realidad es otra al parecer.
Por ello, habitantes en el entorno del sitio de tiro ahí establecido para arrojar los residuos provenientes de la construcción del NAICM han denunciado esta situación en medios de comunicación y diversos foros, señalando que la autorización otorgada a la empresa Urbanums, SA de CV por la Secretaría de Medio Ambiente del Estado de México es  ilegal. Además de que, entre otros aspectos, han denunciado que existe falsedad de información en la Manifestación de Impacto Ambiental para operar este sitio, presentada ante dicha autoridad por la citada empresa promovente. En especial, se ha señalado la ausencia de una caracterización química del sedimento ahí depositado, previo a su autorización, por lo que los denunciantes han calificado de “ecocidio” lo ahí sucedido.
Debido a la denuncia constante de la ciudadanía fue clausurado dicho sitio de tiro de Tlaminca por la autoridad ambiental estatal. La reflexión surge de inmediato, más allá de la clausura: esto no debió suceder. ¿Quién o quiénes son los responsables de este desastre? Es necesario implementar de inmediato un monitoreo ambiental del sitio. Analizar las posibilidades de remediar el sitio, para reducir posibles daños ambientales.
Más allá de estas acciones, un investigador del Colegio de Posgraduados hacía la pregunta en una reunión pública: ¿Por qué no se dejaron dichos sedimentos mejor en los terrenos similares del antiguo vaso del ex lago de Texcoco?